Hoy no hay texto de Daniel sino uno de Nash. Debido a que estamos haciendo ver las distintas formas de amor y de familia queremos mostrar los sentimientos de quien fue tutor y amigo de Quinn.
Lestat de Lioncourt
El amor no entiende de barreras. A
veces llega en el peor de los momentos posibles. No es cuestión de
buscarlo o rogarlo. Simplemente el amor nace como las amapolas.
Florece en cualquier corazón y provoca una reacción distinta en
cada alma. He visto hombres llorar desconsolados al saber que estaban
enamorados de la persona incorrecta porque jamás serían
correspondidos y mujeres guardar gélido silencio mientras sus
corazones se fracturaban. El género no te hace ser más o menos
sensible, más o menos fuerte, más o menos resistente al amor o
simplemente no ayuda a conseguir el amor que necesitas. Como tampoco
lo hace el sexo o la sexualidad. Cada uno es distinto y vive su
cuerpo y sus sentimientos de formas complejas y muy diversas.
Hace tiempo que comprendí que moriría
enamorado de alguien que nunca me correspondería. De hecho creo que
jamás se ha percatado de mi amor por él. Mi confesión quedó
guardada en el abismo de un te quiero vacío e insignificante. Quizá
por su juventud no pudo ver más allá de mis formas educadas y
comprensivas, pero admito que también mi amor por él parece el
típico romance de literatura barata.
Soy educador por convencimiento. Me
convencí a mí mismo hace décadas. Tomé esta decisión cuando
terminé mis dos carreras. Sentí que el mundo de la literatura moría
lentamente y los grandes libros sólo se habían elaborado por las
pasiones, equivocaciones y penitencias del pasado. Comprendí que el
hombre se negaba a recordar la historia. Creo que acepté el riesgo.
Quería enseñar a los jóvenes a amar apasionadamente la literatura
y la historia porque sólo a través de conocer y comprender los
sentimientos que llevaron al hombre a cometer ciertos hechos, crear
ciertas leyes y elaborar pensamientos que aún hoy tienen vigencia
comprenderían el mundo que les rodea y podrían quizá ser la
salvación de una cultura decadente.
Hace más de tres décadas conocí a
una mujer increíble. De haber sido heterosexual habría pedido su
mano sin importarme que fuese mayor que yo. Me enamoró su forma de
amar el mundo. Caí conquistado por su risa contagiosa y su forma
amable de saborear cada segundo en la compañía de otros. Por eso
mismo decidí aceptar el trabajo de tutor privado. Yo tenía un buen
cargo en una excelente universidad británica, pero sabía que ella
estaba desesperada. Ese fue el primer paso hacia mi condena.
Nueva Orleans siempre ha sido un lugar
lleno de sabores y olores tan mezclados como su cultura y su gente.
Allí donde mires hay una belleza mágica que no sabes explicar. Pero
no hay belleza mágica mayor que esos ojos profundos de color azul.
Me enamoré del sobrino nieto de mi amiga. No hubo impedimentos en mi
corazón por su edad, ya que sólo rozaba los dieciocho, ni por su
inestabilidad emocional. Quedé profundamente enamorado sólo con
escuchar su voz y observar como sus labios se arqueaban en una
cordial sonrisa.
Quise huir en cuanto noté que estaba
enamorado de una joven de su edad, que mis sentimientos serían una
tortura y que el mundo mismo iba a hacerme enloquecer. Pero él me
rogó que me quedara. Con toda la inocencia del mundo me pidió que
permaneciera a su lado porque necesitaba un amigo y un guía en este
mundo de locos. Yo sólo pude abrazarlo y llorar en mi habitación
con la puerta cerrada. Quería matar mis ilusiones pero fue
imposible. Acepté la condena. Permití que en mis sueños él fuese
mío del formas distintas como única forma de mantener la cordura.
Nunca le he exigido que me ame pues
tampoco le he confesado mis sentimientos. Sólo me he quedado
contemplando como él intentaba ser feliz con la persona que ama. Me
mantengo al margen. Tan al margen que hace algunos años que no sé
nada de él y me he dedicado a cuidar al hijo que tuvo con otra
mujer. El pequeño me ha tomado cariño y soy su figura paterna. Mi
amiga murió hace algunos años y sé que no estaría encantada con
todo lo que está sucediendo. Sin embargo, yo soy feliz de algún
modo porque confío que él está viviendo el amor que necesita y
desea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario