Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 16 de mayo de 2010

Dark City - Capítulo 17 - Ironías del destino VIII


-Kamijo está como ido cuando se presenta, débil. Parece hechizado por ella hasta el extremo de asentir a todo lo que le dice. Por dios, parece un perro faldero.-se apartó de mí cuando dije aquello y fue hacia la puerta. Yo de inmediato le tomé del brazo y le hice girarse.-Escucha si vas a montarle el número él se sentirá mal, te juro que por ahora no está sucumbiendo. Lo sé, porque su mirada es dulce y no de ganas de abrirla de piernas en cualquier habitación del edificio.-se apartó y me miró furioso.

-¡¿Hay que esperar a que lo haga?! Te recuerdo que Jasmine es nuestro amigo.-me estaba reprochando como si fuera yo el culpable.

-Sólo lo pondrás a Kamijo molesto y no tenemos pruebas de nada, además él no es de ese tipo de hombres.

No sé cómo conseguí que se apaciguara. Sin embargo, comenzó a llorar. Lo abracé acariciando sus cabellos intentando averiguar sin preguntar. Supuse que sería sentimientos encontrados de decepción, rabia y malos recuerdos. Sabía bien que él se sentía impotente al no poder hacer mucho, puesto que no era su batalla sino la de Jasmine.

-¿Qué debo hacer?-preguntó sollozando aferrándose con fuerza a mi ropa.

-Apoyar a Jasmine si sucede lo que tanto tememos.-susurré con simpleza.-Es nuestro amigo, pero sobretodo para ti es alguien de tu familia prácticamente.

Me senté en un pequeño banco que se encontraba en esa sección. Lo subí a mis rodillas acariciando su cuerpo, apaciguándolo lentamente con mis caricias. Sabía que mis manos sobre su cuerpo le tranquilizaban, era algo instantáneo. Su aliento volvió a ser el normal, sus lágrimas cesaron, pero su mirada lo decía todo.

Besé sus labios introduciéndome en la necesidad. Mis manos se metieron bajo su camiseta y él simplemente me rodeó el cuello con sus brazos. Una de mis manos fueron a sus pezones, pellizcandolo, mientras la otra iba a sus costados hacia la parte superior de su espalda.

-Hazme olvidar el mal trago.-susurró en un ruego entrecortado, pues hipaba por la llantina de minutos atrás.

Cuando estaba a punto de empezar el ritual de juegos escuché como alguien llamaba a la puerta. Nos miramos a los ojos y nos separamos intentando acomodar la ropa. La puerta se abrió leve y vi los cabellos rubios de Kamijo, apareció entrando con una sonrisa.

-Pensé que os habíais ido, pero las cámaras de seguridad decían todo lo contrario.-dijo señalando las pequeñas cámaras, las cuales estaban en cada rincón de la habitación y que no habíamos reparado en ellas.-Antes que mis vigilantes de seguridad vieran algo que no desean, o tal vez sí quién sabe, vengo a daros el aviso. Quien avisa no es traidor y tiene cien años de bendición.

-¡Atsushi!-me golpeó duro Phoenix y me miró furioso.-¿Sabías de las cámaras?

-¿Qué? Yo no sabía nada.-dije mirándolo atónito.

-No, él no sabía nada.-respondió Kamijo apoyándose en el marco de la puerta.

Phoenix agachó la mirada dejando que sus cabellos cubrieran sus ojos y mejillas, estaba tan avergonzado que me daban ganas de hacerlo frente a todos. Nuestro amigo sonreía observándonos, parecía de muy buen humor. Emma realmente le daba esa paz que buscaba, pero sabía que su alma estaba consagrada a Jasmine.

-¿Y Emma?-pregunté cuando quedamos los tres fuera de la habitación.

-Se marchó ya.-dijo con una sonrisa franca.

-No te acerques a esa, seguro que quiere algo.-intervino Phoenix ya menos avergonzado.

-¿Tú también?-suspiró y se giró.-No me apetece escuchar reproches, lo lamento tengo mucho que hacer hoy.

-¡Kamijo!-exclamó furioso y yo lo agarré del brazo para que no fuera tras él.

Sus pasos llenos de elegancia se desplazaban por el pasillo alejándose de nosotros. No perdía la compostura aunque sintiera deseos de vociferar. Sabía que se había molestado y alterado con esa simple frase, pude notarlo en sus ojos que de un azul apacigüe se transformó en un mar revuelto.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt