Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 23 de julio de 2010

Dark City - Capitulo 18 - camino vital II


Y los tres quedamos en silencio sin decir nada. Yo aún estaba malhumorado, Hidehiko seguía con su periódico mientras que Imai garabateaba en la libreta. Podíamos empezar media hora más tarde, pero no más, si no subían los subiría yo.

-¿Habéis pensado en buscar algo para los conciertos? Es decir, ropa que realmente esté bien. Cambiar el estilo en cada cd o gira.-dijo Imai sin alzar la vista de la libreta.-Yo quiero botas, unas botas que sean resistentes como las que llevan algunos grupos de la ciudad. ¿Los has visto?

-Ni me recuerdes a cierto maldito mocoso.-dije entre dientes.-Pero la idea no está nada mal.

-Podrías cortarte un poco el pelo Atsushi, ya te llega más allá de los hombros y tal vez no tan peinado. Te vendría bien que le dieras volumen.-al decir eso Hidehiko ambos lo miramos fijamente, creo que nuestras miradas traspasaron el periódico porque lo bajó.-¿Qué?

-Hablas como estilista y me has dado escalofríos.-respondió Imai.-Pero vamos, la cosa es cambiar un poco. Quiero innovar, no quiero ir con la ropa que voy. Quiero algo nuevo, quiero joderles a todos los que nos vean y quieran ser como nosotros. Porque como nosotros no hay nadie.-comentó levantándose del suelo dejando a un lado la libreta.-¡Quiero revolucionar en los directos! ¡Y que todas las tias me miren queriendo que las haga madres!

Su discurso no hubiera tenido efecto en nosotros, conocíamos bien uno de las causas de su pasión por ser una estrella del rock. Sin embargo, en ese preciso instante llegaban Anii y Uta.

-Bueno no creo que sea bueno que tengas esas expectativas.-le hacía leves gestos para que se diera cuenta que debía rectificar y callarse.

-¿Qué? Atsushi tendré ya pasados los cuarenta pero aún así me siguen gustando las de veinte y veinticinco años. La carne joven tienta amigo mío, tienta mucho. Y yo la quiero tentar.-nada más acabar de explayarse en su exposición, de hombre en busca de carne, creo que sintió como todo su cuerpo crujía.

Anii estaba presente. Era un hombre sensato, pero podía perder los papeles fácilmente si veía que algo así ocurría. Por mucho que conociéramos bien a Imai, sobretodo él, no debía de haber dicho eso teniendo pareja. Anii simplemente le golpeó duro en la nuca, un golpe que prácticamente lo tumbó.

-Y no me vuelvas a dirigir la palabra en un buen tiempo, por mí te puedes ir a la mierda.-murmuró dirigiéndose hacia su batería para comenzar a golpear duro el instrumento.

Ese encontronazo no hizo que abandonáramos la idea de cambios estéticos, como también de intentar componer algo que nos gustara a todos. Tomé la libreta de Imai y cambié un par de frases, puse otras palabras a las que había e incluso él opinó que estaba mejor de esa forma. Hidehiko aportó la idea para el título. Yutaka tenía cierto ritmo en la cabeza desde hacía días y con ligeros cambios podríamos usarlo, sólo tendríamos que hacerlo de una vez.

Mientras Imai conversaba con Yutaka sobre el ritmo del tema, la base esencial para que una letra tuviera fuerza y no pasara desapercibida, yo me dediqué a escribir. Hidehiko leía una y otra vez los temas que estaban hechos, Anii ponía en práctica los golpes de ritmo que le proponía su hermano pequeño. Todos nos pusimos manos a la obra.

-Agítate, quiero que saques tu alma de la calma estúpida que te rodea. Quiero excitar tus sentidos, involucrarte en el ritmo que quiero doblegar con mis caderas. Princesa, deja los suspiros de amores perdidos. Deja de buscar, princesa. Yo no soy príncipe de sangre azul, pero puedo darte la dosis necesaria para avivar tus latidos. Simplemente se mi sensual presa.-susurré mientras escribía de pie frente a la ventana que daba a los jardines de fuera del estudio.-Derrocha toda tu pasión en mi cama, hazlo mientras te ato y me gritas que me amas. Quiero que seas partícipe de los sentidos, que el sentimiento de la lujuria fluya entre tus piernas, y que al fin convulsione tu corazón en rítmicos latidos.-movía mis pies, caderas, brazos y cabeza. Había olvidado por completo que estaba delante de todos ellos. Hice un leve grito como si estuviera en pleno orgasmo y sonreí de forma peligrosa.-La noche nos abriga, nos encadena en las influencias de lo prohibido. Deja que tu alma regrese a la vida y que tu cuerpo corresponda al lívido. Arriésgate, quiero tu carne joven bajo mi cuerpo. Agítate porque este es nuestro tiempo.

-¡Atsushi para!-exclamó Yutaka y yo salí del trance.-¿No te da vergüenza? Parece que te estás tirando a alguien aquí, Max podría venir y escuchar todo lo que vas soltando y pensar lo que no es.

-Me importa muy poco lo que diga o haga tu lindo perrito guardián.-dije sonriendo ampliamente, a punto de carcajearme por su reacción.-Uke

-Sea como sea, compórtate.-dijo Hidehiko riendo bajo.-Ya estamos a punto de acabar parte de nuestro trabajo y necesitamos concentrarnos.

-Yo voy a por un refresco.-nadie entendía que necesitaba componer de esa forma.

Me marché a la cafetería con mi libreta y seguí leyendo la letra mientras bebía de un enorme vaso de refresco. Aún hacía calor, seguía siendo verano a pesar que habíamos tenido un descanso. Mi bolígrafo colocaba sobre algunas líneas otras palabras, quería ver si se podía ser más explícito sin que nos censuraran en medio mundo. No lograba encontrar la forma de concluirla y hacerla más pasional, llena de lívido y deseo.

“Arriésgate, quiero tu carne joven bajo mi cuerpo. Agítate porque este es nuestro tiempo. Hagamos esto hasta que caigamos rendidos por el cansancio y la demencia. No princesa, si aceptas el trato no regresarás al jardín de la inocencia.”

-Esto me lo censurarán.-murmuré revolviendo mis cabellos antes de dar un nuevo trago al refresco.

-¿Hoy no viene su hijo pequeño?-era la chica que me atendió cuando me visitó Hero.-¿Le ocurre algo? ¿Necesita algo?

-Que un censor no me niegue cantar esto.-dije mostrando la letra y ella simplemente se sonrojó.-No se sonroje, es algo que todos hacemos.

-Sí, pero he imaginado el escenario, la letra, coreografía y la verdad es buena pero demasiado sensual para mí.-comentó marchándose bastante roja.

-Pues yo la veo floja.-murmuré cayendo sobre la mesa, cansado mentalmente más que físicamente.

Me marché de la cafetería con el enorme bote de refresco, aún estaba por la mitad y la verdad no iba a desperdiciarlo. Regresé donde estaban y lo primero que oí fue una discusión de pareja entre Anii e Imai. Estaban estresados, como todos, pero no discutían de algo relacionado con las letras sino con lo que había dicho antes Imai.

-¡Me niego a que vayas con ese tipo de ropa! ¿Quieres que todos te lo miren? ¿Eso quieres? ¿Quieres poder tirarte a todas las estúpidas que griten tu nombre?-Yutaka lo tenía agarrado por detrás rogando bajo que se calmara.

Tal como abrí la puerta la cerré y me quedé fuera hasta que todo se calmó. Mientras estuve dando vueltas a la canción dando sorbos a mi refresco, como si fuera un niño inocente esperando que sus padres dejaran de lanzarse acusaciones. Entré de nuevo al sentir que todo estaba silencioso. Anii lloraba, Imai estaba a su lado intentando calmarlo y su hermano simplemente los observaba con cierta seriedad.

-Me voy a casa, estoy algo agotado y no creo poder hacer mucho más.-dije antes de tomar mis cosas para marcharme.

Antes que cerrara la puerta escuché como todos me decían adiós, salvo Anii que seguía llorando. Él siempre se desahogaba de esa forma. Tenía aspecto rudo, maneras rudas y parecía tan serio como Hidehiko. Sin embargo era pura fachada.

Anii era un hombre poco común, su aspecto ya hablaba bastante de él. Tenía el cabello como un adolescente, a veces se hacía reflejos y pequeñas mechas de colores llamativos sin dejar de peinarlos como una enorme cresta. Su pasado era punk, y podría decir que también su presente. A veces combinaba ese peinado con pequeñas melenas que llegaban hasta la cintura, las cuales eran extensiones, y pequeños mechones sobre su frente. Ese aspecto contrastaba con el traje y la ropa formal, aunque siempre que iba a su casa lo encontraba con camisetas de los Sex Pistols, Ramones y Parálisis Permanente. Pero lejos de ese reflejo de hombre duro y maduro estaba la verdad, lo que era realmente y que sorprendía a todos los que terminaba relacionándose con él.

Ni era tan seguro, ni tan rudo, ni tan fuerte. Solía llorar a escondidas e intentar ser feliz, pero siempre le venían preocupaciones a la cabeza. Me gustaba escuchar sus análisis psicológicos cuando caía ebrio. Era de los pocos que tomó una amistad estrecha con él cuando éramos jóvenes, ya que era muy retraído y asustaba su forma agresiva de interactuar con otros.

Mientras llegaba a casa recordé una conversación que tuvimos poco después de conocernos, cuando yo me acerqué a él sólo porque me parecía un tipo interesante y diferente a todo lo que había a mi alrededor. Más bien recordé una cita que me hizo sonreír.

“Todos piensan que ser punk me convierte en violento, que seguro que estoy todo el día drogado y escupiendo diarrea mental por la boca. Creen que somos criminales. Pero la verdad es que todos somos sensibles, ocultamos nuestra sensibilidad en momentos de violencia y todo es porque queremos ser como los erizos. No quiero que nadie me haga daño, no quiero enamorarme, no quiero ser más sensible de lo que soy, porque entonces llegará el momento que me sienta vulnerable y ese día me joderé pensando en qué pasó y qué no ocurrió.”

-Ese día ha llegado.-dije en un murmullo esperando que un semáforo cambiara el disco.

Rogué que su relación no afectara a la calidad de su trabajo, aunque sabía que era alguien creativo y maduro. Sus cualidades le harían superar esos miedos y también los momentos de crisis que podrían venir. Él y su pareja eran puntos opuestos, pero creo que aún Imai no se había percatado.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt