Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 25 de marzo de 2010

Dark City - capitulo 15 - La polvora en el aire IX


Pero mientras discutían me quedé con la frase “soy tu jefe”. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Aquel jovencito de aspecto angelical y de forma ruda, aunque a veces alocadas, era su jefe. Un mafioso más. Al ver su aspecto y relacionar su forma de ser supe que estaba con uno de los líderes de las secciones de la mafia. Mis piernas temblaron y mi estómago se revolvió.

-Kamijo.-susurré tragando saliva.-¿Podemos hablar a solas un momento?-pregunté levantándome de mi asiento y él sólo me siguió.

Nada más salir al pasillo lo conduje a un rincón tranquilo. Puse mis manos sobre su rostro y lo observé a los ojos. Él sólo sonrió de forma gentil como si no sucediera nada.

-¿Qué quieres contarme?-dijo de forma calmada.

-¿Ese tipo es tu jefe? Ya entiendes qué quiero decir ¿verdad?-murmuré y él sólo se ensombreció apartando mis manos.

-Sabes qué soy Atsushi, sabes quién soy, así que no puedo negarte que Yoshiki es quien me dirige en mi vida alternativa.-comentó alejándose para ir hacia la habitación.

Sus pasos parecían sombríos y fríos. Su aspecto no era el del hombre que conocía, aunque a veces parecía ser un extraño, sino el de un hombre calculador y frío que no le importaba matar a otro. Su aspecto se volvió gélido, al igual que su rostro. Cuando se giró observándome clavó sus ojos azules en los míos y sentí un escalofrío intenso. Sentí como mis vellos se erizaban y todo mi cuerpo se paralizaba.

Saberlo no era igual que verlo y comprobarlo. Quizás muy dentro de mí rogaba porque todo fuera una fantasía, algo que se decía como juego y no era real. Pero Kamijo era parte de esa organización criminal, era alguien no tan distinto a ellos, y parecía entregarse en cuerpo y alma a sus deberes como asesino. Nunca le pregunté a cuantos había matado, y nunca lo haré, porque es algo que destrozaría aún más la imagen que tengo de él.

Fui tras él y caminé a su lado en silencio. Pero antes de entrar lo tomé de la muñeca y lo abracé. Él seguía siendo mi amigo, seguía siendo el pianista excelente y medio demente que arrancaba aplausos a cientos de personas en un teatro. Él sólo suspiró y transformó su rostro en otro más sereno y dulce. Besó mi mejilla, sus labios eran cálidos, y sonrió.

-No te preocupes por mí.-murmuró.-Llevo muchos años cuidando de mí.-susurró en mi oído antes de apartarse.-Quien debe cuidarse eres tú.

-Yo ya lo hago.-dije mirándolo a los ojos.-Me preocupas Kamijo, jamás te he visto así en mi vida.

-Porque a penas nos conocemos de un año.-dijo riendo bajo.-Te aseguro que estaré bien. Te lo aseguro.

-Te he tomado cariño.-murmuré.

-El cariño es mutuo.-susurró antes de entrar en la habitación.

Allí estaba aquel hombre curioseando revistas de moda masculina. Se movía con cierto encanto, pero después era una mezcla extra. Alzó su vista y sonrió mostrando una de las fotografías de la revista.

-¿Qué tal este traje de Armani?-preguntó.

-¿Para ti?-interrogué.

-Sí, pero también quiero uno parecido para Kurou. Aunque es casi imposible que hagan de su talla.-suspiró y resopló alto.-¿Crees que me quedará bien?

-Sé lo que intentas hacer Yoshi.-dijo palmeando su cabeza como si fuera un niño.-No sigas, no estoy de humor.

-No me gusta verte llorar Kamijo.-esas palabras fueron tan dulces, en un tono tan suave, que me pareció increíble que saliera de alguien como él.

-Debo marcharme.-dije quedándome en la puerta.-Kamijo nos vemos mañana.-miré a su amigo y él se despedía con su mano agitándola de forma infantil.-Nos vemos en otra ocasión más favorable... Yoshiki.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt