Le arrebaté el sobre y comencé a leer. Aquel hombre no estaba divorciado, tenía hijos y era mayor que ella. Por un instante quise aplastarlo, pero luego recordé que yo era como él. Había vivido una aventura a espaldas de la que fue mi mujer y todo lo hice porque me enamoré como un quinceañero. ¿Qué distaba él de mí? ¿Qué? Nada, absolutamente nada.
-Primero.-dije mirándolo serio.-No eres nadie para interrumpir en la vida de mi hija.-le aclaré tirando todo en la mesa.-Segundo, sé que es responsable y no tiene porqué haber ido a por ninguna pastilla del día después y si lo hizo quizás ha sido mejor, es inteligente y denota que al menos aprendió la lección mía y de Megumi.-aclaré.-Ah, y tercero, que tú no folles no significa que mi hija no pueda o no deba hacerlo.-estaba molesto no porque hubiera hecho aquello, sino porque no me lo contara.
-Primero.-ya era el colmo de mi paciencia, comenzó a imitarme como un mono de feria.-Yo no persigo a nadie, si te traje esta información fue porque claramente se nota que no sabias que tu "princesa" andaba de coqueta con un tio ¿verdad?.-preguntó calando el cigarrillo para después sacar el humo.-Segundo... Si, tal vez es responsable y todo lo que tú quieras, papi.-susurró con malicia aquel papi, ese apelativo que quise hacerselo tragar a patadas.-Pero ¿De verdad se tomó la pastilla?-caló profundamente su cigarro y me observó.-Y tercero. No eres quién para saber a cuanta tia me tiro o no pero.-se levantó inclinándose en mi mesa.-Tu hija no esta nada mal, pero que nada mal. Evidentemente, me recuerda a Megumi.-eso era cierto, pero también era exacta a mi madre.-Las mismas pestañas, la misma estatura, las mismas piernas y esa piel extra suave que me fascina.-una ceja se alzó en mi frente, dibujé la cara de un perro rabioso muy probablemente. Estaba por saltar a la yugular.-Aunque creo que ya lo dije, pero si no, rectifico.-comentó para añadir.-Me gustan las tías, no las tías que parecen, visten y actúan como hombres.
-Mira cabrón.-mis modales de Yakuza volvieron a surgir.-Mi hija es idéntica a mi madre, tócala y te juro que te reviento la cabeza contra el asfalto. Me importa un carajo que venga luego tu amiguito a socorrerte.-mis ojos estaban fijos y coléricos, pero no temblaba, sabía controlarme.-Y si mi hija está o no está con un hombre ya me lo dirá ella cuando quiera, no eres tú precisamente quien tiene que hablar de relaciones padre e hija porque jamás has sido padre, ni lo serás, que te quede claro porque ratas como tú no merecen tener descendencia.
-Y si mi hija está o no está con un hombre ya me lo dirá ella cuando quiera.-repetió de nuevo, pero en tono que me hacían desear patearle el trasero hasta dejarlo sin poderse sentar en la vida.-Ese cuando quiera… quiere decir que aún no se llevan como padre e hija ¿cierto?.-indicó.-Creo que ella sólo te ve como un hombre común y corriente ¿no? y...-se sentó recargándose en la silla para echar los brazos hacia atrás, el pitillo lo apagó sobre la mesa.-No es que no tenga que saber del tema o no, es que infiero las cosas.-dijo levantándose de la silla para pararse junto a mí.-Por cierto, no respondiste mi pregunta ¿Se tomó la tomo la pastilla? Esperemos que sí, no sería bueno ver a la "princesa" del candidato de la Alcaldía preñada ¿cierto? ¿Qué pasaría si la prensa se entera? ¿No lo has pensado?
-No me toques las pelotas, porque vas a ir mal parado.-dije mirándole fijamente.-Amo a mi hija, me da igual lo que sienta o no por mí. Es mía y la voy a apoyar en sus decisiones. No sé que clase de hombres te crees que soy, pero te aseguro que soy muy distinto a ti y a tu estúpida mentalidad retrógrada. Por mucho que creas que te basas en tradición, te soportas pura mierda.-lo último lo dije bien alto.-Las tradiciones están para cumplirlas, pero algunas para cambiarlas. Y en mi familia se van a cambiar unas cuantas.
-Entiende algo.-dijo riendo bien alto.-Ya me da igual tu vida o lo que hagas con ella. Pero, la prensa no sabe nada de Miho ni de Megumi ¿Te imaginas lo que vivirán si la prensa las acosa? Tendrías que contratarles guarros y oscuros secretos ¿no?.-volvió a reír.
-Si no te importa ¿qué haces aquí? ¿Qué?-dije provocándolo, yo también sabía hacerlo. Tan sólo un crucial silencio, miradas de fuego cruzándose de un lado a otro y encendió un nuevo cigarrillo.
-¡Qué bien se siente joderte! ¡hombre! ¡Haces que vuelva a sentirme como crío!.-¿me lo juraba? Su comportamiento era el de un niño que le han quitado un juguete que jamás fue suyo, en este caso el amor de Megumi. Parecía dispuesto a machacarme día tras día para saldar su estúpida deuda autoimpuesta. Puso uno de sus mugrosos dedos sobre mí y caló hondo el cigarro, el tabaco formaba una humareda que no soportaba por la ansiedad que me provocaba.-Deberías hablar con Megumi de esto.-susurró.-A una madre no se le ocultan este tipo de cosas.-ese bufón me lo pagaría caro por mucho que ya se marchara.-Por cierto, si yo fuera tú hablaría con ese tío.-¿quién era él para darme consejos? ¿mi nuevo guía espiritual?-Al menos, pondría sobre aviso y tú sabes a lo que me refiero.-tiró su nuevo cigarrillo al suelo para aplastarlo.-Si te quieres servir de los datos que te he dado, adelante, ahí viene todo incluso el número telefónico de su dentista.-se volteó para mirarme por una última vez.-Que tengas un buen día abuelito, espero que le expliques pronto a tus nietos porqué el cielo es azul.-rió bajo tras aquella estupidez que había rememorado de unos dibujos clásicos, Heidi.
-¡Hijo de la grandísima puta! ¡Su bastarda madre estará retorciéndose en el infierno por traer al mundo semejante desgraciado!-grité furioso tomando las fotos para estamparlas en la mesa nuevamente.-¡Me cago en tus putos muertos cabrón!-pero esto no iba a quedar así, no por lo de Miho sino por todo. Ese tio iba a tener su merecido, antes o después, el karma no podía dejarlo huir de rosas y yo estaba empezando a creer en él porque todo lo malo se estaba volviendo.
Entonces lo noté, mi corazón, tenía que tranquilizarme como fuera. Me llevé una mano al pecho, respiré profundamente y cerré los ojos. Tenía que calmarme o me daría un paro cardiaco. Al final lo logré y bebí un trago de agua de la botella del dispensador de agua. Mis manos temblaban, el agua se derramaba del vaso de plástico y apenas lograba llevarme un trago a los labios.
-Tranquilízate Atsushi.-murmuré percibiendo que alguien entraba en el despacho. Me alarmé por si era aquel tipejo, así que me erguí y entonces lo vi. Era Uta y sostenía una pequeña caja de madera, seguramente era un almuerzo que había hecho para mí. Su cara estaba llena de sorpresa y temor, dejó con prisa la caja en la mesa y me agarró por el rostro.-Estoy bien.-lloraba, no había dicho nada y tan sólo lloraba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario