Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 25 de agosto de 2010

Dark City- Capítulo 18- Camino vital XIX


Hidehiko se marchó y me dejó pensativo, tal vez una pistola me sacaría el estrés mucho mejor que un cigarro. Tiré el paquete y me senté en los bancos esperando que saliera el resto, cuando lo hicieron me comentaron que harían una de esas entrevistas y nada más. No harían el enfrentamiento porque le parecían poco adulto, que sólo era para alimentar nuestros egos, y cuando se referían a nuestros egos era en referencia al mío y al suyo.

Decidí que debía marcharme, meditaría la propuesta aunque no tenía mucho sentido. Todos querían aparecer en la televisión, ese maldito programa tenía seriedad y calidad, y yo no estaba dispuesto a llevarles la contraria.

Me marché, pero no a casa. Me sentía con ganas de caminar durante horas, así que me desplacé hacia la zona centro. Cerca del Ayuntamiento había un extenso parque donde se podía practicar deporte, los niños tenían sus zonas de ocio, había un pequeño bar, también tenía bancos y zonas donde poder conversar tomando algo o leer. Yo lo usaba para caminar. Cuando era político amaba ir allí, concentrarme en mis asuntos y regresar a casa más aliviado.

Cuando aparqué el vehículo me bajé, sentía los escoltas de Kamijo vigilarme pero era libre de nuevo. El primer día en la ciudad pasé por ese mismo lugar, era muy distinto. Mis primeros años en el ayuntamiento fueron dedicados a preservar el parque y darle de nuevo vida. Me enamoré de los árboles centenarios y de la fuente principal.

Y allí estaba de nuevo después de meses, ya que hacía demasiado tiempo que no aparecía en aquel lugar. El señor que vendía perritos calientes ya no estaba, era otro y con un aspecto aún más aniñado que el anterior. Sin embargo, las risas de los niños de fondo no cambiaba al igual que la sensación que me otorgaba.

-Buen lugar para meditar.-susurró una voz conocida, tanto que supe distinguirla de inmediato. Al girarme lo vi allí de pie con la mirada perdida en el horizonte y una sonrisa amarga en sus labios.-¿Qué te trae por tu antiguo palacio?

-Recordar viejos tiempos, calmar mis nervios y tal vez encontrarme a un muchacho endeble como tú.-sonreí de lado al decirle aquello y él simplemente amplió su sonrisa cambiándole levemente el matiz.-Oí que la depresión te había arrinconado, que tu nueva obra se había vuelto un drama y que la mujer que amabas te abandonó. Oí demasiadas cosas por otros, pocas son las que me has contado.

-Atsushi, no metas los dedos en la herida que está infectada y no se cierra.-susurró girando su rostro hacia un banco en sombras.-¿Quieres charlar? Tú me cuentas qué te preocupa y yo te cuento qué me preocupa, será un trato.

-Un trato con el demonio, no sé si estoy dispuesto a realizar otro. ¿Esta vez me vas a pedir el alma?-él rió colocando su mano sobre mi hombro para luego pasar su brazo por mi espalda.

-¿Sigues con eso?-interrogó.

-Por puesto Paulo, has vuelto a tener esa mirada y te aproximas a tus víctimas sin ser visto u oído.-reí como él, era una sensación extraña sentirle tan próximo y a la vez tan distante.

Nos sentamos en aquel banco, durante unos segundos se produjo un silencio necesario para ambos. El viento movía levemente las hojas que ya empezaban a caer, el otoño ya era una realidad. Ambos estábamos allí observando como pasaba el tiempo ante nuestras narices sin saber bien quién debía comenzar, pero terminó haciéndolo él tal vez por cortesía.

-Se marchó a Francia, a un viñedo que fue propiedad de su familia.-susurró antes de encender un cigarrillo echándose hacia atrás en el banco. Su pose era la de un gigoló con demasiada clase para tener una tarifa barata, uno de esos hombres que hacen enloquecer a cualquiera que lo contemple sin tener que ser necesariamente una mujer. Su pose de niño bueno se evaporó con ella, regresó por completo el hombre que había conocido meses atrás.-Me ha dejado en la estacada, con el corazón roto, remordimientos de conciencia y deseos de libertad. Siento que la necesito, pero la daño y eso no está bien. Soy un cobarde, me gusta el placer de los sentidos y también un tanto ingenuo.

-Eres un ingenuo si piensas que podrás olvidar todo de forma tan sencilla, el amor no es racional y lo planteas como si así lo fuera.-respondí sonriendo cínicamente, como el gato de Alicia el cual me tenían como apodo mis conocidos y mis enemigos.

-No puedo estar a su lado si me echa contínuamente, incluso se ha marchado para que no la siga.-dijo dejando ir el humo de su cigarrillo.-Estoy enamorado, pero no ciego. Me he dado cuenta que no soy lo que quiere.

-Las mujeres son difíciles, a veces cuando quieren decir no es un sí. Tal vez esto no es más que un reto. Tienes que ir a por ella, dentro de un par de meses será un momento calmo para todos. Estaremos prácticamente en Navidad y aún los actos culturales no se darán.-le miré de reojo.-Puedes tomarte unos días, di que estás agobiado con tanto preparativo de las fiestas y necesitas ese espacio de tiempo para liberarte. Visítala entonces, dile que la amas y llévale uno de esos vestidos de Prada por los que cualquier mujer se pegaría. Y porqué no, intenta convencerla para que vuelva junto a ti. Trátala como Cenicienta, pero no como idiota. Intenta tener respuesta para todos y por favor no pongas cara de cordero a medio morir.-me acomodé más en el banco.-Y no me repliques, simplemente hazlo.

-Está bien, seguiré este consejo de igual modo que algunos que me has dado respecto a las políticas de gobierno.-su rostro estaba serio cuando dijo aquello, como si intentara asimilar todo lo que yo había dicho.-¿Y a ti? ¿Qué te sucede a ti?

-Que el tipo que interrumpió en mi boda, un mafioso estúpido y egocéntrico, intenta que su banda de música aplaste a la mía.-él rió a carcajadas al escuchar aquello.

-Es surrealista al máximo. Como no pudo matarte quiere venganza de alguna forma. Pero eso de egocéntrico deberías mirar el significado en el diccionario, tú seguramente eres mucho peor que él.-su sinceridad seguía intacta, tuviera la pose que tuviera y se sintiera como se sintiera.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt