Caí envuelto en llamas a la tierra con la decepción amarga de la derrota. Notaba el electrizante de la sangre en mi boca mientras intentaba alzar el vuelo. Mis ojos eran incapaces de ver dónde me encontraba, estaba ciego y perdido en un mundo que desconocía. Mis brazos débiles e inútiles no sabían como hacer que mi torso dejara de estar tan pegado al suelo. Escurría mis dedos por la tierra clavándolos con impotencia. Por primera vez lloré en cientos de años, fue algo tan refrescante y pavoroso como la lluvia. No podía controlar mis emociones, no podía hacer nada. Si bien pude notar que mis alas ya no estaban y en su lugar notaba yagas, el aroma de la carne calcinada era notable en el ambiente.
-Father-susurré alzando el rostro hacia el cielo de donde procedía. Mi sitio estaba allí y no en medio de una tierra devastada. Mi castigo fue únicamente revelarme ante la vergüenza de ver al ser humano humillándose por dinero, bienes inmobiliarios y mobiliarios. Las guerras se creaban de la nada por un trozo de tierra y se engendraba odio en el mismo vientre materno. La hiel de la vergüenza, de la antipatía y de la decadencia. Le rogué mil veces a nuestro buen padre y mil veces fueron acalladas mis preguntas, mis reclamos y ruegos. Únicamente silencio obtuve de él, silencio hasta hoy.-Father.-mi voz estaba quebraba y no tenía fuerzas algunas.
-El ser humano es libre de elegir, de creer en mí o de inventarse propios dioses. el hombre así lo pidió, Lucifer así lo reclamó y yo de este modo lo otorgo. Has sabido lo que es el calvario, el mismo dolor que sufrió Jesús por pedir libertad para amarme y para que todos ellos sepan que es el amor real de Dios.-susurros fueron como gritos en mi mente, pero su voz no era la de un hombre cruel sino comprensivo.-Pides libertad y arrojas falacias de que no ayudo. A vosotros los ángeles os he ayudado demasiado, por ello ahora lucha por tu vida como cualquier humano y cuida tus heridas…Rafael. Así quizás entenderás qué es lo que deseaba explicarte con mis silencios.-calló de nuevo y todo se volvió más doloroso, más cruel…
Desperté en mi cama desnudo como estaba y las sábanas pegadas a mi cuerpo. Recordé el infierno, pude volver a notar sus llamaradas alcanzar mi cuerpo y la voz de Dios al fin en mi cabeza. Suspiré y tomé aire. Terminé por levantarme temblando abriendo la ventana para que el frío de la noche calmara mi piel húmeda por un calor prácticamente terrorífico. Entonces sentí una punzada en mi estómago y mis colmillos surgieron de entre mis labios, rozándolos, mientras me disponía a un nuevo día de caza.
-Libertad para todas las criaturas…libertad para que el demonio los juzgue con sus colmillos.-me giré observando el muchacho que yacía dormido en mi lecho, un amante ocasional que no dañaría. Caminé hacia los pies del colchón tomando mi camisa blanca de algodón, me coloqué mis vaqueros y descalzo como estaba salté por la ventana cayendo de pie sobre la acera.-Bienvenidos a mi jardín salvaje.
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