Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 10 de julio de 2010

Dark City - Capitulo 17 - Ironías del destino LV


Él sólo asintió. Yo, como dije, dejé al pequeño en su pequeño parque para que descansara de forma segura. Regresé a su lado abrazándolo. Por unos minutos me puse en la piel de Max, más allá que la víctima fuera Yutaka. Realmente no supe si reaccionaría igual que él ante la sola idea que alguien pusiera un dedo encima a Phoenix, pero terminé imaginándome volando los sesos al autor de dicho acto.

Esa noche me fue imposible quedarme tranquilo en la cama. Me marché al despacho y allí me quedé sentado observando la nada en plena oscuridad. Aunque me sentía agotado por el calor, también por los días estresantes que habíamos vivido, no podía bajar los párpados y cerrar los ojos. Me sentía impotente, el sentimiento de impotencia era tan grande que me hacía imposible caer dormido.

Eran las dos de la mañana, aproximádamente, cuando prendí el ordenador conectando los auriculares. Busqué música que me relajara en el reproductor y lo único que encontré fue inspiración. Apagué la música y puse algunas de las pistas de audio que Imai había grabado como prueba para canciones que jamás terminamos. Decidí que si no podía dormir podría adelantar trabajo para la futura grabación.

Abrí una nueva carpeta y puse un título cualquiera, para abrir en ella un nuevo documento y empecé a escribir prácticamente sin pestañear. Mis dedos parecían saber qué tenían que hacer para hacerme olvidar de una vez. Mis frustraciones se quedarían en ese documento y de ese modo al menos encontraría la calma.

Tras varias horas guardé todo y apagué el ordenador. Al llegar a la cama observé a Phoenix dormido y abrazado a mi almohada. Sonreí por inercia deslizando las sábanas para ver su cuerpo prácticamente desnudo. Aparté algunos cabellos de su rostro, por su expresión parecía que era más que feliz a mi lado, y no dudé en inclinarme para besar sus labios. Él entreabrió sus ojos y me sonrió echándose hacia un lado.

-¿Dónde fuiste?-preguntó frotándose uno de sus enormes ojos mientras su cuerpo se retorcía.

-Escribía.-susurré antes de desabrochar mi yukata.-¿Sabes? Me gusta espiarte cuando duermes.

-Eres un mal espía porque siempre me terminas despertando.-masculló abrazándome, aceptándome en la cama como si ese hubiera sido siempre mi lugar.

-¿No crees que es lo que realmente busco?-pregunté bajando su ropa interior.-¿No lo crees así?-lo besé antes que respondiera nada.-¿Por qué no vamos a la piscina? Hace calor ¿tú no tienes calor?

-Sí.-murmuró en susurros.

Lo tomé en brazos para ir hacia el jardín y meternos en la piscina. A él lo dejé en el borde de la piscina y yo quedé entre sus piernas. Mi boca se pasaba por sus muslos y vientre hasta su sexo. Quería volverlo loco y hacer que se perdiera en la locura del placer. Por supuesto también lo estimulaba, aunque no demasiado. Cuando terminó en mi boca sabía que era el momento.

-Ven.-dije notando como aún respiraba agitado.-Ven aquí.

-Atsushi.-murmuró cuando lo metí dentro y lo giré pegándolo al borde de la piscina. Sus manos se aferraron al borde mientras sus piernas no llegaban al fondo de la tina.

-Gatito.-gruñí al entrar de una vez, con la necesidad de un adolescente.

Mis manos se anclaron a su cintura y mis movimientos eran profundos y rápidos. Mordía su cuello y hombros sin dejar de rasguñar su vientre. Jamás lo habíamos hecho allí, era la primera vez y me excitaba. Siempre la habíamos tenido oculta por Jun, pero él ya sabía nadar gracias a Phoenix y a la guardería de la piscina privada a la cual le apuntamos para tenerlo entretenido. Así que aquello era único, aunque no nuevo para mí puesto que ya había tenido sexo con Clarissa en una piscina de hotel.

Sus gemidos eran bien altos y desesperados. Los míos eran sólo gruñidos y jadeos. Terminó antes que yo, pero tan sólo segundos. Cuando todo acabó allí lo saqué y lo llevé en brazos a la pequeña sauna que él había hecho instalar, decía que era bueno para después de hacer ejercicio. Yo ni la había probado ni había entrado.

-¿Qué pretendes?-preguntó mientras observaba como manipulaba los botones.

-Un poco de sauna y luego si quieres otra vez piscina.-mascullé antes de morder fuerte su cuello.

Nos metimos dentro y me senté en aquel taburete colocándolo junto a mí. Lo abracé besando sus labios. Notando como el calor nos comenzaba a asfixiar a ambos. Después de unos minutos fuimos de nuevo al agua refrescante de la piscina. Allí seguimos con las caricias hasta que me percaté que la luz de la ventana, de la habitación de Seth, estaba encendida.

Volvimos a la habitación y cuando miré el reloj eran casi las siete de la mañana. Él se aferró a mí y yo a él, para así al fin descansar. La frustración seguía latente en mi mente, pero ya era sólo un murmullo.

Desperté más allá de la media tarde y cuando lo hice Phoenix estaba con un periódico entre sus manos, lo enrollaba prácticamente destrozándolo. Me lo ofreció para que lo leyera. Al desplegarlo vi el gran titular y la imagen de portada. Miré a Phoenix que aún estaba nervioso.

El titular era impactante “Las lágrimas de un político” y la imagen era de Paulo desconsolado aferrándose a la mano de su pareja, la cual yacía en el asfalto después de ser arrollada por un automóvil. Me quedé helado sin saber como reaccionar, realmente ese día no fue buen día para aquellos que quería.

-Kamijo ya fue al hospital para interesarse por su estado, fue él quien me dio el periódico y me explicó que se encuentra consciente pero algo aturdida.-murmuró esperando alguna reacción. Me tomó del rostro e hizo que le mirara.-Atsushi tu amigo está bien y ella saldrá adelante, parece una chica con fuerza como para dejarse arrastrar.

-Tengo que ir.-comenté.

-Espera a mañana, hoy estará aún con sueros y demás tratamientos que la tendrán completamente adormilada. Mañana ve cuando todo esté más estable y te lo llevas a tomar un café para que se despeje.-me tomó de una de mis manos.-Anda Atsushi hoy descansa.

-Al menos llamaré a Paulo.-respondí y él simplemente asintió.

-Ven al salón voy a darte el almuerzo.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt