Eres la dulce mirada que esperaba en
esta noche oscura, te has convertido en el punto de luz más
llamativo que la propia luna. Las farolas nocturnas se han convertido
en banales luciérnagas que danzan sin sentido, buscando quizás una
pareja para los momentos de frío invierno. Las aceras se vuelven más
gélidas a cada paso, esas patéticas serpientes convertidas en
lenguas de asfalto que recorre mi vehículo hacia ti. La música que
suena en la radio lleva tatuada tu nombre en cada palabra que emite
un cantante rock de los viejos buenos tiempos. Mi corazón bombea
rápidamente mientras los faros iluminan al fin el edificio gris
donde me abrigo, busco tu consuelo y encuentro tus palabras cálidas.
Mi día acaba cerca de tu voz mientras
sueño con tenerte cinco minutos más, sólo para mi y sin
interrupciones que nos hagan estar separados. La mirada de un ángel
convaleciente por las flechas de cupido, esos son mis ojos de viejo
animal perdido en medio de la libertad salvaje que siempre le dominó
y ahora siente que tus palabras cubren el mismo efecto que una dura
batalla. Tú eres la musa de un hombre perdido en sus propios
pensamientos, liberándolo y provocándole que caiga rendido en tu
sensualidad. Musa delicada que es la linterna a un pasadizo extraño
llamado deseo, amor y complicidad.
Te amo más que puedo expresar.
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Pronto intentaré poner unos relatos breves dedicados a las personas que me rodean: amigos y pareja. Pero ahora quédense con este escrito dedicado a ella.
Lestat de Lioncourt // Ángel González
1 comentario:
Siempre es agradable leerte. Ya sabes que, aunque no comente, siempre me paso y leo.
Muchos besos. :****
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