Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 18 de mayo de 2012

El caso - Corazones de compra-venta - Capítulo 5 - Parte 2




[10 horas más tarde]

Cuando llegué del hospital me quedé en silencio. Mis ojos se quedaron fijos en la caja y la documentación. Un sudor frío recorría mi frente mientras mis piernas dolían como si me acabaran de dar una paliza. Todo mi cuerpo estaba tenso, pero sabía que podía relajarme en cuanto mi mente se fugara a los recuerdos que se iban alojando en mi materia gris. Me mordí el labio inferior de forma nerviosa y me abalancé contra los folios.

-No importa que antes me provocarais espanto, ahora os necesito como un yonki a su dosis.

Las palabras fluían en mis labios mientras leía aquello con ansias. Nuestras discusiones eran casi tan fogosas como nuestras reconciliaciones. No admitía que lo tuviera apartado de mi mundo, un mundo tétrico y lleno de corrupción. Era incapaz de hacerle comprender que no debía tocar mis documentos, pero él deseaba conocerme hasta sumergirse en la brea más tóxica y pegajosa. Los documentos que poseía sobre ciertos casos tenían relación, a mi parecer, pero no encontraba el hilo conductor. Deslicé mis ojos hacia la pared pudiendo comprender entonces al cien por cien de qué se trataba aquellos recortes.

Entonces se movió histérico por toda la casa, sus tacones se escuchaban como si fueran martillos taladrándome mi cráneo. Llevaba varios días sin dormir a base de café y todo tipo de refrescos energéticos. Mis ojos cansados lo contemplaban con cierta pasividad, mientras él gritaba y lloraba culpando a todos los recortes. Se parecía a un animal encerrado en una pequeña jaula con una rabia a punto de explotar, una de esas explosiones provocadas por una bala y que dan como resultado un estallido que quiebra el cráneo y lo convierte en trozos pequeños parecidos a los de un vaso cuando se rompe.

-Eres un maldito enfermo. ¡Estás enfermo Travis! ¡Ese maldito trabajo tuyo que no te lleva a ninguna parte! ¡Acéptalo! ¡Eras un caso perdido y te venía grande!

Sus gritos, esas palabras tan duras que golpearon mi rostro como si fueran puñetazos, me hicieron levantarme de la silla rompiendo la mesa que estaba frente a mí. Golpeé duramente la superficie rugosa de madera podrida que sujetaba aún a duras penas mi máquina de escribir y una taza vacía de café. Me dirigí hacia él y cual monstruo colérico abofeteé su rostro.

-Me has golpeado...

Aquel tono quebradizo de su voz fue duro escucharlo, así como ver sus lágrimas cristalinas bañar su rostro. Me había tocado algo preciado, algo tan preciado como él. Buscaba la verdad y quería limpiar mi honor, pero había perdido mi orgullo por el camino y la parte de hombre que toda bestia posee.

-No me vuelvas a tocar...

Susurró acobardado al ver mis ojos inyectados en ira. Mi manos se volvieron garras y lo agarré duramente por el cuello. Mi lengua se hizo paso en su boca y lo besé mientras mi mano derecha comenzaba a tantear bajo la falda de su vestido. En pocos minutos le había arrancado la ropa y tirado al colchón haciéndolo mío. Sus gritos eran gemidos y alaridos de desesperación. No podía negarse que lo disfrutaba, pero a la vez le frustraba el motivo de ese acto tan irracional.

Cinco días más tarde llamaron a mi puerta. Era la policía. Me informaron que debía ir a declarar sobre la desaparición de mi pareja, lo habían encontrado. Pensé por unos minutos que jamás te llaman a declarar cuando se encuentra vivo, pero el ser humano se aferra a cualquier esperanza. Pensé que quería denunciarme por haberlo violado y humillado, sin embargo no fue así.

La última imagen que poseo de él es en una camilla de la sala de autopsias. Aunque su rostro estaba tan deformado que dudo que fuera él, pues aún no lo creo.”

No pude proseguir aquella tarde. Un nudo en el estómago y en mi garganta me lo impedían. Miles de dudas comenzaron a sobrevolar mi mente. Los recuerdos parecían volver a borrarse y convertirse nuevamente en un folio en blanco. Pensé que yo mismo lo había matado, pero no me creía tan ruin como para haberlo hecho. Sin embargo, es algo que ni siquiera hoy tengo claro. 

1 comentario:

Athenea dijo...

Perdona por haber tardado tanto en contestar tu comentario, pero estos días apenas me paso por los blogs porque estoy bastante liada.

Lo primero, quería decirte que siento mucho que la muerte de tu abuela. Imaginó que ha sido un golpe muy duro para ti, y comprendo perfectamente que no hayas tenido ni ganas ni fuerzas para pasarte por los blogs. Lo cierto es que llevaba algún tiempo preguntándome qué habría sido de ti e imaginé que habrías tenido algún problema personal grave. Tienes todo mi apoyo porque, aunque no te conozco personalmente, conozco tu alma a través de tus escritos, y por lo que puedo percibir de ellos, eres una persona maravillosa. Espero que la situación mejore poco a poco y que vuelvas a recuperar la alegría, aunque será difícil, pues has sufrido un golpe muy duro.

Gracias por pasarte por mi blog y mucho ánimo. ¡Un beso! Att. Athenea Escritora.

Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt