Pero mientras discutían me quedé con la frase “soy tu jefe”. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Aquel jovencito de aspecto angelical y de forma ruda, aunque a veces alocadas, era su jefe. Un mafioso más. Al ver su aspecto y relacionar su forma de ser supe que estaba con uno de los líderes de las secciones de la mafia. Mis piernas temblaron y mi estómago se revolvió.
-Kamijo.-susurré tragando saliva.-¿Podemos hablar a solas un momento?-pregunté levantándome de mi asiento y él sólo me siguió.
Nada más salir al pasillo lo conduje a un rincón tranquilo. Puse mis manos sobre su rostro y lo observé a los ojos. Él sólo sonrió de forma gentil como si no sucediera nada.
-¿Qué quieres contarme?-dijo de forma calmada.
-¿Ese tipo es tu jefe? Ya entiendes qué quiero decir ¿verdad?-murmuré y él sólo se ensombreció apartando mis manos.
-Sabes qué soy Atsushi, sabes quién soy, así que no puedo negarte que Yoshiki es quien me dirige en mi vida alternativa.-comentó alejándose para ir hacia la habitación.
Sus pasos parecían sombríos y fríos. Su aspecto no era el del hombre que conocía, aunque a veces parecía ser un extraño, sino el de un hombre calculador y frío que no le importaba matar a otro. Su aspecto se volvió gélido, al igual que su rostro. Cuando se giró observándome clavó sus ojos azules en los míos y sentí un escalofrío intenso. Sentí como mis vellos se erizaban y todo mi cuerpo se paralizaba.
Saberlo no era igual que verlo y comprobarlo. Quizás muy dentro de mí rogaba porque todo fuera una fantasía, algo que se decía como juego y no era real. Pero Kamijo era parte de esa organización criminal, era alguien no tan distinto a ellos, y parecía entregarse en cuerpo y alma a sus deberes como asesino. Nunca le pregunté a cuantos había matado, y nunca lo haré, porque es algo que destrozaría aún más la imagen que tengo de él.
Fui tras él y caminé a su lado en silencio. Pero antes de entrar lo tomé de la muñeca y lo abracé. Él seguía siendo mi amigo, seguía siendo el pianista excelente y medio demente que arrancaba aplausos a cientos de personas en un teatro. Él sólo suspiró y transformó su rostro en otro más sereno y dulce. Besó mi mejilla, sus labios eran cálidos, y sonrió.
-No te preocupes por mí.-murmuró.-Llevo muchos años cuidando de mí.-susurró en mi oído antes de apartarse.-Quien debe cuidarse eres tú.
-Yo ya lo hago.-dije mirándolo a los ojos.-Me preocupas Kamijo, jamás te he visto así en mi vida.
-Porque a penas nos conocemos de un año.-dijo riendo bajo.-Te aseguro que estaré bien. Te lo aseguro.
-Te he tomado cariño.-murmuré.
-El cariño es mutuo.-susurró antes de entrar en la habitación.
Allí estaba aquel hombre curioseando revistas de moda masculina. Se movía con cierto encanto, pero después era una mezcla extra. Alzó su vista y sonrió mostrando una de las fotografías de la revista.
-¿Qué tal este traje de Armani?-preguntó.
-¿Para ti?-interrogué.
-Sí, pero también quiero uno parecido para Kurou. Aunque es casi imposible que hagan de su talla.-suspiró y resopló alto.-¿Crees que me quedará bien?
-Sé lo que intentas hacer Yoshi.-dijo palmeando su cabeza como si fuera un niño.-No sigas, no estoy de humor.
-No me gusta verte llorar Kamijo.-esas palabras fueron tan dulces, en un tono tan suave, que me pareció increíble que saliera de alguien como él.
-Debo marcharme.-dije quedándome en la puerta.-Kamijo nos vemos mañana.-miré a su amigo y él se despedía con su mano agitándola de forma infantil.-Nos vemos en otra ocasión más favorable... Yoshiki.
-Kamijo.-susurré tragando saliva.-¿Podemos hablar a solas un momento?-pregunté levantándome de mi asiento y él sólo me siguió.
Nada más salir al pasillo lo conduje a un rincón tranquilo. Puse mis manos sobre su rostro y lo observé a los ojos. Él sólo sonrió de forma gentil como si no sucediera nada.
-¿Qué quieres contarme?-dijo de forma calmada.
-¿Ese tipo es tu jefe? Ya entiendes qué quiero decir ¿verdad?-murmuré y él sólo se ensombreció apartando mis manos.
-Sabes qué soy Atsushi, sabes quién soy, así que no puedo negarte que Yoshiki es quien me dirige en mi vida alternativa.-comentó alejándose para ir hacia la habitación.
Sus pasos parecían sombríos y fríos. Su aspecto no era el del hombre que conocía, aunque a veces parecía ser un extraño, sino el de un hombre calculador y frío que no le importaba matar a otro. Su aspecto se volvió gélido, al igual que su rostro. Cuando se giró observándome clavó sus ojos azules en los míos y sentí un escalofrío intenso. Sentí como mis vellos se erizaban y todo mi cuerpo se paralizaba.
Saberlo no era igual que verlo y comprobarlo. Quizás muy dentro de mí rogaba porque todo fuera una fantasía, algo que se decía como juego y no era real. Pero Kamijo era parte de esa organización criminal, era alguien no tan distinto a ellos, y parecía entregarse en cuerpo y alma a sus deberes como asesino. Nunca le pregunté a cuantos había matado, y nunca lo haré, porque es algo que destrozaría aún más la imagen que tengo de él.
Fui tras él y caminé a su lado en silencio. Pero antes de entrar lo tomé de la muñeca y lo abracé. Él seguía siendo mi amigo, seguía siendo el pianista excelente y medio demente que arrancaba aplausos a cientos de personas en un teatro. Él sólo suspiró y transformó su rostro en otro más sereno y dulce. Besó mi mejilla, sus labios eran cálidos, y sonrió.
-No te preocupes por mí.-murmuró.-Llevo muchos años cuidando de mí.-susurró en mi oído antes de apartarse.-Quien debe cuidarse eres tú.
-Yo ya lo hago.-dije mirándolo a los ojos.-Me preocupas Kamijo, jamás te he visto así en mi vida.
-Porque a penas nos conocemos de un año.-dijo riendo bajo.-Te aseguro que estaré bien. Te lo aseguro.
-Te he tomado cariño.-murmuré.
-El cariño es mutuo.-susurró antes de entrar en la habitación.
Allí estaba aquel hombre curioseando revistas de moda masculina. Se movía con cierto encanto, pero después era una mezcla extra. Alzó su vista y sonrió mostrando una de las fotografías de la revista.
-¿Qué tal este traje de Armani?-preguntó.
-¿Para ti?-interrogué.
-Sí, pero también quiero uno parecido para Kurou. Aunque es casi imposible que hagan de su talla.-suspiró y resopló alto.-¿Crees que me quedará bien?
-Sé lo que intentas hacer Yoshi.-dijo palmeando su cabeza como si fuera un niño.-No sigas, no estoy de humor.
-No me gusta verte llorar Kamijo.-esas palabras fueron tan dulces, en un tono tan suave, que me pareció increíble que saliera de alguien como él.
-Debo marcharme.-dije quedándome en la puerta.-Kamijo nos vemos mañana.-miré a su amigo y él se despedía con su mano agitándola de forma infantil.-Nos vemos en otra ocasión más favorable... Yoshiki.
No hay comentarios:
Publicar un comentario