Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 4 de diciembre de 2010

Dark City - Novela - Capitulo 19 - Lluvias de otoño y nieves de invierno (Xl)


Esa noche al regresar Kamijo había dejado recado, quería verme, y tal cual llegué me marché. Eran casi las doce de la noche, aunque no importaba si tenía que aparecer en medio de la madrugada. Creí que se sentía perdido o preocupado, si bien era bien distinto.

El hombre que me abrió la puerta era un Kamijo preocupado, sí, pero enérgico y que parecía estar en paz consigo mismo. Yo fui tras él hacia la biblioteca y entonces me vino un aroma familiar, a sexo. Él se apoyó en la mesa y me miró directamente a los ojos.

-Apesta a...-aquel sutil aroma a sudor, ese sudor tan típico a sexo, me hizo salir del trance de mis propios librepensamiento.-Dios.-murmuré.-¿Se lo has hecho?-pregunté haciéndole ruborizarse y correr a cerrar la puerta.

Se quedó allí pegado a la madera de la puerta, acariciando las vetas con sus yemas y agachando la mirada intentando saber cómo empezar.

-Así es...-afirmó cruzando su mirada con la mía.-Estos días han sido una delicia, lejos de gritos y de reproches.-le comprendía, uno no podía soportar demasiado ese nivel de estrés.-Ella cuida de una forma tan delicada al niño, ha sido tan amable y es especial.

-Hablando como hablan los adolescentes... está buena.-dije sin sentarme, ya que me daba la sutil impresión que lo habían hecho por toda la habitación y no deseaba sentirme más incómodo de lo que ya estaba.-¿Lo es? ¿Es atractiva?

-No es sólo eso Atsushi.-susurró.-Me siento vivo, con Jasmine no puedo ser yo porque siempre tengo que andar con pies de plomo. No hay nada que haga que no termine en discusiones. No admita ni tolera mis disculpas hasta que me daña, cuando se da cuenta que estoy al borde de un ataque entonces para. No es justo que me trate como lo hace, doy mucho por él y finalmente no tengo más que dudas y reproches. Eso ha hecho que desgaste lo que siento, que desee ser amado sin contemplaciones.

-Y hace tiempo que no notas esa magia.-él asintió a mis palabras, algo que me dejó sin saber qué más decir, hasta que me marché hacia él y lo tomé por los hombros. Se estaba enamorando como un colegial, podía notarlo.

-¿Qué?-preguntó cuando le tomé del rostro.

-Hazlo con ella hasta que no tengas fuerzas, hazla tuya tantas veces como puedas, ámala, se feliz... pero divorciate rápido porque es lo mejor, por experiencia. Jasmine puede ser alguien egoísta y explosivo, pero no es mal hombre y no merece que le engañes.

-Me comprometí a cuidarlo.-dijo justo antes que lo abrazara.

-Igual que yo con Clarissa.-respondí.-Al igual que con Phoenix... pero ya no funciona.

-¿No funciona?-se quedó helado.-¿Qué sucede?

-Lleva algún tiempo distante, por mucho que haga no logro sacarlo de ese estado. Hace mucho que no noto esa magia cuando estamos en la cama. Lo peor de todo es que he empezado a estar en mis antros.-él se apartó y me miró analizándome.-Kamijo... el sexo con una jovencita de veinte años de la cual conozco muy poco... me satisface mucho más que él.

-¿Qué harás?-preguntó.

-Dejarlo.

-¿Qué haré yo?-fue una pregunta para si mismo, pero yo no para que yo respondiera si bien le ofrecí la solución segundos atrás.

-Ya te dije qué tienes que hacer... lo que quieras hacer tú eso será otro cuento.

Nos apartamos uno del otro y yo me dirigí hacia la escalera. Él se quedó al borde de esta mirándome desde el principio del pasamanos. Aquel nuevo hogar que poseía sería inmenso, un lugar sin recuerdos muy distinto al que tenía meses atrás. Jamás había estado en aquel lugar... sólo había pasado un par de veces y él me decía que sería su casa. Si bien, se había convertido en la mansión donde halló a una nueva mujer a la que amar sin límites.

Nada más llegar a mi casa los encontré a ambos sentados en el salón, tomando té y hablando en mi contra y en contra de Kamijo. Nosotros éramos los ogros, los tiranos, y ellos eran unos santos. No dije nada, aunque se quedaron en silencio al verme entrar por sorpresa.

Me marché al baño, deseaba relajarme en el agua y que esta me hiciera evadirme. Pero lo único que hice fue pensar en ella y en sus caricias. Terminé excitándome y dejándome llevar por mis impulsos primarios. Mi libido era el de un adolescente, otra vez volvía a estar dispuesto con tan sólo imaginarla.

Regresé al día siguiente a su lado, lo hice con un colgante como regalo. Era una letra b mayúscula en oro blanco, así como la cadena, y lo hice por mero impulso. Ella no quería aceptarlo, pero terminó haciéndolo. Se lo colgué en aquel rincón donde nos encontrábamos justo antes de fundirnos en gemidos.

-Te sienta bien esa cadena con ese colgante.-susurré en su oído y ella simplemente sonrió.-Deja que pueda estar un día contigo al completo, yo lo pagaré si así deseas.-besé su cuello esperando convencerla.

-No, no puedo.-respondió.-No me pida... eso.-la besé cuando giró su rostro para hacerme entender.

Noté extraños sus labios, se aferraba a los míos como si no quisiera saber dónde estábamos. Fuimos a la habitación para mayor privacidad y el sexo lo sentía más placentero que noches atrás. Parecía entregarse sin barreras, regalar todo lo que era haciéndose ver más apetecible. Cuando acabé fue un éxtasis de placer, se retorcía y clamaba mi nombre.

-Ha sido demasiado delicioso.-susurré cerca de sus labios.

-Vete, ahora vete.-dijo girando su rostro, como si no quisiera verme o tal vez no pudiera.

-Nos veremos otro día, Beauty.

Me levanté acomodando mi ropa para dejar su dinero, esta vez no habría de más puesto que le había regalado algo más valioso que un par de billetes. Sin embargo, ese día seguía en la cama aferrándose a las mantas, algo en ella no funcionaba o quizás empezaba a funcionar.

Me marché a casa, creí que era un desgraciado que desafiaba a la suerte. Pero la suerte ya estaba echada y no lo sabía.

Tres días después hubo un gran revuelo. Jasmine supo la decisión de Kamijo y yo tomé partido por él. Él pasó a un segundo plano. Phoenix empezó a sacar todos mis trapos sucios uno a uno, mientras que su amigo le defendía.

-¡Pero ahora eres tú quién no tienes espacio para mí!-exclamé mientras él se aferraba a Jasmine.

-¡Será porque he encontrado en otro lo que tú no tienes!

Se produjo un silencio estremecedor. Mis manos se cerraron en forma de puño. No cabía en mí la ira, sobretodo cuando él se dio cuenta del alcance de sus palabras. Mis ojos eran dos bolas de odio que se clavaban en él.

-Fuera de mi vida, ya.-siseé.-¡Fuera de mi vida!

-¡Atsushi he hablado por hablar!-gritó aferrándose a mí.

-No vas a volver a ver a mi hijo, ni te acercarás a mí.-lo aparté.-¿Sabes? He descubierto estos días que una puta me otorga más atenciones que tú.-susurré con malicia.-Y aunque es una puta tiene más decencia que tú.-me abofeteó cuando dije eso, pero se volvió a aferrar a mí.

-No me puedes quitar a Jun, no me puedes quitar de tu lado.

-Tú me has apartado para estar con otro... ¿por qué me lo pides a mí?-pregunté apartándolo de mí.-De amarte, pasé a quererte y necesitar estar a tu lado... pero poco a poco me apartaste, me lanzaste en busca de todo lo que no me dabas y para colmo mientras eso se lo dabas a otro.

Jasmine estaba atónito, no creía lo que estaba escuchando por mi parte y por la suya. Estábamos rompiendo y no de forma cordial.

-Vete ahora mismo de mi casa con tu amiguito, vete a casa de ese que tanto te gusta metertela y dile que ya tu culo es todo suyo.-lo empujé dirigiéndome al dormitorio.

Allí empecé a tirar su ropas al suelo, sacando todo del armario. Jun se despertó y comenzó a llamarlo, por eso dejé de sacarlo de mi casa. Fui directo a donde estaba el niño y lo tomé en brazos. Él entró en la habitación intentando tomarlo, pero viendo mis ojos y que no sería una de tantas broncas comenzó a llorar.

-Tú mismo has perdido todo lo que una vez soñaste. Esta casa es de mi propiedad, tú ya no vives aquí así que vete.-comenzó a llorar desesperado cuando escuchó la dureza de mis palabras.-No he sido el mejor amante, pero tú tampoco eres una mosca muerta.

-¡Deja de hundirlo! ¡Tú tuviste la culpa! ¡Te marchaste! ¡¿Qué querías que pensara?!-exclamó Jasmine levantándolo del suelo, pues cayó de bruces, e intentó hacer que se mantuviera en pie.

-¡Así que era eso! ¡Antes de que me sea infiel yo lo soy! Así me pagas todo lo que he hecho por ti, así me pagas que incluso te hiciera partícipe de la vida de mi hijo y así me pagas todas mis atenciones. No fui fiel, tomé malas decisiones, pero empecé a comportarme como deseabas. Y cuando lo hice me diste la espalda y te abriste para otros.-Jun seguía llorando, quería que le mirara y le escuchara a él. Decía que le hacía daño a su mamá, pero él no se merecía ni que el niño llorara por él.-Te quiero fuera, a ti y a tu hermano. Esta noche me voy con el niño lejos de aquí, cuando regrese no deseo que dejes de ti ni el cepillo de dientes.

Pasé por su lado después de tomar la bolsa de Jun, él intentó agarrarme de una pierna y hacer que parara. Sin embargo, no lo logró y yo me fui para poder tomar un taxi. Era un día gris, anunciaba tormenta, y la noche se había vuelto muy fría.

En la primera persona que pensé para que me diera cobijo, ya que no quería ir a un Hotel levantando mil polémicas, fue en Paulo. Así que pedí que me llevaran a su nueva dirección, donde compartía hogar con su pareja, me di cuenta que era la primera vez que le pedía un favor desde su cargo en el gobierno de la ciudad.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt