Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 31 de marzo de 2010

Dark City - capitulo 15 - La polvora en el aire XV


Me marché junto a Paulo y durante el camino estuvimos hablando de la obra que deseaba representar. Una obra fuera de lo común, de los cánones del teatro. Era una revolución intensa. Necesitaban proyecciones, música en directo pero no de boca de los actores, bailarines y que modificaran levemente el escenario. Paulo se ofreció a ser parte del equipo. Él tendría que dirigir todo junto a Kamijo, codo con codo, y yo simplemente prestar mi voz.

No me veía con fuerzas de llamar a mis antiguos compañeros, sabía que había hecho algo imperdonable y que por lo tanto tendría la negativa. El único que mantenía contacto conmigo mediante email era Hidehiko. Él parecía estar siempre en medio. Comprendía a todos y nadie le comprendía a él. Si bien, aunque era el abogado del diablo no lo sería esta vez, o al menos eso supuse.

Algo en mí me pedía que lo intentara. Era como un ruego interno. Creo que algo en mí decía que para ser el mismo debía tomar las decisiones que no tomé de joven. Dejé que mis amigos se alejaran, muchos no volvieron a mi lado y los pocos que regresaron terminaron odiándome. Necesitaba volver a sentirlos cerca. Tal vez estaba falto de ese cariño, de esa hermandad, y sobretodo de las noches sin dormir mientras íbamos de pueblo en pueblo. Eran los recuerdos, los recuerdos me golpeaban duro, y parecían volver para quedarse.

Las dos semanas siguientes fueron de dudas. Dudaba mucho sobre mi futuro. Seguía en el estudio, mostraba mis habilidades, pero al girarme hacia atrás no veía las discusiones de siempre o a Yutaka intentando seguir el ritmo de la música contoneándose sin saberlo. No tenía a los míos. Creo que parte de mi alma agonizaba al no tenerlos cerca. Me imaginaba la rabia y la furia del hermano de Uta. No podía imaginarlo de otra forma. Sé que jamás me perdonaría que dañara a su hermano.

Dos semanas intensas de trabajo y huida de todo lo que me rodeaba. Dos semanas donde se detuvo a Wook. Fue un milagro, o tal vez dos milagros. El propio enemigo de mi familia, y de la familia de mi amigo, apareció en el hospital con una pistola de calibre similar que la usada para el primer intento de asesinato. Consiguieron detenerlo y resolver el pequeño misterio del porqué dispararon a Jasmine, misterio para la policía y no para los involucrados. Confesó que deseaba matarlo porque quería que Kamijo conociera el dolor de la perdida de una persona querida. Aquel imbécil no sabía que Kamijo podía narrar más dolor que él y que cualquier persona que él conocía. Wook no quiso decir qué facción de la mafia colaboró con el primer intento de asesinato.

Kamijo comenzó a obsesionarse. Quería saber quién había apretado el gatillo. No le importaba que Wook estuviera en prisión preventiva, no le importó nada. Yo, la verdad, lo entendía. Él quería al imbécil que apretó el gatillo, el desgraciado que aceptó el dinero y al infame que se enriqueció con sus lágrimas. Él también había matado, él también había destrozado vidas, pero me aseguró que siempre fue algo justo o en legítima defensa. Jasmine era un inocente, no era un caso que él aceptaría si hubiera estado en otra posición. Era un traficante de armas, incluso llegó a serlo de marihuana, pero no asesino a sueldo. Quería derramar la sangre del imbécil que orquestó todo, de Wook, y de todos aquellos que colaboraron.

No sabía como hacerle entender que era mejor dejarlo tal cual, que si aparecían demasiados criminales asesinados todo apuntaría a él y a sus amigos. Si bien me juró que eso jamás sucedería, él era conocido por no dejar rastro de sus ajusticiamientos. Me dijo aquello en privado, en su casa, mientras Jasmine descansaba después de volver al hogar. Al día siguiente llamó a mi puerta con una sonrisa cargada de paz.

-¿Qué sucede?-pregunté y él tiró de mí abrazándome.

-He sentido en mis manos sus vísceras, he escuchado los gemidos de dolor y sus súplicas. He reído al ver como llegaba su último aliento mirando la fotografía de su familia.-aquello me heló la sangre, su voz era la de siempre pero sus palabras hablaban de un arte macabro.-Pude oler el hedor de la muerte en un camión lleno de cadáveres.-murmuró.-He sentido como mi cuerpo se llenaba de paz al tirarlos uno a uno a un tanque lleno de cemento. Después he visto como ese tanque iba al puerto y luego a las aguas internacionales. Allí se hundió el barco para ser parte del fondo marino, para colaborar con las especies y crear un nuevo arrecife.-se apartó y besó mi mejilla.

Quedé en silencio al contemplar su mirada. Sus ojos brillaban de felicidad, su sonrisa era dulce y sus mejillas estaban algo sonrojadas. Parecía un niño incapaz de hacer daño, pero era un hombre adulto que había matado y se sentía satisfecho por lo ocurrido. Entonces me percaté que Mario estaba apoyado en un Mercedes, estaba apoyado junto a Yoshiki que calaba un cigarrillo. Yoshiki parecía otro bien distinto. Un hombre elegantemente trajeado con unas gafas oscuras que cubrían parte de su rostro. Un hombre con unos guantes de cuero negro y un aspecto envidiable. Dentro, el conductor, era aquel hombre delgaducho y alto al que Yoshiki llamaba esposo. Los cuatro habían aniquilado a una sección de la mafia asiática que reinaba en la ciudad.

El día siguiente al suceso se hablaba de más de cincuenta desaparecidos, criminales buscados internacionalmente y que la policía había perdido el rastro. Todos eran asesinos a sueldo, otros también eran narcotraficantes, se pensaba que estaban en este país pero cuando fueron a por ellos ya era tarde. El detective y jefe de policía Sam Winchester había estado de misión en el extranjero recaudando información, información que fue nula salvo para desmantelar la trama internacionalmente en otros países cercanos al nuestro. Su colaboración con agentes de la Interpol y FBI fue muy valiosa, pero no para la ciudad que era su hogar.

El caso dio la vuelta al mundo. Nadie sabía nada. Todos estaban silenciados y temerosos. Yo no lo estaba. Realmente me sentía tranquilo ya que sabía que esas personas jamás harían daño a más inocentes, si bien Kamijo jamás volvió a tener para mí ese aura de inocencia. Él volvió a comportarse como si nada, como si aquel día no hubiera ocurrido y como si sus labios jamás hubieran susurrado esas palabras. Inclusive volvió a rogarme como si fuera un niño pequeño. Quería que cantara para su obra, la obra que deseaba representar fuese como fuese.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt