Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 10 de enero de 2013

Impresiones


Aquí dejo las "Impresiones" de Lestat de Lioncourt sobre algunos fragmentos narrados por Quinn, personaje del Santuario. Está dedicado a Quinn, mi hermanito. 

Los personajes no son míos, lo sé, pero esto es un tributo al libro y también a una persona. No es algo con lo que yo gane algo, más bien invierto mi tiempo en hacer para que otros disfruten. 



IMPRESIONES



Su obsesión le había hecho jurar y perjurar en más de una ocasión que era su único amor. Loco por ella, por su rostro de niña, sus ojos de mirada intensa perdidos en miles de historias que ella únicamente conocía, esas cintas en sus cabellos que le daban aquel toque infantil pero perverso, y como olvidar sus manos que apoyaban su mentón. Sí, obsesión. Pura obsesión.

Amarla se había vuelto en una obsesión, una dulce y agradable tortura, que le hacía sentirse valiente y al fin ocultar tantas noches donde deseaba poner fin a su vida. Un muchacho de dieciocho años enamorado puede cometer locuras, pensar locuras, y realmente disfrutarlas más que cualquier adulto. Sin embargo, había algo de encantador en todo ello. Es como si lo hubiesen sacado de un libro romántico y lo colocaran a mi disposición para examinarlo. Louis hubiese disfrutado con aquello, sin duda. Pura tragedia griega de un amor imposible pero a la vez tan vivo. Aún así, ese muchacho cautivaba con su mirada azul intensa y sus cabellos azabaches.

¡Cielos! Por momentos quise estrecharlo como hubiese hecho un padre con su hijo. Quería reconfortarlo por la tragedia que había vivido, esos años tan oscuros donde él veía luz. Era como sus fantasmas, oculto en la oscuridad sin ver salida viable. ¡Oh! ¡Quinn que encantador era! Y sin embargo, hice algo que ni siquiera con otros logré hacer. Guardé silencio hasta el final del acto.

Eran tan sólo unos niños jugando en un jardín salvaje. El jardín que él mismo había dispuesto. Una tarde de verano cerca del cementerio, allá donde todo podía ser posible, y donde los fantasmas moraban con sus propias reglas impuestas a los vivos. Eso y nada más eran. Muchachos con unas cualidades inusuales. Ni siquiera sabían el verdadero peligro, inocentes hasta la médula.

Él se consideraba un chico atractivo, aún así se sentía cautivado por los halagos que ella le profesaba. En medio de aquel mundo intoxicado con estúpidos comentarios de entes que se resistían a ir a la luz, vigilados por su hermano gemelo que no llegó a vivir demasiado, y con aquella perturbada llamada Rebeca, como la Rebeca del pozo que colgaba en los camafeos de su tía Queen.

¿Qué podía pensar de su historia? Me encontraba ante un muchacho que desnudaba su vida ante mi completamente fascinado por quien era yo. Podía sentir como su mundo se desmoronaba y se alzaba, como si fueran fichas de dominó o simples naipes. Uno amontona las fichas, las hace caer, y vuelve a montarlas. Eso era su vida, fichas que iban encajando y de golpe caían.

Por unas horas nada tenía sentido ¿quién era Goblin? ¿Un espíritu puro? ¿Un fantasma? No importaba. Me hechizó la historia de su pasión por Mona, pensé que una mujer que podía volver así de loco a un hombre debía ser extremadamente hermosa. Podía acceder a su mente pero no lo hice, preferí saborear su imagen en mi cabeza e imaginarla como si estuviese sentada a su lado.

Me dieron ganas de gritar que estaba loco, sí. Estaba loco por esa chica, loco por los misterios que rodeaban su mundo, y aún así tenía el coraje de buscarme, cosa que le hacía estar más loco aún. Pude matarlo pero no quise, un intruso en mi vivienda que pude matar, pero preferí averiguar todo lo que él podía ofrecerme. ¡Era una nueva aventura! ¡Algo nuevo e intenso! Mi hermanito se había cruzado en mi camino para que narráramos una nueva aventura.

Después cuando conocí a Mona lo comprendí, cualquier hombre habría caído envenenado en su belleza. Pero el más desquiciado de los hombres, el más honesto, era Quinn. El muchacho al final tuvo a su Ophelia Inmortal, y yo una nueva criatura.


No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt