Dedicado a la hazaña de Lestat en el Gobi
dedicado a su autora
Abrí los ojos y claramente lo vi,
una bola cegadora que me quemaba.
Caía precipitadamente hacia el suelo
y sentí la arena del desierto.
Fue así como comprendí a Ícaro
y de ese modo lo compadecí también.
Fue así como nos fundimos en un abrazo
y pude ver de nuevo sus rayos.
¿Quién llorará por tus alas de cera?
Me pregunté mientras hundía mis dedos
en la arena.
¿Quién llorará por tu piel de leche?
Susurraba el viento contra mis cabellos
dorados.
Abrí los brazos con entusiasmo,
ascendí al cielo como pájaro
y descendí en un remolino de dolor.
¡Dios! ¡Quería ser tu nuevo ángel!
Fue así como comprendí la vida,
la amé besando su rostro y sonreí
fascinado.
Fue así como salí victorioso del Gobi
y desperté entre pieles y mármol.
¿Quién besará tus heridas divinas?
Preguntaste acercándote con los ojos
cansados.
¿Quién tendrá misericordia de tu
locura?
Escuché mientras me carcajeaba de
forma amena.
Abrí los ojos y lo vi... ¡Juro que lo
vi!
¡Era Apolo con su carro!
¡Era Ra alzándose en lo alto!
¡Era un campo de fuego en tono cereal!
¡Era el sol! ¡Era el sol en su máximo
esplendor!
Y lo amé... lo amé tanto como en su
día lo codicié.
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