Lo inesperado
Es un fan fic realizado en base de un rol que estamos desarrollando entre varias personas. Simplemente lo he adaptado al lenguaje, y también ciertos puntos de vista, de Lestat. Es por lo tanto un trabajo grupal que iré subiendo.
-Parte 1-
Oscuras proposiciones
Me encontraba sentado en mi despacho en
la gran mansión que compartíamos entre varios inmortales, amigos
mortales y algún espectro que se dedicaba a torturarnos en alguna
ocasión. Los papeles de las últimas acciones que había hecho en
bolsa se hallaban sobre mi mesa, había logrado vender unas acciones
por el triple de su valor en bolsa antes que se desplomara. Fue todo
un logro conseguir algo así sin intermediarios, pues era como las
apuestas y yo tenía demasiado dinero para apostar.
Acabé aburrido rápidamente y decidí
buscar a Louis para contarle mis logros, pedirle que viniera conmigo
a cualquier lugar de la ciudad y sobre todo que aceptara cierto juego
que tenía preparado para nosotros en nuestra habitación. Ésta vez
quería probar algo nuevo por completo, lo cual decían que era
excitante, y no veía la hora de averiguar si realmente era tan
delicioso.
Había salido del despacho y me
encontraba en el pasillo que conducía al hall principal de la
mansión. Mis ojos depararon en las nuevas esculturas que Marius
había comprado en una subasta, según él eran magníficas y según
yo ocupaban demasiado espacio y éste comenzaba a faltar.
-Apuesto que Louis no se espera algo
así – dije acomodando mi camisa de algodón blanco para aparecer
lo más presentable frente a él.
Mis cabellos no los había cortado esa
noche, estaban largos y encrespados con unos rizos bastante definidos
a decir verdad, mis labios tenían una sonrisa triunfadora y mis ojos
parecían proclamar una victoria provechosa. Era un hombre de
negocios que iba por su casa sin zapatos ni calcetines, con unos
pantalones tejanos algo viejos y una camisa de Armani recién
estrenada. Pero sin duda, pese a quien le pesara, era un hombre que
sabía hacer buenos malabarismos y había encontrado una nueva forma
de jugar a la ruleta sin tener que ir al casino.
-Jefe no apuestes sin ti no puedo vivir
-corrió hacia mí aferrándose a mis brazos brazos-. No me dejes en
este mundo cruel a mi suerte.
Aquellas palabras eran incoherentes
incluso para ella, pero apostaba que ya estaba usando su nueva
estrategia para provocar un terrible drama en el cual me involuclara
claramente, así como a Quinn y a quién sabe más. Mona cuando
deseaba era perversa y guardaba en sí un claro espíritu de
manipulación. Sin embargo, no me importaba. Ella para mí era
alguien importante en mi vida y no podía despreciarla.
Rodé mis ojos abrazándola mientras
giraba mi rostro hacia otro lado, permitiendo así que apoyara su
pelirroja cabellera contra mi torso.
- Claro Mona...-susurré con una leve
sonrisa - sin mi no puedes vivir...-afirmé siguiéndole el juego
mientras echaba a reír-. Dirás que no puedes vivir sin sexo.
-¿Deseas darme sexo jefe? -sonrió
insinuándose coqueta pegando sus pechos lentamente a mi brazo con
disimulo y cierta expectativa.
-¿Deseas que Quinn me odie?-pregunté
acariciando sus cabellos mientras sonreía leve. Mis dedos se
enredaban en su espesa melena rojiza. Tenía un aspecto encantador
como el de cualquier adolescente. Ella era una hermosa mujer salvada
antes que el hilo de su vida se cortara, del mismo modo que lo fue mi
madre y Claudia. No era una mala propuesta, pero se arriesgaba
demasiado. No quería que mi felicidad se acabara tan pronto-. ¿Por
qué no eres una buena chica y te vas a las cuadras? Quizás el
fantasma de Claudia se aparezca allí observando el potro que compré
para que dejara de molestar por unas noches.
El fantasma de mi hija se aparecía
continuamente pidiendo atención, ciertos caprichos malsanos que
concedía para no escucharla, también una malicia propia de su
persona. Ella jamás admitiría nuestra derrota, por lo tanto siempre
estaría dispuesta a cometer sus fechorías y provocar que cayésemos
en su trampa.
-Jefe que cruel eres conmigo -susurró
enredando mis rizos dorados entre sus dedos, lanzando a la vez
miradas coquetas y sin dejar de sonreír-. Puedo manejar a Quinn
jefe, además nadie va a enterarse sólo somos tú y yo... -añadió
realizando ciertas caricias con la diestra contra mi pecho, además
de jugar con los botones de mi pulcra camisa.
-Nadie puede asegurarme que no se vaya
a entrar Quinn o Louis... o tu tía-dije intentando alejarla, aunque
era tentador tenerla tan próxima. Aquellos pechos turgentes, sus
mejillas levemente ruborizadas por la sangre temprana arrancada a
cualquier indeseable, sus labios carnosos pintados en un leve tono
rojizo y sobre todo ese derroche de sensualidad que veía frente a mí
provocaban deseos de romperle el vestido, tirarla al piso y meterme
tan hondo en ella que los gemidos podrían confundirse con alaridos
de un animal salvaje-. ¿Qué quieres realmente?
-Quinn salió con Nash y el tío Tommy,
Louis fue a ver a David y Rowan esta en el hospital. Tenemos la casa
para los dos... anda jefe sé que deseas jugar conmigo- sonrió
nuevamente mordiéndose el labio y desabrochando suavemente los
botones inferiores de la camisa.
-Pero ver a David no es bueno...-funcí
el ceño recordando el deseo que suscitaba mi Louis en él, un deseo
que quería exterminar en ocasiones y en otras sentía un amor
inquietante por él que me deslegitimaba para destruirle-. ¡Ese
capullo quiere con mi Louis!-decía aquello, pero me dejaba manipular
sin resistencia alguna a que desabrochara mi camisa.
Continuó desabrochando mi ropa y al
tener mi toso descubierto rasguño con sus uñas, procurando
erizarme, desde su abdomen hasta mi pecho. Aquello provocó que mi
miembro comenzara a estar algo duro y apretado en mis pantalones.
-Louis estará bien...-susurró con voz
sensual- sólo déjate llevar Lestat -sonrió de forma seductora
clavando la mirada en la mía.
Me quedé paralizado, dejando que la
eléctrica sensación recorriera todo mi cuerpo, mientras la
observaba. Irradiaba belleza y poder de seducción, del mismo modo
que lo hacía Rowan cuando me tentaba.
-Sin duda tienes buenos argumentos- me
incliné hacia ella rozando sus labios antes de besarla.
Sentía como el deseo me cubría con
una espesa manta. También y a la vez el comentario sobre donde se
encontraba su amante le provocaba una reacción exagerada entre la
ira y los celos. Si Louis iba con David quizás es porque estaba con
deseos de ponerle esos cuernos que tanto decía que le colocaría.
Mona sonrió triunfal besando mi cuello
y hombros, bajando por mi pecho el cual lamía sin pudor alguno
centrándose en mis pezones, los cuales lamió desabrochando el
pantalón. Sonreí descarado dejando que ella hiciese lo que deseara.
Cuando sentí esas caricias sutiles sobre mis pezones con la lengua
no dudé en soltar un fuerte jadeo. Mis ojos violetas se quedaron
fijos en los de Mona, mientras sonreía sosegado y expectante. Pronto
logró palpar mi miembro y comenzó a estimular por encima de la ropa
interior. Las caricias sobre mi miembro, aunque cubierto de ropa,
fueron bastante agradables.
-¿Qué travesuras sabes hacer con tu
lengua Mona? Me han contado pero jamás lo he sentido... ¿Eres tan
buena como dice mi hermanito?-mi tono de voz estaba velado por el
placer, por lo tanto era algo ronco aunque sin dejar de ser seductor.
Ella rió encantadoramente tomando su
cabello entre sus manos, haciendo entonces que éste quedase hacia su
lado derecho. Me encontraba embelesado por la belleza y soltura que
Mona tenía. Comprendía bien a Quinn al desearla únicamente para
él.
-¿Quieres comprobarlo? -sonrió una
vez más incándose de rodillas frente a mí, como si fuera una
estatuilla de un altar, bajando todo de una sola vez la ropa para
comenzar lamiendo el miembro, así como frotándolo con la diestra, e
introduciéndolo a su boca comenzando aquella faena.
Gemí moviendo mis caderas lentamente
mientras le permitía hacerse con su deseo. Había perdido el control
y los pensamientos cuerdos, o razonables, desde hacía varios
minutos. Ahora no era más que un hombre despojado de todo su honor,
sus palabras llenas de juramentos, y lleno de lujuria. Sin embargo,
mi sonrisa de placer no se borró con un nuevo jadeo sino por un
rostro serio ante la llegada de mi amante.
Louis regresaba de haber ido a una
tienda de instrumentos musicales, con su nueva adquisición. Era sin
duda un nuevo obsequio que estaba seguro que me gustaría. Cuando
abrió la puerta el estuche cayó al suelo y el ruido que formó fue
lo que hizo que me fijara que no estábamos solos. Intenté decir
que no era lo que pensaba, pero Louis nos había visto y no tenía
nada que encubriese mi fallo.
-Louis...-murmuré y tras ello
rápidamente subí mis pantalones guardando mi miembro algo erecto,
ya que ni siquiera la sorpresa pudo bajar del todo el deseo-.
Louis... deja que te explique... mon amour... Yo... yo te estaba
buscando y Mona me dijo que te fuiste con David... pensé que...
¡Diablos Louis! ¿Por qué siempre tienes que ser tan
oportuno?-acabé vociferando.
-No necesitas explicarme nada -siseó
mirándome furioso-. Sigan en lo suyo -sin decir más dejó el
estuche tirado en el piso y se alejó sin importarle que lo siguiera
y gritara su nombre.
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