Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

Mostrando entradas con la etiqueta Homenaje. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Homenaje. Mostrar todas las entradas

sábado, 30 de agosto de 2014

Ya llegó por quien lloraban...

Cuando somos niños siempre imaginamos, en nuestra dulce inocencia, como seremos cuando el bigote crezca, las manos se vuelvan ásperas y las responsabilidades lleguen una tras otra tocando la puerta. Igual que, sin poder impedirlo, llegará la muerte llevándose todo lo que hemos construido, codiciado, soñado y deseado. La inocencia de los ojos de un niño es importante, pero cuando se convierte en un adolescente y comprende que está atrapado, completamente cautivo, por el derroche familiar y el nefasto legado siente rabia. La rabia puede hundirte, volverte loco o darte fuerzas. Yo decidí tomar fuerzas. Respiré hondamente y huí. En cuanto tuve una oportunidad, aunque parecía absurda, decidí desaparecer para siempre.

Dejé atrás los valles nevados, los días de caza, los ladridos de mis mastines, la sangre de los lobos manchando mis manos, las lágrimas y tormentos de mi madre, las mujeres que me dieron cobijo en sus camas y el vino barato. Corrí por la ciudad de los cafés, los bohemios enardecidos por la conquista de una libertad que aún no poseían y el hambre. Sí, me deslicé por los pasillos del hambre. Pasé miseria, dolor, angustia, frío y aún así la sonrisa seguía en mi rostro. Tuve que hacer miles de argucias acompañado de Nicolas y su inseparable violín. Un músico ambicioso, aunque sólo quería tocar sin cesar, que era mi amante, mi amigo, mi hermano y lo único que tenía seguro en éste mundo.

De pequeño no soñé con ser un pillo, olvidando la vergüenza y pedir en las calles, para sobrevivir. Tampoco creo que creyera realmente que pudiera ser parte de un grupo de actores. Posiblemente me veía cabalgando tras conejos y otras piezas de caza. Quizás asesinado en la taberna por uno de los esposos de mis múltiples amantes, o por sus padres. No lo sé. Sin embargo, la única carta que jamás creí levantar era la de la inmortalidad.

Me arrancaron de los brazos de Nicolas y me introdujeron en un mundo de pesadillas. De nuevo me vi corriendo en medio de un mundo distinto. La sed no se saciaba. No podía calmar mi instinto. Era como un animal rabioso. Después, cuando tomé conciencia de todo, me eché a reír como un loco. Aprendí a fingir y mentir. Yo, que jamás había dicho una mentira, me había convertido en el mayor mentiroso de toda Francia. No podía decir la verdad, aunque me quemaba. Al final dije la verdad, lo cual fue doloroso, y acabé rescatando de la muerte a mi madre.

Después conocí a un imbécil que creía en viejas leyendas, juramentos y leyes. Le arranqué todo de las manos. Su rostro de ángel se convirtió en el de un monstruo y su atractivo cuerpo, que era una mezcla de todas las mujeres que había codiciado y los hombres más arrogantes, se convirtieron en mi mayor enemigo. Una tentación. Armand se transformó en veneno líquido inyectado en mi alma.

El mayor afectado, Nicolas. Perdí a mi amante, mi amigo, mi compañero, el hombro en el cual llorar y mi hermano para tener a un engendro silencioso, que cuando explotaba era como dinamita. Podía ver sus brazos delgados alzarse, sus pericias eran terribles a mis ojos y la música era demasiado bella. Ya no había nada puro. Todo era oscuridad. Me incitaba a ser malo. Y yo quería huir.

Volví a correr. Busqué refugio. Todo fue de mal en peor. La verdad no sirvió para nada. Los orígenes eran terribles y no podía contarlos. Pero, todo fue cambiando. Mi madre se fue, pero otra mujer apareció en mi vida. Claudia era sólo una niña, pero se transformó en mujer sin que yo lo supiera. Louis, mi amante, era una tortura. Él me recordaba a Nicolas en muchos sentidos, lo amaba por quién era y a la vez me deleitaba saber que era mi condena por haber dejado atrás un amor así.

Pronto la tragedia, como si fuera una obra de Shakespeare. Mi hija intentó matarme. La princesa acabando con el rey, la reina colaborando en secreto mientras llora y el telón cayendo sobre un pantano. Sobreviví, pero lo hice para vivir entre terribles dolores. Los sucesos dolorosos no acabaron. Traiciones, celos, dolor, ira, desesperación, lágrimas, caídas y un enterramiento improvisado. Cuando surgí fue porque lo creí necesario, la música me llamaba y era mi momento.


Ahora, he vuelto. Creo que es mi momento. Estoy cansado de la basura que se escribe hoy en día. Harto de ver como nos hemos convertido en peleles que todo el mundo codicia, seres que brillan a la luz del sol y patéticos muchachos enganchados a una bolsa de plasma. Mi pelo no necesita gomina, ni una compañera que diga “Sí, quiero” a un anillo de diamantes. Sólo necesito mi vieja moto, o mi Porsche negro, para correr por las abarrotadas calles de New Orleans. Quiero aullar canciones rock o magníficas óperas. El viento tiene que volver a darme en la cara. Sí, he regresado para quedarme y señalar a los culpables. Lamento haberme quedado en silencio. Lo siento. No volverá a pasar.  

Soy más sabio, he conocido el poder de Talamasca y de familias con secretos terribles. He aprendido de las lecciones que me ha dado la vida, pero aún sigo siendo un rebelde. Tengo grandes responsabilidades y hay algo especial que debo contar... Y ésta historia os la dedico a todos ustedes, los que han estado leyéndome y los que me acompañan o acompañaron. No importa si tienen pulso o no, lo importante es que he vuelto. Sí, he regresado para quedarme. 

Lestat de Lioncourt

--- 

En homenaje a Príncipe Lestat que saldrá dentro de 60 días. 
¡Oh, sí! 

lunes, 16 de diciembre de 2013

Aquellos besos

Recuerdo cuando besé tu rostro por primera vez después de aquel escalofrío al contemplarte. Eras una de esas bellezas extrañas que ni siquiera necesitaban maquillaje para dar profundidad y belleza a tus ojos, marcar tus pómulos o realzar tus labios. Tenías el cabello corto, ondulado perfectamente como si tuvieses una estrategia sobre ello, y era dorado. Te veías hermosa con aquella ropa seria, simple y oscura a pesar que deseaba contemplar tu cuerpo sin atadura alguna.

Supongo que era el poder de una bruja lo que tanto pánico y alerta me provocaba, sin embargo me enamoré profundamente y sentí que era la primera vez que me quedaba atónito, hechizado, preocupado y desesperado ante un ser humano. Sin embargo, tú no naciste humana y la doble hélice dormida en tus genes lo demostraban. Habías parido dos de esos monstruosos niños que caminan.

No era la primera vez en la cual nos teníamos cerca, pero sí era la primera vez en la cual nos presentábamos como dos seres arrebatadoramente hermosos como si fuéramos ángeles. Los mismos ángeles que caían en los infiernos más apetecibles. Nos contemplábamos como si fuéramos de escarcha y tuviésemos miedo de caer derretidos por el calor que sentíamos.


Te besé. Cubrí tu rostro de besos. Incluso quería besar tus orejas. Besé cada trozo de tu rostro y tus manos. ¡Ah! ¡Besé todo lo que pude a la mujer más increíble que jamás había conocido! Caí postrado ante ti y me pregunté que era eso que sentía. Por primera vez habían dejado mudo y atónito al vampiro que yo era. ¡Y qué vampiro era y sigo siendo! Comprendí quizás entonces, aunque algo tarde y tras siglos, que era el amor más puro que jamás podría sentir. 

domingo, 11 de agosto de 2013

Hermosa y libre

Dedicado a Gabrielle de Lioncourt
por parte de su hijo Lestat de Lioncourt
Poema realizado para aparecer en EL JARDÍN SALVAJE






Te tomé de la cintura y giramos juntos,
igual que el pelo de un diente de león.
Íbamos contra el viento y contra todo
porque París nos esperaba durmiendo.

Alcé tu cuerpo de flor nocturna junto al mío,
caminamos con escándalo por los tejados
para hacerlos tuyos, míos y nuestros.
Éramos salvajes, nuevos hijos de la noche.

¡Ah! ¡Te amé más que nunca!
Hermosa y decidida fiera sin domar
que rugía dejando atrás la miseria
y cada una de las cadenas impuestas.

¿En qué nos convertimos aquel día?
¿Sabías que me convertí en tu Dios?
Tú me diste una vida y yo a cambio te di otra.
Nací de tu vientre y tú de mi sangre, mi Don.

Te tomé de las manos antaño me peinaban,
miré a tus ojos de madre y vi una compañera
pero sabía que no sería durante mucho tiempo.
Soy tan parecido a ti, pero tan distinto...


Aún nos aguardan los tejados, Gabrielle.  

miércoles, 23 de enero de 2013

Ícaro de sangre



Dedicado a la hazaña de Lestat en el Gobi
dedicado a su autora


Abrí los ojos y claramente lo vi,
una bola cegadora que me quemaba.
Caía precipitadamente hacia el suelo
y sentí la arena del desierto.

Fue así como comprendí a Ícaro
y de ese modo lo compadecí también.
Fue así como nos fundimos en un abrazo
y pude ver de nuevo sus rayos.

¿Quién llorará por tus alas de cera?
Me pregunté mientras hundía mis dedos en la arena.
¿Quién llorará por tu piel de leche?
Susurraba el viento contra mis cabellos dorados.

Abrí los brazos con entusiasmo,
ascendí al cielo como pájaro
y descendí en un remolino de dolor.
¡Dios! ¡Quería ser tu nuevo ángel!

Fue así como comprendí la vida,
la amé besando su rostro y sonreí fascinado.
Fue así como salí victorioso del Gobi
y desperté entre pieles y mármol.

¿Quién besará tus heridas divinas?
Preguntaste acercándote con los ojos cansados.
¿Quién tendrá misericordia de tu locura?
Escuché mientras me carcajeaba de forma amena.






Abrí los ojos y lo vi... ¡Juro que lo vi!
¡Era Apolo con su carro!
¡Era Ra alzándose en lo alto!
¡Era un campo de fuego en tono cereal!
¡Era el sol! ¡Era el sol en su máximo esplendor!
Y lo amé... lo amé tanto como en su día lo codicié.  

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt