Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 15 de agosto de 2010

Dar City - Capitulo 18 - Camino Vital XXIV

En unos días cumpliré 14 meses con mi pareja y 24 años de vida. Desde que nací sentí deseos de tener una princesa a la cual rescatar, cuidar y proteger con mi propia vida. Quería sentirme un guerrero cuidando a su princesa. Apenas sabía de principes y princesas por cuentos, historias de leyenda y todos los libros de caballería que leía... cuando creí pensé que solo estaría mejor, que un guerrero podía liderar sus propias batallas sin tener que buscar compañera, pero terminé cautivado por ella... por mi princesa.

Video dedicado a ella.




-Y tres.-dijo sentándose de nuevo a mi lado.-Tengo varios hombres con varias personalidades y nombres distintos, con dos y tres mujeres en cada país. Tienen una vida de agentes secretos, según eso creen sus mujeres, y otros son altos cargos de empresas ante sus hijos que se sienten orgullosos. Yo sólo tuve un amor hasta encontrar con Jasmine, mi vida es más compleja porque no puedo tener tapaderas por todo el mundo y creerme impune. Cuando era más joven tal vez, pero ahora me voy a quedar aquí a criar a un hijo y respetar mi matrimonio.-me miró de nuevo a los ojos pidiendo clemencia.-Es todo lo que tengo, me costará ocultarle a mi hijo quién soy hasta que esté preparado y en ese momento tendré que adiestrarle como hice con muchos de mis hombres.

-Mientras sea pequeño le enseñarás a respetar las leyes, ser un buen ciudadano, amar la vida y cuando crezca tendrás que mostrarle como aparentar que respetas las reglas y en realidad las pisoteas.-frunció el ceño cuando dije aquello.

-No es la vida que quiero, no es la vida que deseo.-suspiró cuando dijo eso.-Atsushi esta vida no la eliges, te elige.

Recordé por unos instantes lo que me hizo ser un matón durante mi juventud. La rabia, el descontento con todo lo que me rodeaba, el deseo de sobresalir aunque fuera con los puños, las películas que hacía al matón un héroe en vez de ser un villano y sobretodo por huir de mis problemas en vez de afrontarlos. Pero él parecía haber tenido una infancia digna de un niño feliz, aunque tenía problemas con su hermano y sus padres murieron de forma prematura. Supongo que eso añadido con una mujer en el ambiente hizo que cayera.

-Pero puedes negarte a vivirla.-respondí.

-No empecemos, por favor.-dijo levantándose para situarse de nuevo en el piano.-No soy nadie sin un revolver, nadie sin un piano y nadie sin mi teatro. Necesito todo eso para ser yo, necesito ser el criminal y el elegante promotor cultural.-susurró antes de empezar a tocar.-Quiero volver a los escenarios, ya lo intenté con un videoclip que mostré a Hizaki. Para él ese tipo de música era nueva, un tipo de metal sinfónico y para nada estridente. Música clásica vestida de nuevos tiempos.-sonrió amargamente.-Pero el proyecto quedó en proyecto no en algo real, porque tan sólo hice ese video para Jasmine. Quería ser romántico y lo logré, pero parte de mi se pregunta qué sucedería si lo difundiera y empezara de nuevo con mi carrera.-suspiró pesado dejando de tocar, pero acariciando aún las teclas.-Atsushi necesito todo lo que soy, a la vez que soy músico hago música con las balas.

-Una música llena de muerte.-dije intentando hacerle comprender que debía rebajar sus responsabilidades dentro de aquel clan, en vez de aumentarla estúpidamente como hacía.-Música que tendrá que escuchar tu hijo.

-Mi hijo lleva el mismo veneno que yo en su sangre.-se giró lentamente hacia mí y me miró a los ojos sin temor alguno a que rechazara lo que decía.-Mi hijo, como tú y como todos, tiene ese instinto primario que todos sacamos a relucir. Yo lo hago a diario, tú tal vez lo hiciste en su momento. No me seas estúpido, sé que mataste al hermano de Taylor aunque en defensa propia. Pero niégame que no sentiste placer, aunque fuera un placer mínimo, al saber que habías salido con vida de un enfrentamiento así y aún más placer cuando lo viste muerto.

No sabía que responder a sus palabras, eran ciertas. Todos teníamos ese espíritu destructivo que salía en algún momento de nuestras vidas, algo que no se puede controlar ni medir. Desde siempre se han inventado deportes donde se arriesga la vida, la condición física y que pueden parecer una auténtica locura como el boxeo o la escalada extrema. Pero es medir tu fuerza, tus ansias de libertad y poder sobre otros.

-Supongo que no puedo hacerte cambiar de opinión.-él negó al escucharme.-Bien, ¿qué puedo hacer por ti?

-Jurarme algo.-dijo levantándose del piano para quedar frente a mí.-Jurarme que cuidarás de Jasmine y de mi hijo si algo se sale de control, jurarme que harás que salgan adelante solos sin mí.

-Eso no ocurrirá.-sonrió amargamente ante mis palabras.

-Eso no lo puedes asegurar, menos en mi situación.-comenzó a tocar de nuevo.-Ve a casa o donde quieras ir, pero te recomendaría que hicieras una visita a Paulo. Hace unos días hablé con él y parecía completamente desanimado.

-Por lo de su chica.-dije levantándome para dirigirme a la puerta.-Me gusta esa melodía.

-Es una serenata.

Cerré la puerta sin despedirme, no quería hacerlo. Ahora que sabía el peligro que podía tener al ser quién era, más que nunca, me daba rabia decir adiós porque podía ser el último. Mientras salía fuera me imaginé un mundo sin él, un mundo bastante gris e insulso. Supongo que se hizo importante en mi vida poco a poco hasta un punto en el cual no sabría a quién acudir si él no estaba, así que no sólo tendrían que cuidar de Jasmine y de su hijo sino también de mí y de todos aquellos que le apreciábamos.

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Lestat de Lioncourt