Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 17 de mayo de 2009

Dark City - Memento Carpe Diem - Capítulo 5 (parte XXXVIII)





Le arrebaté el sobre y comencé a leer. Aquel hombre no estaba divorciado, tenía hijos y era mayor que ella. Por un instante quise aplastarlo, pero luego recordé que yo era como él. Había vivido una aventura a espaldas de la que fue mi mujer y todo lo hice porque me enamoré como un quinceañero. ¿Qué distaba él de mí? ¿Qué? Nada, absolutamente nada.

-Primero.-dije mirándolo serio.-No eres nadie para interrumpir en la vida de mi hija.-le aclaré tirando todo en la mesa.-Segundo, sé que es responsable y no tiene porqué haber ido a por ninguna pastilla del día después y si lo hizo quizás ha sido mejor, es inteligente y denota que al menos aprendió la lección mía y de Megumi.-aclaré.-Ah, y tercero, que tú no folles no significa que mi hija no pueda o no deba hacerlo.-estaba molesto no porque hubiera hecho aquello, sino porque no me lo contara.

-Primero.-ya era el colmo de mi paciencia, comenzó a imitarme como un mono de feria.-Yo no persigo a nadie, si te traje esta información fue porque claramente se nota que no sabias que tu "princesa" andaba de coqueta con un tio ¿verdad?.-preguntó calando el cigarrillo para después sacar el humo.-Segundo... Si, tal vez es responsable y todo lo que tú quieras, papi.-susurró con malicia aquel papi, ese apelativo que quise hacerselo tragar a patadas.-Pero ¿De verdad se tomó la pastilla?-caló profundamente su cigarro y me observó.-Y tercero. No eres quién para saber a cuanta tia me tiro o no pero.-se levantó inclinándose en mi mesa.-Tu hija no esta nada mal, pero que nada mal. Evidentemente, me recuerda a Megumi.-eso era cierto, pero también era exacta a mi madre.-Las mismas pestañas, la misma estatura, las mismas piernas y esa piel extra suave que me fascina.-una ceja se alzó en mi frente, dibujé la cara de un perro rabioso muy probablemente. Estaba por saltar a la yugular.-Aunque creo que ya lo dije, pero si no, rectifico.-comentó para añadir.-Me gustan las tías, no las tías que parecen, visten y actúan como hombres.

-Mira cabrón.-mis modales de Yakuza volvieron a surgir.-Mi hija es idéntica a mi madre, tócala y te juro que te reviento la cabeza contra el asfalto. Me importa un carajo que venga luego tu amiguito a socorrerte.-mis ojos estaban fijos y coléricos, pero no temblaba, sabía controlarme.-Y si mi hija está o no está con un hombre ya me lo dirá ella cuando quiera, no eres tú precisamente quien tiene que hablar de relaciones padre e hija porque jamás has sido padre, ni lo serás, que te quede claro porque ratas como tú no merecen tener descendencia.

-Y si mi hija está o no está con un hombre ya me lo dirá ella cuando quiera.-repetió de nuevo, pero en tono que me hacían desear patearle el trasero hasta dejarlo sin poderse sentar en la vida.-Ese cuando quiera… quiere decir que aún no se llevan como padre e hija ¿cierto?.-indicó.-Creo que ella sólo te ve como un hombre común y corriente ¿no? y...-se sentó recargándose en la silla para echar los brazos hacia atrás, el pitillo lo apagó sobre la mesa.-No es que no tenga que saber del tema o no, es que infiero las cosas.-dijo levantándose de la silla para pararse junto a mí.-Por cierto, no respondiste mi pregunta ¿Se tomó la tomo la pastilla? Esperemos que sí, no sería bueno ver a la "princesa" del candidato de la Alcaldía preñada ¿cierto? ¿Qué pasaría si la prensa se entera? ¿No lo has pensado?

-No me toques las pelotas, porque vas a ir mal parado.-dije mirándole fijamente.-Amo a mi hija, me da igual lo que sienta o no por mí. Es mía y la voy a apoyar en sus decisiones. No sé que clase de hombres te crees que soy, pero te aseguro que soy muy distinto a ti y a tu estúpida mentalidad retrógrada. Por mucho que creas que te basas en tradición, te soportas pura mierda.-lo último lo dije bien alto.-Las tradiciones están para cumplirlas, pero algunas para cambiarlas. Y en mi familia se van a cambiar unas cuantas.

-Entiende algo.-dijo riendo bien alto.-Ya me da igual tu vida o lo que hagas con ella. Pero, la prensa no sabe nada de Miho ni de Megumi ¿Te imaginas lo que vivirán si la prensa las acosa? Tendrías que contratarles guarros y oscuros secretos ¿no?.-volvió a reír.

-Si no te importa ¿qué haces aquí? ¿Qué?-dije provocándolo, yo también sabía hacerlo. Tan sólo un crucial silencio, miradas de fuego cruzándose de un lado a otro y encendió un nuevo cigarrillo.

-¡Qué bien se siente joderte! ¡hombre! ¡Haces que vuelva a sentirme como crío!.-¿me lo juraba? Su comportamiento era el de un niño que le han quitado un juguete que jamás fue suyo, en este caso el amor de Megumi. Parecía dispuesto a machacarme día tras día para saldar su estúpida deuda autoimpuesta. Puso uno de sus mugrosos dedos sobre mí y caló hondo el cigarro, el tabaco formaba una humareda que no soportaba por la ansiedad que me provocaba.-Deberías hablar con Megumi de esto.-susurró.-A una madre no se le ocultan este tipo de cosas.-ese bufón me lo pagaría caro por mucho que ya se marchara.-Por cierto, si yo fuera tú hablaría con ese tío.-¿quién era él para darme consejos? ¿mi nuevo guía espiritual?-Al menos, pondría sobre aviso y tú sabes a lo que me refiero.-tiró su nuevo cigarrillo al suelo para aplastarlo.-Si te quieres servir de los datos que te he dado, adelante, ahí viene todo incluso el número telefónico de su dentista.-se volteó para mirarme por una última vez.-Que tengas un buen día abuelito, espero que le expliques pronto a tus nietos porqué el cielo es azul.-rió bajo tras aquella estupidez que había rememorado de unos dibujos clásicos, Heidi.

-¡Hijo de la grandísima puta! ¡Su bastarda madre estará retorciéndose en el infierno por traer al mundo semejante desgraciado!-grité furioso tomando las fotos para estamparlas en la mesa nuevamente.-¡Me cago en tus putos muertos cabrón!-pero esto no iba a quedar así, no por lo de Miho sino por todo. Ese tio iba a tener su merecido, antes o después, el karma no podía dejarlo huir de rosas y yo estaba empezando a creer en él porque todo lo malo se estaba volviendo.

Entonces lo noté, mi corazón, tenía que tranquilizarme como fuera. Me llevé una mano al pecho, respiré profundamente y cerré los ojos. Tenía que calmarme o me daría un paro cardiaco. Al final lo logré y bebí un trago de agua de la botella del dispensador de agua. Mis manos temblaban, el agua se derramaba del vaso de plástico y apenas lograba llevarme un trago a los labios.

-Tranquilízate Atsushi.-murmuré percibiendo que alguien entraba en el despacho. Me alarmé por si era aquel tipejo, así que me erguí y entonces lo vi. Era Uta y sostenía una pequeña caja de madera, seguramente era un almuerzo que había hecho para mí. Su cara estaba llena de sorpresa y temor, dejó con prisa la caja en la mesa y me agarró por el rostro.-Estoy bien.-lloraba, no había dicho nada y tan sólo lloraba.

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt