Petronia quería publicar esto el 31 de Marzo, Día de la visibilidad Transexual, pero no ha podido ser. Hoy lo haremos.
Lestat de Lioncourt
Miré la fecha en el calendario una y
otra vez. Sabía lo que hacía. Comprendía bien que estaba
desquebrajando mi mente para aceptar que una vez más debía ser
visible de algún modo, ¿pero alguna vez fui invisible? Supongo que
quise serlo, pero no pude. La sociedad siempre imposibilitó que
estuviese en las sombras acomodada, acompañada con mis propios
miedos convertidos en demonio y diciéndome a mí misma que podía
superarlo.
A veces me siento más cómodo actuando
como se supone que debe hacerlo un hombre, pero amo demasiado ir de
un género a otro. Mis genitales quedaron en la intersexualidad.
Poseo pechos, pero tengo ambos genitales. Mi cuerpo no tiene
demasiadas curvas y tampoco me interesan más. Creo que tienen las
justas. Unas veces visto más sobrio, otras me coloco colores
llamativos e incluso vestidos. Soy algo violento al hablar, muy
masculino a la hora de mirar, pero después algo en mí se rompe y
saca a la luz la mujer que también soy.
He vivido denegando el género. Es
decir, no he usado ni uno ni otro o ambos a la vez. No es una locura,
simplemente quedé en la mitad y terminé aceptándome tal como soy.
Soy feliz, soy alguien respetado por mi comunidad artística y por el
hombre que me ama. ¿Necesito más? Tal vez sí. Necesito que dejen
de señalarme. Necesito que dejen de burlarse. Necesito que los
doctores dejen de calificarlos como enfermos y de aplaudir ideas
retrógradas. Habrá hombres transexuales que jamás acepten la
testosterona extra en su cuerpo, esa que se coloca con geles o
inyecciones, y habrá mujeres transexuales que jamás usen una gota
de maquillaje o nunca cambien sus genitales porque los han amado. Qué
más da.
Sin embargo, ahí estoy. Estoy frente a
la fecha y noto como Arion me observa. Estoy sin un trozo de tela y
me digo que soy una criatura hermosa. He luchado por seguir en pie
cuando me han querido aplastar. Ahora les toca a otros seguir
librando batallas. La sociedad debe aceptar que cada quien es como es
y no hay que imponer estigmas, mentiras biológicas o falsos dioses
que hablan de vírgenes que conciben hijos a través de palomas.
Hay que amarse más, respetarse más,
desearse más y olvidarse de tabúes. Mi nombre es Petronia, mi
género ya no lo sé ni me importa realmente, y mi sexo es una mezcla
maravillosa. Amo a un hombre, lo amo con la devoción que muchos
tienen a dioses y santos, porque me ha sostenido en los peores
momentos. Su color de piel jamás me asustó, a él no le asustó lo
diferente que puedo ser cuando la ropa cae al suelo y sus manos
recorren mi cuerpo.
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