Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 17 de mayo de 2009

Dark City - Memento Carpe Diem - Capítulo 5 (parte XXXVI)




Ni cinco minutos tardó, ya estaba en la mesa engullendo todo lo que había preparado Phoenix. De cocina estaba escaso, pero de bocadillos sí tenía conocimiento para mezclar sabores y darles toques únicos.

-No lo va a manchar, además para eso existe el jabón y la tintorería.-sin duda tuvo que ponerse el más caro y más difícil de sacarle las manchas. Phoenix eso no lo veía, lo desconocía todo sobre lo complicado que era ese tejido. Él usaba ropa barata, si se cansaba de ella la desechaba, pero yo era de los que usaban líneas clásicas y también algo bohemias, eso jamás pasaba de moda.

Todos comíamos, aunque seguía preocupado por la forma de comer de mi hijo. No solía tener ese apetito, pero supuse que no había cenado y eso hacía que se disparara en él el instinto animal.

-Relájate Atsu, hoy tienes día largo y pesado en el nido de víboras.-el ayuntamiento no era sólo eso, sino que además el estrés del papeleo me dejaba agotado.-Come bien, lo mismo tú.-miró a mi hijo y se agachó para sonreír al ver a nuestra pávida perra guardiana.-Hola chica.-se agachó para acariciar su cabeza y entonces apareció mi gato maullando.

-Hola Chesire.-murmuré con una sonrisa y él maulló quedando frente a mí. Su cola se movía inquieta, se subió sobre mis piernas y observó el emparedado con la mirada bizca.

-Papá el gato no ha dejado de intentar dormir conmigo.-rió al ver como pasaba su lengua por los diminutos bigotes.

-No.-lo bajé y comenzó con la estrategia que usaba Phoenix. El gato era mío, yo era su dueño, sin embargo era una replica de mi amante.-No.-entonces empezó a llorar.-No. No voy a darte caprichos y tú Hizaki tampoco deberías dárselos. Si toman una costumbre después no se puede evitar que lo hagan.

-Tienes que castrarlo, antes de que empiece a tú ya sabes.-murmuró dando un sorbo de zumo.

-Lo sé.-nos parecíamos en todo, salvo que él era un idiota que terminó siendo tocado por Lexter. Nada más recordar que lo tuvo desnudo en su cama, que dejó que entrara hasta el fondo de su ser y mordiera su cuello, generaba en mí una sensación parecida a la necesidad de asesinar. Odiaba ver que mi hijo había sido mancillado por juegos de cama.

-Está bueno, Phoenix.-terminó todo, absolutamente todo.

-Extraño.-murmuré.

-¿Qué?-dijo mirándome sin saber porqué había dicho tal comentario.

-Que comas tanto. Si fueras mujer pensaría que estás en estado.-reí bajo cuando dije aquello, pero él me lanzó una mirada parecida a las que solía usar su madre. Eso era lo único que ella aportó a su genética y comportamiento.

-Es que está bueno, soy invitado y me.-no dejé que terminara la frase, yo mismo la seguí.

-Te dije que cuando estás de invitado jamás debes de dejar nada en el plato.-sonreí y él me devolvió la sonrisa moviendo nuestros brazos en el mismo segundo hacia nuestros zumos, dando un sorbo y dejándolo a un lado...tomando una servilleta, secándonos los labios y recostándonos en la silla.

Es cruel con sus animales, ¿verdad que si amor?-le hablaba al can como si fuera un hombre donde llorar mis maldades. Pero era algo por higiene y propia salud del felino. Astaroth aprovechó que Phoenix se inclinó hacia ella para lamerle el rostro, él tan sólo reía ante aquel gesto de cariño.-Atento a esto, Hizaki.-tomó un poco de pan y lo dejó sobre su hocico y la perra logró tomarlo.

-¿Estás bien?-dije mirando a Hizaki pasarse la mano por el estómago.

-Sí, sólo que voy a explotar.-entonces se levantó y miró fijamente algo de la decoración, se aproximó al objeto y sonrió. Eso que miraba era un cenicero que me hizo cuando tenía cinco años, aún lo tenía.-Lo conservas.-sonrió.-Pensé que lo habrías tirado ya.-

-Yo conservo todos los regalos que me has hecho tú o Hero.-lo dejó de nuevo en su lugar y fue hacia mí para abrazarme.-Idiota.-susurré y se despegó.

-Voy arriba, quiero sacarle fotos al bebé.-comentó subiendo de dos en dos los peldaños de la escalera.

-Se le ve contento.-me dijo nada más marcharse Hizaki.-Hoy cuando llegues te tendré una cena de reyes, he visto una receta que me gusto.-¿reyes? Rezaba internamente porque no terminara haciendo explosionar la cocina.-Estoy tomando gusto a la cocina.-pasó sus delicados brazos por mi cuello y sonrió, esa sonrisa cautivadora que me enloquecía. Nuestros labios tomaron contacto y al separarse acarició mis cabellos.-Quiero cocinar para ti.-

Mis manos se pegaron a sus caderas, lo subí bien sobre mí y mis labios se fusionaban con los suyos. La magia del amor funcionaba como ungüento pegajoso que nos mantenía unidos. Entonces la voz de mi hijo mayor me sacó de aquel romántico encuentro.

-Pa...-se quedó a medio decir lo que fuera. Yo estaba besando de forma desatada a Phoenix y él en esa situación jamás me había visto ni con su madre. Lo aparté y miré a mi hijo.

-¿Si?-interrogué esperando que no se hubiera molestado.

-Quería saber si te importa que haga un mural, con el photoshop.-comentó y yo asentí, se giró y volvió hacia arriba con las mejillas algo rojas. No sabía si era de vergüenza por no haber imaginado que algo así podía suceder o por haber interrumpido.

La reacción de mi pareja fue llevarse una de sus pequeñas manos a sus labios, esos tan seductores y enrojecidos, por el placer de aquellos besos fruto de una lujuria que no sabíamos controlar.

-Eso fue vergonzoso.-balbuceó dejando sus manos sobre sus acaloradas mejillas.-¿Sobre qué mural hablaba él?-su voz difícilmente se podía escuchar.

-Seguramente tomar fotos del bebé y hacer un fondo de pantalla. Desde que le compré su primer programa de diseño en el ordenador se pasa las tardes elaborando nuevos diseños, de ese modo cuando no puede salir se entretiene.- murmuré.-Creó uno bastante artístico con fotos suyas de todos los cumpleaños, seguramente aún está en su portátil.

-Vaya, ya entendí.-notaba que tenía cierto rechazo a mi hijo, quizás pensaba que podía dañar a Jun. A veces olvidaba que Jun era también un Sakurai de nacimiento y no un simple niño recogido de la calle. Tenía nuestra sangre y aunque no le pareciera buena idea de que yo fuera su padre, que lo recogiera, era un pedazo del alma de mi hermano. El linaje proseguía y proseguiría.-Espérame mientras saco a la perra de tu despacho.-resoplé pues odiaba que la perra estuviera aún en la casa. La llevó fuera al jardín y regresó mientras yo intentaba evitar la tentación de un cigarrillo. Había ido a hipnosis, terapia de grupo una vez a la semana, libros, parches de nicotina y chicles además de piruletas de sabor guinda.-Hoy vendrá Jasmine.-me sacó de mis pensamientos cuando dijo aquello entrando de nuevo en la sala.-Para lo de las invitaciones, si Hizaki se queda le preguntare si quiere ayudarnos para que no este solo.-aquello me parecía buena idea, así se conocerían mejor.

-Únicamente te voy a decir algo.-dije clavando mis ojos en él.-No quiero que lo vistáis de niña, porque te juro que mato a Jasmine.-no es que lo viera mal, sino que no quería que mi hijo fuera aún más gay de lo que ya era.-No quiero que sea tan gay, lo siento, me gustaría que fuera activo... y que ese hijo de puta no le volviera a poner una mano encima. Tan sólo pensar que lo ha tenido desnudo en su cama, gimiendo para esa rata y haciéndole creer especial.-me crispaba los nervios, más bien me hervía la sangre.

-A caso ¿Soy menos hombre por ser pasivo?-afiló su mirada y se giró rápido golpeándome el rostro con sus cabellos y se regresó a la cocina enfadado.

-No, no entiendes a que me refiero.-dije entrando en la cocina.-No quiero que sea pasivo, no me gusta que lo sea, porque Lexter está sacando partido de eso y nada más pensar que se entrega a él... se me revuelve el estómago.

¿Qué tiene ese tipo abajo que los vuelve a todos locos? ¿Una maraca? ¿O qué? No lo entiendo, es la clase de persona que no le importa nada ni nadie, salvo él. Me parece desagradable, chabacano, engreído, estúpido y no le veo ningún encanto.-dijo pegándose a mí.-Hizaki es joven, se le pasará ya que hay chicos muchos más guapos en la ciudad. Si no es así mándalo fuera, que conozca mundo y otras personas. Será bueno para él.-lo rodeé algo crispado al recordar como lloraba rogándome que no hiciera nada a ese maldito, todo porque lo amaba y no quería verlo sufrir. Bien sabía yo que iba de cama en cama con otros, que mi hijo solo era un trofeo y no importaba.

-Por eso no quiero que sea pasivo, por eso no quiero que sea... ya me entiendes.-dije abrazándolo.-Me gustaría que fuera dominante, impulsivo, pero simplemente se deja conquistar con unas palabras de afecto, unos regalos baratos y un mordisco en el cuello...

-Estará bien.-tomó mi rostro entre sus manos, acarició mi mejilla y sonrió levemente para relajarme quizás.-Confía más en tus hijos.-dijo con aquella sonrisa en sus labios.

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Lestat de Lioncourt