Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 30 de agosto de 2010

Dark City- Capítulo 18- Camino vital XXXII



Otro video de la cuenta de youtube de Uchihakagura


La entrevista cambió de rumbo nuevamente e intentó encauzarla, quiso llevarla a un plano más profesional y no personal. Sacó a la luz fotos de cantantes que nos habían influido, canciones que nos habían conmovido y libros que nos inspiraron. También hablaron de la relación con otros grupos de la ciudad, lo que sucedió en el Teatro Darkness con aquella obra de Paulo Wilde y las críticas que hicieron que saliéramos todos beneficiados.

Cuando salimos del estudio lo hicimos con varias cosas claras, además de una duda. Teníamos claro que había sido algo divertida, concienzuda, interesante y sobretodo una oportunidad increíble para abrirnos un poco más al resto. La actuación llamó mucho la atención por la puesta en escena, mucho más complicada que otros grupos que habían aparecido allí y tocado sin más. Era una actuación en directo y sonamos mejor que en el cd, eso fue positivo. Sin embargo, teníamos la duda de si todo el esfuerzo se recompensaría o simplemente nos terminaríamos decepcionando. Y esa duda se resolvería días más tarde.

Entre promoción y promoción teníamos horas de calma para regresar a casa o a los hoteles, porque incluso tuvimos que irnos fuera de la ciudad como es normal. Estuvimos en el norte del país en un programa de variedades, un concurso donde sólo actuaban celebridades de una cadena nacional y viajamos a países cercanos.

En la ciudad, gracias al programa de Soma Uchida y nuestra forma de presentarnos ante el espectador, ganamos más apoyo y más ventas. Nuestra discográfica comenzó a buscar filones en posters, camisetas, joyas parecidas a las que llevábamos como nuestros anillos y colgantes, muñecos con nuestra imagen y ropa que solíamos usar para vestirlos.

Los muñecos eran de esos articulados tan caros, pero hechos en la ciudad en una nueva fábrica y pintados después a mano. Un proceso entre mecánico y artesanal que me agradaba. Yo mismo tenía inversiones en esa fábrica y en otras tantas de Japón, incluso había comprado una coreana que hacía complementos personalizados a mano. Yo conocía bien el negocio y supe que era algo que podía ser atractivo al público, sobretodo a las chicas aunque también compraban esos muñecos chicos con afán de coleccionarlos. Eran los nuevos muñecos coleccionables, como lo fueron en su día los muñecos de las series de animación o de las películas de ciencia ficción.

La duda sobre el programa y nuestra aparición se resolvía, la ilusión aumentaba con cada actuación y pronto la gira de conciertos por Japón. Queríamos ir allí y dar cuatro conciertos, una pequeña gira por cuatro ciudades del país. Después regresaríamos a la ciudad, daríamos un par de conciertos y otro en dos ciudades más del país. Volveríamos a salir en un par de programas internacionales y daríamos conciertos en Francia, Nueva York y tal vez México.

Si bien la sombra de los Lucy se aumentaba y parecía querer engullirnos. Ellos tenían el mismo nivel de ventas, también habían sacado sus propias colecciones de llaveros con las guitarras que usaban, unas aplicaciones para los móviles y ordenadores para personalizar al máximo los aparatos y complementos de todo tipo. Así que ganaban aproximadamente lo mismo que nosotros, además de tener casi el mismo número de fans y algunos eran fanáticos de ambos grupos.

En realidad el único que competía con los Lucy era yo, porque eran de la misma discográfica. El resto del mundo no tenía esas ansias de revancha. Yutaka siempre decía que ya entendía a su hija, más bien la impotencia de su pequeña Midori, cuando veía a sus amigos pelearse y ella no poder hacer nada. Se sentía impotente porque jamás estaba conforme, no disfrutaba y veía una guerra abierta donde yo podía salir malherido.

-¡Quiero un careo con ese Imai!-grité al llegar a la suite donde nos hospedábamos, más bien me hospedaba yo pero era el cuartel general de ese día.-¡Me cago en su sonrisa de borracho de bar de carretera! ¡En sus gafas de sol baratas! ¡En su pose de chulo! ¡Imbécil! ¡Maldito yakuza!-vociferaba todo eso en japonés, cuando estaba tan molesto a veces sólo podía calmarme si gritaba en mi idioma natal.

-¿Has pensado en disfrutar de nuestro éxito y dejarte de tonterías?-preguntó Hidehiko.-O de entristecerte mejor, porque verás tu hijo Jun está a kilómetros de aquí y no lo verás hasta Navidad. Va a ser duro y lo harás más duro si no te centras en un objetivo más agradable.-dijo aquello encendiendo uno de sus cigarrillos.

-Hide tiene razón.-comentó Yutaka.-Yo echo muchísimo de menos a mi niña, quiero estar con ella y ver como hace sus dibujos con purpurina.-suspiró sentándose en el sofá, más bien tirándose en él.-Suerte que tenemos las cams en los portátiles, que hay cobertura en los hoteles donde vamos.-se aferró al cojín que allí había y se hizo un ovillo.-Echo de menos ir a casa de Megumi, comprar cosas para hacer dulces e invitar a los amigos de Miho. Echo de menos ir de la mano con Max.

-Echas de menos acostarte con Max, no mientas.-dijo nuestro Imai y se llevó un cojinazo en toda la cara.-¡Eh! ¡No hagas eso!-reclamó aquello antes de encenderse un cigarrillo y mirarme.-Atsushi cálmate, esto no es una carrera ni un rin de boxeo. Si tú quieres hacer de Rocky musical y darte de hostias en plató con ese tio hazlo, pero conmigo no cuentes. Yo estoy en la música para disfrutar, tú no disfrutas y eso hace que yo no disfrute. No sé si me explico.

Tenía razón, todos tenían razón. Incluso Anii pensaba lo mismo, pero él simplemente guardaba silencio. Los conocía bien a todos, sabía que estaban sintiéndose agobiados, presionados e impotentes. Yo tenía que relajarme, pero no encontré el motivo hasta que llegó una fotografía a mi móvil.

Hizaki había ido a ver a Jun ese día, había vuelto de unas promociones fuera del país y se pasó a ver a su hermano pequeño. Jun y Takumi estaban sentados uno frente al otro, cada uno con su peluche favorito, y con gesto serio. Después llegaron varias más donde jugaban y también donde se peleaban. La última fue de ambos durmiendo espalda contra espalda.

Tenía que disfrutar de todo lo que vivía porque había dejado cosas atrás que amaba, que realmente echaba en falta, y no podía tirar la oportunidad sin sacar algo bueno. Tenía que hacerlo ya no por mí o por mis amigos, sino por mis hijos y nietos. Estaba lejos de ellos, no podía verlos crecer día a día y era la primera vez que estaría tanto tiempo alejado de los que quería.

Sobre Miho no sabía mucho, sólo que Josep me llamó para comunicarme que se iban a Londres. Había ido a buscarla, la había encontrado y convencido de estar de nuevo a su lado. Si bien, para estar juntos de nuevos tenían que quedarse en Reino Unido. Yo no quise hacer un concierto allí por miedo a ella, a que pensara que iba a buscarla en esos días o intentar que ella me buscara a mí. También me llegaron noticias que él iba a volver a la música, después de más de quince años tocando sólo para él. Además de toda esa información tuve un adiós por su parte, no volvería a relacionarse conmigo o comentarme nada hasta que ella cambiara de opinión por sí misma.

Ese día estábamos alojados en un hotel del norte del país. Era uno de los más lujosos, pero no lo tomamos por el lujo sino por las vistas y porque era un hotel con fuertes medidas de seguridad. Además, para acceder al hotel tendrían que ir por carretera hasta llegar a un pueblo de montaña. Era un pueblo con montaña y mar muy cerca, teníamos vistas impresionantes. Aproveché que estábamos allí para caminar y comenzar a escribir, ya no canciones sino una especie de diario vital donde anotaría todo lo que sentía. Era como un diario de adolescente, pero no solía escribir sobre el día a día sino sobre recuerdos que saltaban a mi mente gracias a lo evocador del lugar. Terminé por relajarme y mirar de nuevo las imágenes de mi hijo y nieto. Esa noche tomé la decisión de intentar dejar a un lado esa absurda guerra.

Ese cuaderno vital terminaría uniéndose a mis escritos del portátil. Lo que comenzó como un desahogo se convirtió en parte de mí, una parte tan íntima que debía ocultar a todo el mundo. Me mostraba débil en algunos momentos, en otros como un ogro codicioso y miserable. Sacaba a relucir todas mis facetas, desde la de canalla hasta la de galán de historia barata de amor, vino y rosas. Se transformó todo aquello en una biografía detallada y desesperada.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt