Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 6 de diciembre de 2010

Dark City - Novela - Capitulo 19 - Lluvias de otoño y nieves de invierno (XIl)



En la primera persona que pensé para que me diera cobijo, ya que no quería ir a un Hotel levantando mil polémicas, fue en Paulo. Así que pedí que me llevaran a su nueva dirección, donde compartía hogar con su pareja, me di cuenta que era la primera vez que le pedía un favor desde su cargo en el gobierno de la ciudad.

Cuando llegué a su pequeña mansión me di cuenta que me recordaba a la que compartí con Clarissa, un leve escalofrío recorrió mi nuca como si el mismísimo demonio susurrara lo estúpido que fui y me mostrara a la vez todo lo que poseí una vez. Jun se aferró a mí, tenía frío, y gracias a ello regresé a la realidad pulsando el llamador.

Abrió tras casi un minuto, ya empezaba a darme por vencido y estaba por ir a un hotel. Al verme allí simplemente se quedó observándome sin mover un músculo. Yo no podía decir nada, no sabía qué decir al respecto.

-Déjame pasar.-dije notando como Jun se movía inquieto.

-Claro, pasa.

Entré quedándome en el hall de la casa, no me atrevía a pedirle refugio aunque a eso había ido. Él cerró la puerta y quedó con la espalda pegada a esta. Sus ojos azules se clavaron en los míos, después de examinarme unos segundos.

-No sé cómo empezar.

-Empieza por el principio, eso seguro que ayuda.-comentó acomodándose las gafas.-¿Qué sucede? Debe ser algo importante, tú jamás te comportarías así por nada. Además, es una noche fría, apostaría que va a nevar, y te has atrevido a traer al niño.

-Antes podrías decirme hacia dónde cae el salón, el niño está dormido y necesito dejarlo en algún lugar cómodo.-él se apartó de la puerta para caminar hacia mí.-Espero no molestaros.

-Claudia se fue hace un par de semanas, la única compañía que tengo es una vieja amiga suya que trabaja para ella, pero fue al cine.-respondió antes de acariciar los cabellos de Jun.-Dejemos que descanse en mi habitación, ahí estará bien.

-De acuerdo.

Fui tras él subiendo por las escaleras, hacían un leve crujido al pisar los escalones y eso me hizo recordar más aún a mi antiguo hogar. Agité mi cabeza para llegar al piso superior y entrar en una habitación sencilla pero de muebles que casaban bien con la antigüedad del edificio, era acogedora, y la chimenea estaba encendida.

-Papá.-mumuró Jun cuando lo dejé tumbado tras abrir un poco la cama.-Quiero a Uta.-era su conejo, estaba en la casa y lo había olvidado.

-Mañana, mañana tendrás a Uta.-le abrigué y besé su frente para girarme hacia Paulo.

-Ha tenido que ser algo importante.-susurró.-Vayamos al salón, te serviré una copa y hablaremos.

Asentí bajando hacia el salón, estaba en la planta baja y tenía unas hermosas vistas a un jardín trasero. Estaba también decorado a estilo de la casa, lo único que desentonaba era la televisión de plasma y el equipo de cine en casa. Mientras él me servía una copa del minibar yo me sentaba, quería dejar de pensar y poner la mente en blanco.

-Paulo ¿qué puedes hacer cuando tu vida se descarrila y termina como una locomotora sin maquinista?-pregunté en un murmullo.-¿Qué hacer cuando todo lo que creías seguro se desvanece? ¿Y qué hacer cuando te pagan con la misma moneda y aún así te sientes herido?

-Las cosas en esta vida suceden por algo.-respondió girándose con dos vasos de sidra.-La vida da muchas vueltas, yo he dado miles y ahora soy alguien distinto al que conociste. Creo que he madurado, pero en parte sigo siendo el mismo demonio.-susurró sentándose a mi lado para ofrecerme un vaso.-¿Qué ha sucedido?

-Phoenix me ha dicho que me ha sido infiel, pienso que durante la gira se encontró alguien para rellenar y calentar el hueco de mi cama. A mi regreso estaba eufórico, pero la euforia se fue en días y terminó frío. Hace una semana que yo buscando calor terminé en la cama con una mujer, siempre con la misma, pero no es algo serio ya que pago por sus servicios.-él simplemente daba un trago largo a su bebida escuchándome.-Esta vez no he fallado yo, pero a la vez lo he hecho. Si bien, me siento la víctima y no el verdugo. Tal vez debí llevarlo conmigo, pero pensé que tenía cosas más importantes que seguirme allá donde iba. Ahora me doy cuenta que por ello lo perdí. Que otro ocupó mi lugar y me da asco.-por fin lloré, dejé que las lágrimas salieran solas, para beber amargamente aquella sidra.

-Así que te ha puesto los cuernos y tú te acuestas con prostitutas.-comentó antes de dar otro trago.-Te sientes así tal vez porque lo tuyo no tiene sentimientos y lo suyo sí.-murmuró.

-No, no es eso. Beauty para mí se ha convertido en una amiga, no estoy enamorado, tal vez algo encaprichado porque es el tipo de mujer que me gusta. Yo tengo alguna relación afectiva hacia ella, pero no sé si puedo afirmar que él lo ha tenido con el otro miserable.-comenté con rabia.-Paulo lo he dejado, le he dicho que se vaya con su hermano y no vuelva. Allí también estaba Jasmine, le ha dejado Kamijo. Sin embargo, Kamijo lo hizo porque dejó de amarlo y prefirió buscar otro camino. Yo lo he hecho aún sintiéndome atado a él, tal vez no lo amo como antes pero hay sentimientos.-él no daba crédito, podía leerlo en su mirada. Si bien, sólo escuchaba hasta que me desahogara.

-¿Has venido sólo a contarlo?-interrogó.

-No, he venido a pedirte que me dejes dormir hoy aquí. Él mañana no estará, confío en eso, y entonces podré rehacer mi vida.-terminé la sidra de un trago y la dejé en la mesilla auxiliar.

-Quédate en mi habitación con el niño, yo hoy no dormiré. Tengo que preparar algunos informes del Ayuntamiento y debo mantenerme despierto. Si me termina dando sueño tengo el sofá del despacho y una pequeña habitación con una cama que puedo usar.-sonrió leve y se levantó.-Espero que puedas rehacer tu vida, pero antes deberías descansar al menos esta noche.

-Gracias Paulo.-respondí.-Eres un buen amigo.

-¿Lo dudabas?

Nos abrazaramos para darnos sendos golpes en la espalda. Entonces le miré fijamente a los ojos y noté que él también estaba pasándolo mal.

-¿Qué sucede con Claudia?-pregunté.

-Está gestando un hijo mío y aún no decide si tenerlo o abortar. Yo quiero tenerlo Atsushi. He cambiado en ese sentido. Quiero una familia, porque la quiero a ella y necesito estar a su lado. Inclusive compré un anillo para pedirle mano sin saber que lo estaba, pero ella dijo que aunque no estuviera embarazada no lo haría. Me rechazó molesta y se fue con su madre, para pensarlo. Cuando regrese sabré si seré padre o ya sólo sea un estúpido sueño, un deseo que no se cumplirá.-en ese momento quien lloraba era él.

Nos abrazamos intentando romper el viejo mito de “los hombres no lloran”. Los hombres sí lloramos, lloramos cuando vemos que todo lo que creemos se derrumba, que el amor se escapa y el dolor es tan fuerte que tenemos que dejarlo escapar. Los hombres como humanos con sentimientos también lloramos, también deseamos liberarnos mediante las lágrimas.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt