Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 1 de agosto de 2010

Dark City - Capitulo 18 - Camino vital VIII


-¿Por eso ha dicho lo de antes?-preguntó intentando opacar sus sentimientos.

-Por eso siempre he sabido que tú te hiciste libre lejos de ellos. Tan sólo te pido una cosa y es que no eches pozoña a Miho. Sé que piensas que soy un gilipollas por todo lo que le hice a Yutaka, pero no apruebas lo que ha hecho. No lo apruebas porque te gustaría tener una familia y te molesta que ella no tome la posibilidad de tener una.-él sólo asintió golpeando la tierra con sus botas, aplastando las plantas de su alrededor, como si fuera un niño regañado.-Hagamos un trato, un trato de hombres, tú te dedicas a apoyar a Miho en todo y yo me callaré para siempre todo esto.

-Trato hecho.-dijo estirando su mano y yo no dudé en estrecharla.

Se marchó sin despedirse, creo que tenía demasiadas cosas que pensar. Yo regresé al estudio y seguí con mi trabajo. Me tocaba ser yo quien grabara. Nada más acabar mi parte conseguí comer algo. Al parecer todos decidieron comer más tarde, todo por adelantar trabajo.

Mientras comía medité en todo lo que habíamos hablado aquel chico y yo, era como regresar a mi juventud y verme reflejado en otro cuerpo. No era el único que se fue pensativo, yo también. Comí en silencio, cosa que no hacía puesto que me agradaba conversar sobre cualquier cosa. Hidehiko lo notó y quedó sentado a mi lado comiendo su arroz esperando que yo dijera algo, cosa que no hice.

-Ya que no eres capaz de confesar.-susurró dejando los palillos quietos dentro del bote.-Tendré que hacerte confesar yo.

-Sólo hablé con el amigo de mi hija, con uno de ellos, y me recordó bastante a mí. Espero que tenga la suerte que yo tuve, que deje de hacer el idiota y no se mate en una pelea.-él simplemente suspiró pesado al escucharme decir aquello.-Además estoy preocupado por Miho. No sé que barbaridades habrá escuchado, Hizaki es un exagerado.

-¿Qué pasa con Miho?-preguntó Yutaka quedándose parado frente a nosotros.-¿Qué con Miho?

-Nada, bobadas de Hizaki. Cuenta historias que no debe contar y luego la pobre no duerme, sólo eso.-no me creyó, pero el único que lo sabía allí a parte de mí era Hidehiko y él no iba a decir nada.

-Sí, como ese del hombrecillo que enterraron vivo.-me siguió la corriente, como siempre cuando quería ocultar algo que pudiera dañarlo.-Que muerte tan horrible.-añadió como si realmente conociera una historia similar.-Dicen que aún se escuchan sus lamentos en el ataúd, en la tumba sin nombre, del cementerio. Aúlla en las noches su dolor, su asfixia y su demencia. Es el espíritu maligno del campo santo, junto al de un niño que corretea buscando a sus padres.

-Vale.-masculló tragando saliva.

-Sí, fue horrible su muerte. Se pensó que era la mafia.-dijo con un brillo peligroso en la mirada.

No hablamos más sobre Miho, tan sólo sobre historias tétricas que no sé de donde se sacaba. Yutaka finalmente se marchó a otro lugar para intentar comer tranquilo.

Sabía que había ocurrido en mi casa, que había sucedido en el hospital y todo debido a Miho. Si bien, sinceramente no quería que conociera su paradero. No quería que se preocupara demasiado, ella era adulta y ya sabía cuidarse sola. Yo estaba preocupado, pero él lo haría el doble.

Cuando terminó el día de ensayos yo me fui directo a casa, el resto tomaría unas copas antes de ir a sus respectivos hogares. Estaba demasiado cansado para tomar nada, sólo quería dormir un rato antes que Jun se despertara a media noche o tener que levantarme de madrugada para poner orden, ya que últimamente Seth llegaba a altas horas. Se lo permitía porque rendía en los estudios, no dejaba sus trabajos de arte y por supuesto no llegaba drogado ni alcoholizado.

Sin embargo, eso no iba a ocurrir. Mi casa parecía un manicomio. Jasmine gritaba y lloraba como si se hubiera quedado viudo. Phoenix intentaba animarlo abrazándolo, acariciando sus cabellos y besando sus mejillas. Jun simplemente los observaba en silencio aferrado a su conejo de peluche.

-¡Es tu culpa!-gritó Jasmine.-¡Debiste hacerle entender! ¡Es al único que suele hacer caso! ¡Mi matrimonio se derrumba! ¡Voy a perder a Kamijo!-exclamaba entre sollozos antes de ocultar su rostro en el pecho de Phoenix.

-¿Qué ocurrió?-pregunté sin saber a qué venía todo eso.

-Emmanuelle llamó al teléfono de la casa y ella dijo que donde estaba su Kamijo, así que discutió con Kamijo y este se fue de casa.-comprendía que podía molestarse, además ella no me parecía inocente como para hacer aquello por descuido.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt