Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 11 de junio de 2009

Dark City - Swimming in Blood - Capítulo 6 (parte XI)


-Sí, lo sé muy bien.-respondió sobre su pequeño tic.-Yo no lo llamaría encanto, sino marca personal.-rió bajo dejándose acariciar. Era mi pequeña y no podía evitar desear abrazarla.-Mi tío y Megumi me dicen lo mismo y no creo poder llegar a experimentar ese tipo de dolor. Megumi siempre me ha prometido que estará siempre conmigo.-una madre muere por causas naturales antes que su hijo, aunque no se desee. Las personas se iban, sabía Megumi perfectamente que esa promesa no iba a ser posible.-Y lo de Harry.-ese nombre me hizo alzar una ceja, lo hubiera matado yo con mis propias manos pero me hubiera tenido que desplazar hasta Gran Bretaña.-Tal vez no me dolió porque.-hizo un leve inciso buscando las palabras correctas.-Nunca lo vi como un padre ni como figura paterna.-me alegró escuchar eso, me calmó en cierta forma. Nadie había usurpado mi hueco en su vida y en esos momentos lo estaba tomando poco a poco.-Para mí, mi madre, siempre fue madre soltera.

-No tuve la suerte de poder verte crecer.-observaba a mi hijo correr como si la vida le fuera en ello con la moto.-Tampoco de hacerte madurar aunque fuera con castigos fuertes.-con Hizaki no dejé pasar ni una cuando era niño. Si no recuerdo mal lo dejé sin campamentos, sin televisión y sin muchos caprichos hasta que se enderezó de nuevo. Si bien, siempre volvía al mismo camino y dejé de ser severo. Los genes son los genes y no se pueden cambiar.-No he estado, pero puedo estar cuando tú lo decidas.

-Con lo de crecer, para eso ya no hay solución. No hay que lamentarse por cosas que ya no se pueden hacer o al menos no con ciertas personas.-levantó su mirada clavándola en la mía. Acepté lo que decía, pero aún así deseaba conseguir las cintas de VHS que según Uta él poseía, las pasaría a DVD y las vería hasta saberlas de memoria.-Ahora tienes a Jun, así que podrás ver crecer a alguien.-no comprendía, no era verla crecer por tener momentos de ese modo, sino por no tenerlos con ella.-Y con lo de madurar. Aunque te guste, o no oírlo, eso lo hizo Harry, muy a su estilo, pero lo hizo.-me crispaba los nervios escuchar ese nombre en sus labios.-Por algo soy como soy.-se equivocaba en eso, había rasgos míos en ella a pesar de que no habíamos tenido roce. Era increíble que fuera tan cabezota, amara la música y se dedicara a pelear con quien se pusiera frente a ella.-Atsushi, con respecto a la de Eduart. No es que no quisiera decírtelo, simplemente la relación se dio espontáneamente y bueno.-intentaba hacerme comprender, pero me dolía no ser el primero en enterarme. Seguramente Uta y su madre ya lo sabían, tal vez media ciudad lo conocía.-Si bien habrás investigado y pues…-parecía resultarle difícil explicarme todo, yo tan sólo la dejé hablar.-Ya tengo un buen tiempo trabajando con los Sea y creo que el trato diario que tuve con Eduart fue lo que hizo que.-balbuceó un segundo y volvió a intentarlo.-empezará todo.-quería hacerme entender que no era un capricho, pero ella era adulta para no tener caprichos.-No quiero que pienses que está jugando conmigo o algo así, porque te equivocas. De haber sabido o supuesto que todo era un juego, no habría cedido en empezar tal relación y mi trabajo, por más que me doliese separarme de su hijo.-dijo mirándome bastante seria.-Hubiera renunciado a el.

-Me importa poco si juega o no contigo, se debe hablar con el padre de la chica ¿o eso ya no se lleva?-me recosté en las gradas y la observé. Entonces lo vi bajarse de la moto y marcharse a comprarse otro refresco.-Lo de ver crecer a Jun no cambia que no haya podido verte a ti.-no la miraba tan sólo estaba atento al paisaje, sin embargo giré el rostro y sonreí.-No compares.-me levanté y me quedé frente a ella.-Tengo que ser sincero, a Hizaki se lo dije pero si te lo digo a ti tienes que prometerme que no se lo dirás a Megumi.-comenté serio.-El tabaco ha hecho huella en mi corazón, necesito una vida sin tanto estrés...

-¿Pretendes que le mienta a mi madre? Bueno, de mi cuenta corre que yo no le diré nada pero sabrás bien que las madres saben todo con tan sólo vernos.-eso era cierto, sonreí recordando a la mía que conocía cada uno de mis trapos sucios y cuando menos lo esperaba los lanzaba a mi cara.-Así que luego no me eches la bronca por si ella se entera.-cruzó sus brazos y piernas, unas piernas largas como las de ella. Era ver a mi madre, era una replica tan perfecta como real.-¿Qué es lo que te sucede? ¿Es grave?

-Principio de infarto por estrés y por llevar una mala vida durante muchos años.-comenté casi riendo.-Es curioso jamás tuve estrés y desde hace un año ando desquiciado. No sé porqué pero estoy empezando a pensar que algo bueno saqué estando con la bruja de Clarissa.-miré hacia un lado y hacia otro, notaba como si me vigilaran pero no sabía porqué. Quizás tenía paranoia por culpa de aquel maldito mafioso.

-Prometo no darte más problemas. No te preocupes por Eduart, él hablará contigo y entenderás, o entenderéis más bien, que mis acciones son maduras y ninguno debe de temer nada del otro.-comentó con esa sonrisa que me enternecía. Sin duda mi madre me mandó un regalo haciendo coincidir su lugar de huida con la ciudad donde vivía. No creía en las casualidad y esa no lo era, alguien movió hilos.-¿Sabes? Haré como tú, reduciré el consumo aún más de cigarrillos. Ya casi no fumo, uno o dos al día, pronto dejaré totalmente de fumar. Es algo bueno que ha hecho Eduart, deberías darle las gracias.

-Vi tus fotos con él en urgencias.-comenté tomando aire.-Me dieron unas buenas instantáneas, pero tranquila únicamente las guardo por si las quieres. Yo no mandé a hacer ese trabajo, él vino solito a joderme la mañana y por poco me infarto cuando comenzó a...-susurré y me callé.

-¿Cuándo comenzó a qué?-sus ojos se abrieron y se volvieron furiosos.-Dímelo, porque si tú no lo matas, lo mato yo.-se alteró, pero pronto relajó sus nervios. Quizás porque temía que tantas emociones, cambios bruscos de humor y demás situaciones hicieran que en un futuro ella se viera en mi posición.-Sé sincero, como has hecho hasta ahora, ¿quién te dio las fotografías? ¿Fue un tal Imai?-me preguntó mirándome a los ojos, intentaba desvelar el misterio.

-Hay dos Imai, Imai el que viste en el concierto que es mi amigo e Imai el capullo que está enamorado de tu madre. Al no darle una oportunidad la toma conmigo, contigo, con Hizaki, con Phoenix y con todos los que quiero.-suspiré algo agotado.-Tan sólo espero que no arruine mi boda.-ese era mi mayor miedo, quería regalarle ese día de autentica felicidad a mi pareja y él podía destrozarlo todo.

-No creo que se atreva. ¡Eres Atsushi Sakurai!-cuando dijo eso con tanta energía comencé a reír a carcajadas, recordé a Uta y su hiperactividad.-De seguro pondrás guardaespaldas hasta en los baños.-ella también comenzó a reír junto a mí.-Y si llega a hacerlo, cuanta conmigo para matarlo.-se quedó entonces pensativa, observando la moto.-Muchas gracias por la moto, de verdad, ha sido un lindo detalle. Todo ha sido muy agradable.

-Lo sé, no me arruinó el concierto pero.-hice un inciso y miré al cielo.-Odio tener esta presión, sé que yo soy su objetivo pero que hará daño a los que quiero.-entonces la miré.-Me odiarás, cuando sepas lo que he hecho... tan sólo por despecho.-comenté sin más.-He cometido muchos errores.

-¿Hum? ¿Por qué dices eso? Apenas llevamos unos cuantos meses de tratarnos y ¿Me vienes con esto?.-volvió a mirarme directamente a los ojos, quería hacerme chequeo completo como lo hacía Hizaki cuando conversábamos y yo con él.-Qué hiciste? ¿Le hiciste algo a Eduart? ¿Ya lo mandaste fusilar por ser mi pareja? ¡Qué padre tan receloso eres!

-No, lo dejaré vivo, mientras que no te haga daño.-dije bastante serio.-Lo sabrás en su momento.-Uta, siempre Uta. Quería estar con él y besarlo de forma apasionada, pero a la vez alejarme porque no lo amaba y sabía que era puro capricho.

-¿Y cuándo es ese momento? ¿Por qué no me lo dices de una buena vez? No es algo tan malo como para odiarte ¿cierto? y con lo de Eduart.-hizo un inciso tomando aire y dejándolo ir.-Quédate tranquilo, no me hará nada. Primero muerto que hacerme algo, más sabiendo que su suegro es Yakuza retirado.-rió casi a carcajadas, daba por hecho que se imaginaba a su pareja temblando y hecho ovillo por culpa de una sola de mis miradas.

Hizaki apareció cargado con varios cubos de helado del kiosko. Su rostro había cambiado por completo, parecía que hacer deporte, fuera cual fuera, le desestresaba. Yo hacía lo mismo, pero con Phoenix y todo lo que tenía pendiente el deporte siempre quedaba relegado.

-¡Tadá!- entregándonos helados de sabor chocolate y vainilla, el de fresa se lo guardaba para él.-Un aplauso ¿no?-miró a Miho.-Anda marimacho no dirás que tu hermano es cruel contigo, soy todo un santo.-nada más escuchar eso tuve un movimiento involuntario, un buen golpe en su cogote que resonó.-¡Papá!-se quejó mientras yo comenzaba a tomar mi helado.

-Deja de llamarla así.-gruñí antes de llevarme la primera cucharilla a mis labios.

-Vale, vale.-comenzó, como yo, a tragar aquella delicia.-Disculpas Miho-sama.-dijo con sutil ironía.

Empezamos a dialogar sobre otros asuntos, más importantes a mi parecer, su futuro. No el de mi hija, ella era historiadora y tenía las mejores notas de su curso. Era alguien inteligente, alguien que amaba realmente lo que había estudiado y entregada por completo a su vocación sin salida. Una vocación que sin duda tenía parte del amor de Megumi por la historia, al igual que yo. Yo amaba la historia, sobretodo la del arte y la oriental, su madre amaba las leyendas de Japón y todo esto sería una influencia para ella. Yo pensaba que los genes no son simples cadenas de ADN, muchos científicos han llegado a discutir si también se transmiten sensaciones de padres a hijos mediante las células que forman el feto.

Hizaki sin duda era aún más parecido a mí. Un estúpido algo greñudo que deseaba brillar lejos de la sombra de un despacho. Quería ser cantante, bailarín, actor y modelo. Amaba dibujar pequeñas caricaturas, aunque no tenía demasiado talento, pero sí para lo antes mencionado. Poseía lo que se llama encanto, el típico encanto de nuestro clan. Los Sakurai siempre fuimos grandes y honorables guerreros, luchadores y encantadores que sumíamos a millones en sueños. Muchos en mi familia eran grandes escritores, renombrados poetas de antaño, gloriosos guerreros, triunfantes actores y brillantes economistas. Mi padre era de los últimos, alguien que amaba la contabilidad y contar sobretodo las palizas que me daba.

Conocía, más bien sabía desde hacía mucho tiempo, que mi hijo no iría a una universidad común y corriente, no buscaba eso. Quería estudiar interpretación y lo dejó claro cuando interpretó a un árbol prácticamente en el jardín de infancia. Su personaje era un manzano y bailaba junto a una platanera, además de otros arbustos, cantando sobre las propiedades de la fruta. Sin duda durante años me estuve riendo sobre su cara cuando le dijeron que tenía que cantar ese horror, pero lo hizo bien y se llevó una gran ovación. Saboreó con corta edad esa adictiva sensación de sentirse un dios, alguien superior al resto sólo porque conoce unos simples trucos de magia del entretenimiento.

-Pronto comenzarás la Universidad ¿has pensado en quedarte en la de esta ciudad? Es una de las más importantes del país, de las más prestigiosas. Tiene varias carreras, tanto de pura ciencia y números como otras más centradas en las artes. ¿Qué carrera vas a escoger?-pregunté esperando que me respondiera que deseaba un par de ellas, que estaba indeciso, pero sabía y bien su respuesta.

-No pienso ir a la universidad, primero estudiaré interpretación y luego ya se verá.-dijo engullendo por completo el helado.

-Hizaki, es tu futuro y no deberías de dejarlo todo en el aire. Al menos estudia a la vez económicas, tendrás que llevar las empresas y dejar todo a terceros no es lo mejor ni lo más inteligente.-respondí algo serio, mis ojos lo decían todo. No quería que mi hijo se convirtiera en un vago, temía que todos se burlaran de él y lo señalaran por la calle o quizás miedo a que lo hicieran conmigo. Tenía dinero y talento, sí, pero también inteligencia que podía ser aplicada. Es más debía ser aplicado todo ello a sus estudios.

-Quizás en otro momento, primero estudiaré lo que amo. Papá no quiero iniciar una carrera para haceros felices a ti y a mamá, no quiero. Porque sé que no lo amaré, que me sentiré un fracasado, me aburriré y agobiaré. Papá, será un fracaso y también tiempo perdido.-mi hijo solía hablar poco de esa forma, tan seguro y tan entregado.

-Deberías hacerle caso al viejo.-comentó mi hija sacándose la cucharilla.

-No me llames de ese modo, si no quieres llamarme padre llámame…-no terminé cuando se metió por medio mi hijo.

-Viejo infartado.-tras decir eso tuvo un buen golpe en la cabeza.

-¡Idiota!-grité y él comenzó a reír, creo que todos lo hicimos.

-Papá yo amo meterme en líos, pero el lío de los estudios no me llama poderosamente la atención.-susurró.

-Hazle caso mocoso, debes estudiar. Al menos una carrera, siempre es bueno tener algo.-dijo dejando el envase del helado vacío en las escaleras.

-¡No me llames mocoso marimacho!-gritó y ella se puso frente a él.

-¡No me llames marimacho mocoso!-dijo e intentó hacerle una llave, Hizaki la esquivó y la derribó con delicadeza.

-Parad, no es momento para juegos.-dije observándolos mientras me acomodaba bien entre el hormigón de esas gradas.

-¡Empezó él!-gritó ella algo molesta.

-¡Mentirosa! ¡No paras de joderme con mi edad!-gruñó.

-¡Yo no soy una marimacho! ¡Viejo dile algo!-cuando dijo eso la fulminé.

-¡Yo no soy un viejo!-ambos se quedaron callados, se miraron y me miraron.

-¡Claro que lo eres! ¡Eres un viejo infartado!-reí ante su reacción casi unísona.

-Bravo, pero en realidad lo que soy, lo que somos, es un Clan al que debéis de rendir tributo con vuestro orgullo y pasión. Ser un Sakurai viene en los genes.-susurré con una media sonrisa.

-Le quitas toda la gracia a meternos contigo.-dijo mi hijo y en un rápido movimiento le golpeé, pero puso el brazo. Comenzamos a pelearnos. Sus manos se movían rápidas, tan rápidas como las mías. Su giro de piernas y mis movimientos casi felinos que los esquivaban. Era como una maldita danza de dos fieras que intentaban dominar un pequeño territorio. Cuando nos agotamos pedimos tiempo alzando la mano, jadeando y mirándonos.-Maldito viejo, aún conservas la forma.-clavo sus ojos en mí y luego se echó a reír a carcajadas.

-Menudo espectáculo estamos dándole a tu hermana.-comenté colocándome bien el mono.

Entonces nos abrazamos, como cuando aún nuestras vidas seguían un ritmo tranquilo y sin sobresaltos. Revolví sus cabellos algo largos y tiré de su pendiente.

-Te he dicho que te quites estas porquerías.-dije algo serio.

-Pero a las chicas les gusta.-era incorregible incluso para eso, pero por ello era prácticamente mi doble. No sólo por el físico bastante similar, sino por el modo de encajar los golpes de la vida.

-Quereis dejar de comportaros como machos en celo.-dijo mi hija y nos giramos.-Por dios, si llego a saber que os ibais a comportar como niños os hubiera llevado a una guardería.-se encogió de hombros y nosotros nos miramos, la miramos a ella y comenzó a inquietarse.-¿Qué?-dimos un paso hacia el frente al unísono.-Oíd, yo… soy una chica no lo olvideis.-tragó saliva y dimos otro paso, nos pusimos en posición y ella se quedó fría.

-¡Baka!-gritó mi hijo comenzando a reír.

-Sí, su madre tenía esa misma reacción.-cuando dije aquello Hizaki me miró fijamente.

-Me gustaría conocerla, seguro que es rubia.-entonces volvimos la mirada hacia de Miho. Había inflado sus mofletes, cerrado sus puños y caminó hasta nosotros. Entonces vino un soberano golpe a cada uno.

-¡No os burléis de mí!-dio un buen pisotón al suelo se giró totalmente encorajada. Su orgullo se había herido.

-Miho, no tienes respeto por las bromas. Se deben de acatar y buscar una nueva aún peor.-no se giraba, ambos nos inquietamos.

-Perdónanos Miho.-dijo mi hijo intentando que se diera la vuelta.-Miho.-susurró y al girarse comenzó a reír.

-¿Enfurecerme con vosotros? Por favor, si os comportáis como niños. Tan sólo me dais cierta ternura y a la vez lástima, nunca madurareis.-tenía razón, no queríamos madurar.

Quedamos los tres en silencio y no sé porqué se rompió en sonoras carcajadas. Carcajadas que eran sin duda la liberación, la unión y la sensación plena de pertenecer a algo. Pertenecían a un linaje milenario, unas raíces que debían comprender y amar por encima de cualquier nación o cultura. Tenían que aprender que la complejidad de sus rasgos provenía de unas raíces profundas y ricas.

-¿Sabíais que nuestra familia tuvo honorables samurais?-no recordaba si se lo había contado a mi hijo, a veces olvidaba lo que contaba en momentos de relax. Porque en realidad disfrutaba de su presencia, de verlo crecer tanto físicamente como intelectualmente.

-Sí, me lo contaste cuando era niño. Decías que luchaban por ayudar al país, hasta que se volvieron corruptos. Pero que en esa época ya estaban disueltos, querían hacer que desaparecieran de la faz de la tierra porque la nueva milicia era mejor. Todo era por culpa de occidente, por ello muchos de los más rancios nipones odian a Estados Unidos y todo lo que venga de fuera. Sienten que Japón pierde su aroma especial, su seducción mágica.-aclaró recostándose en el cemento de los peldaños que se usaban de gradas.

-A mí no. creo que no lo sabe Megumi, si fuera así me hubiera contado algo cuando supe quién eras. Mis raíces son importantes para mí, las raíces de todos. Creo que por ello tomé Historia y no otra carrera, si supiérais lo interesante que puede llegar a ser seguir los pasos de personas que ya no están. Pasos que aún resuenan por el mundo como un eco indeleble en ningún otro, no se va. Una mancha en el alma que se hereda y que termina siendo intrahistoria.-sonrió tras aquello, era una magnífica exposición y entonces noté como Hizaki la miraba absorta.

-Por ello amo la pintura.-replicó.-La historia que guarda en cada lienzo, carboncillo, acuarela o trazo. No puedes imaginar cuantas almas han quedado grabadas. Las almas tanto del modelo como del que ingenió la pesadilla o sueño que representa. Amo sobretodo el arte plástico, pero también la danza y la música. El cuerpo expresa el pasado, las costumbres y las dotes que otro nos ha mostrado. La música libera las almas, las amansa o simplemente las enclaustra en pensamientos. Y te juro marimacho que eso es lo que siento cuando canto.-mi hija estuvo a punto de golpearla, pero se quedó quieta cuando escuchó “canto”.

-¿Cantas?-preguntó.

-Sí, canta. Es un gran cantante tanto de rock como de rock-pop. Sabe varios idiomas y…-él me detuvo para hablar el mismo de su pasión.

-Toco la batería, canto, bailo y compongo. También he realizado pequeños cortos, pero no son muy conocidos. Quiero estudiar interpretación porque muero por poder expresar lo que mi alma grita…la libertad absoluta.-susurró incorporándose.


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Lestat de Lioncourt