Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 21 de junio de 2009

Dark City - Fuera de control - Capítulo 7 (parte IV)


-Papá ¿vamos a ir al zoo hoy?-preguntó mientras movía sus piernas sentado en el taburete.

-Sí, claro.-no tenía pensado hacerlo, pero quería huir de Uta y de Phoenix.

-Perfecto, podemos comer allí. Han abierto un restaurante de comida mediterránea.-comentó tomando una servilleta para doblarla y extenderla. Era un tic nervioso, Hizaki tenía un tic en su ojo al igual que el mío. Sin embargo, Hero era de juguetear con papel y a veces lo hacía trizas, eso era cuando su estado de nervios era excesivo.

-Sí, claro.-revolví sus cabellos y me acomodé en el taburete.

-Papá ¿ya no fumas?-preguntó observándome fijamente.

-No, fumo. He decidido que ya es hora que deje un mal hábito.-sonreía mientras lo hacía y di un trago al vaso de agua que me ofrecieron.

-Hizaki está fumando, no me gusta a veces entrar en su cuarto porque apesta a tabaco.-se recargó en la barra y resopló.-Los pocos que se fuma en casa lo hace ahí, en el alfeizar de la ventana.-bajó los párpados y se incorporó estirándose de forma leve, sus modales le impedían ser como Hizaki. Su hermano no tenía escrúpulos en ocasiones, me recordaba a mí de joven salvo que solía tener paciencia.

-Lo sé, tengo que hablar seriamente con él.-comenté bastante serio.-No tiene idea de los problemas que puede ocasionar el tabaco.-murmuré y pensé en mi corazón, mis pulmones no estaban tampoco demasiado bien. Sabía que tenía que realizarme un chequeo exhaustivo, hacer de nuevo ejercicio y olvidarme de la nicotina.

-Sí que lo sabe, todos sabemos que el tabaco no es bueno.-se rascó la mejilla y me miró de reojo.-Así que no lo defienda, me molesta que le defiendas y a mí siempre me regañes.

-No es eso, no es defenderlo.-respondí de inmediato, no me agradaba que pensara eso.-Él no sabe las consecuencias en su propia piel.-aclaré.

-Tú tampoco, has tenido suerte.-dijo con una sonrisa mientras daba un sorbo al batido.

-Sí, suerte.-susurré recordando lo que me dijo el médico, que mi corazón podría tener un colapso y que estaba tan enfermo por la nicotina. Desde los quince años he fumado, siempre un par de cigarros pero terminé con varias cajetillas.

-Me gusta esta canción.-dijo señalando la radio que emitía una de tantas canciones pop de los ochenta de este viejo, y a veces enfermo, país.-¿Cómo se llama?

-Soledad.-respondió la camarera.-¿Sabes lo que significa?-interrogó la chica, mientras limpiaba la barra de un poco de batido que se había derramado.

-¿Transexualidad?-yo únicamente los escuchaba.

-Sí, habla de la represión y de la soledad que puede generar no poseer lo que deseas por cuatro idiotas.-cuando dijo aquello me miró directamente.

-Lo sé.-susurré.-Me está echando en cara mi pasado, sin embargo no me conoce.-recalqué frunciendo el ceño.

-Por idiotas como usted hemos vivido una represión extrema en esta ciudad.-cuando dijo hemos entonces me fijé en la leve nuez que se mostraba en su cuello.

-Mi padre me golpeaba desde niño, casi me mata al saber que era bisexual y cambié por miedo a que matara a golpes a mi madre. A parte, mi suegro era idéntico. No me hubieran dejado disfrutar mi amor por Clarissa. Sacrifiqué a muchos por egoísmo, por miedo, por represión. Pero no me arrepiento del todo, en parte porque vendí mi libertad y la de muchos, sin embargo tengo dos hijos gracias a ello. No me juzgue porque no tiene ni puta idea de con quién está hablando y la poca razón la pierde.-lo dije sereno y mi hijo abrió los ojos de forma notoria.

-Papá.-él no sabía ese pasado, siempre se lo oculté aunque Hizaki sabía bastante de ello ya que con quince años le conté todo.

No quería que mis hijos me tuvieran lastima o sintieran que en comparación mía eran demasiado afortunados. Ellos se ganaban las cosas que tenían, estarían algo mimados pero lo hacía sin darme cuenta. Quería que tuvieran todo y lo mejor, si bien les hacía tener retos para conseguir ciertos objetos de ocio como consolas.

-Lo lamento.-murmuró ella aferrada a la barra del mostrador.

-Si me desea retar con canciones de los ochenta… va mal encaminada.-susurré.-¿Recuerda “no dudaría”?-pregunté y ella asintió con una sonrisa leve en sus labios.-Así me siento.

-¿Cuál es esa?-preguntó mi hijo y le acaricié sus cabellos con una sonrisa.

-Me hago viejo, gracias por recordármelo.-dije mientras él volvía a tomar de aquel batido de fresa.

-Todos juzgamos.-cuando dijo aquello hice una señal para que se aproximara a mí.

-Pues lamento contradecirla, ante mí veo una mujer y no lo que fue en el pasado. No juzgo a las personas, tan sólo era una máscara.-susurré de forma baja para que mi hijo no escuchara.-Además, ¿cómo hacerlo? Veo a una hermosa chica y nada más. No podría imaginarla de otra forma.-se sonrojó cuando me aparté y me levanté del taburete.

-No valen secretos.-dijo él mientras terminaba el batido.

-No vale refunfuñar.-respondí dirigiéndome hacia el otro lado de la barra y tomé un par de caramelos.-Cóbrelos con el batido.

-Sí, claro.-salió de aquel hieratismo de maniquí perfecto.

Era una chica delgada, ojos verdes de tigresa, labios jugosos y piel clara. Cualquier comparación con un hombre era un insulto, era idéntica a cualquier chica biológica y apostaría que aparentaba un par de años menos de los que tenía en realidad. Hasta ese instante no había reparado en que era una chica transexual. Sin embargo, me agradó dejarle en claro quién era o más bien quién éramos. Seguramente había pasado tratos parecidos a los míos, supo comprender y quedar en paz. Usualmente ponía esa canción, soledad, y me alegré que mi hijo dijera aquello para comenzar a conversar con ella.

Tras pagar todo lo llevé al zoológico. Hacía bastante sol así que no me despegué de mis gafas de sol, llevaba en la mano mi móvil para sacar fotografías y la que tenía libre apretaba la suya. Temía que se despegara y se perdiera, como pasó con Hizaki cuando era niño. Aún recuerdo ese día, creo que el miedo de perderlo no se marchó jamás y sigue enclaustrado en mi mente. Siempre he sido sobreprotector, pero desconocía mis límites.

-¡Papá quiero ir donde las aves!-gritó separándose de mí mientras corría hacia una cuesta bastante empinada con mil peldaños.

-¡Hero!-dije persiguiéndolo y cuando lo tuve frente a frente estuve a punto de reprenderlo, pero esa ilusión en su mirada me frenó.

Temía por Imai, temía también que se cayera o que se perdiera sin más. Hero era el último vínculo con Clarissa y a penas disfruté de él cuando era un niño. Ambos trabajábamos demasiado, él creció a la sombra de Hizaki y por extraño que parezca veía a mi hijo mayor más padre suyo que yo. Lo estreché con cierta fuerza, temía que se marchara y no volverlo a ver. Había echado en falta sus juegos, su mirada cargada de inocencia y sus conversaciones de adulto. Estaba en una etapa difícil, ni niño ni adulto, y me la estaba perdiendo como la de Miho.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt