Ah, Louis...
Lestat de Lioncourt
De nuevo he tomado la osadía de
regresar a mis viejas costumbres. Me he acomodado en uno de los
sillones favoritos de este inmenso castillo. La reunión acaba de
finalizar. Existe otra crisis, un nuevo misterio que parece asombrar
y preocupar a todos por igual, y Lestat se ha mostrado comprensivo,
compasivo, dialogante y atento a cualquier opinión o información.
Apenas reconozco al hombre que tengo a mi lado, aunque siempre pensé
que sería un líder mucho más sensato que otros. La experiencia lo
ha ido esculpiendo sin dejar ese aire intrépido, tenaz y atractivo.
Ya no es tan impulsivo, pero sigue creyendo en el amor y en la
esperanza. Creo que esos dos sentimientos, sin lugar a dudas, es lo
que mueve su alma.
Durante algunos minutos he guardado
silencio observando el fresco que ha realizado Marius. Ante nosotros
teníamos una de las imágenes que recordaban a la guerra de Troya.
¿Acaso no podíamos estar viviendo una? Un hermoso príncipe con un
enemigo en su interior, aunque todos sabemos que está ahí. Sin
embargo, creo que Amel no es un enemigo. Asumo que durante un tiempo
lo creí, pero ahora lo veo como algo que está en mí, en él y en
todos. Tenemos que amarnos tal como somos y a él hay que quererlo;
sin embargo, yo no puedo defender su inocencia con tanta vehemencia
como lo hace Lestat.
Soy parte de la corte de un príncipe
inquieto y temerario que quiere proteger a todos, salvarlos de sí
mismos, porque para él todos somos parte indispensable. Incluso ha
perdonado en parte a Rhosh. Es cierto que no lo tolera, ni lo quiere
rondando cerca de nosotros, pero no lo matará ni le intentará
causar daño alguno. Pero ese vampiro ambiciona venganza, poder y
violencia. Pude sentirlo en su mirada cuando se marchó después de
la última discusión, de una reunión similar a esta. Pude hacerlo.
Deseo volver a ver a Rose. Quiero
abrazarla y sentir como su cuerpo se pega al mío como si fuese una
niña. No deja de ser una niña jugando a ser mujer, pues es
demasiado joven. No veo a una criatura indefensa, sin criterio y sin
motivos para superarse; pero sí veo a alguien sin demasiados
conocimientos con respecto al dolor, el odio, la indignación o el
sufrimiento. Tal vez sintió la incomprensión de su verdadera
familia, el rechazo de esta y el posterior odio de la institución
donde quedó encerrada por un delito que ni siquiera había cometido.
Pero no ha vivido épocas enteras de horror, desesperación y
absoluta pena. Viktor, también quiero ver a ese muchacho, y decirle
cuan orgulloso estoy de él. Es mucho más sensato que su padre con
su edad, pero también es un niño. Ambos son muy jóvenes y
sobreviene otra crisis.
Tengo miedo, pero a la vez mantengo la
esperanza porque estoy al lado del ser al que amo. Confío en Lestat.
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