-Parte 2-
Discusión
Mona se relamía sin mostrar ni un
remordimiento limpiándose solamente la comisura de los labios con la
mano derecha. Con suavidad terminó incorporándose mientras
comenzaba a entablar cierta conversación. Si bien, yo intervine
primero intentando calmar el tenso ambiente que se estaba dando.
-¡Madita sea!-vociferé moviendo mis
brazos golpeando el aire-. Louis... no ha pasado nada, realmente ha
sido un terrible error... movido por mis celos- intentaba disculparme
vagamente, pero sólo empeoraría las cosas-. Pensé que fuiste con
David buscando una aventura
-Louis espera -avanzó hacia éste
situándose frente a él- por tú bien no digas nada de esto. Si lo
haces no me haré responsable si tu hermoso perrito desaparece
misteriosamente y tú estadía en este lugar se vuelve miserable...
por tú bien cierra la boca-aquellas amenazas me desconcertaron.
Ella había sido capaz de amenazar a
Louis con la muerte del cachorro que le había obsequiado hacía tan
sólo un par de meses. Era una cría de Mojo, que a su vez era un
glorioso descendiente del primero que encontré en mi aventura con el
ladrón de cuerpos. Por ello, me giré rápidamente hacia ella
atónito mientras escuchaba a mi pareja responderle.
-Tú ni te atrevas a hablarme, zorra
-pasó de largo empujándola con su cuerpo- ¿Quieres a Lestat? Por
mi quédatelo, suficiente tengo con una bruja como para soportar a
otra.
-¡No amenaces a Louis con Byron!-la
agarré del brazo zarandeándola para luego propinarle una bofetada-
¡Eso sólo hará que empeore todo!
-¡Tú me deseabas! -grito ante el
agarre e intentó huir de él. Sus cabellos se agitaron notablemente
al igual que los míos. Nuestros largos flequillos provocaron que
nuestras miradas airadas quedaran levemente ocultas- ¡No mientas que
eso ahora no te corresponde! ¡Y si lo amenazo es porque el se metió
en esto!-su voz se alzaba con furia golpeándome con insistencia.
¡En qué se ha metido!-pregunté
profundamente molesto, y con un tono elevado, mostrando sus colmillos
de forma amenazadora-. ¡Me dijiste que se había ido con David!
¡Pensé que su amenaza era cierta! ¡Sólo me dejé llevar! ¡Maldita
sea Mona!-gritaba temblando sin dejar de agarrarla de nuevo por los
brazos-. ¡Deja de amenazar a mi pareja!
-¡Estoy harto de esto, por mi váyanse
los dos al maldito infierno! Y tú, Lestat, desde hoy estas muerto
para mí- me miró con profundo odio y desprecio que se caló en mi
pecho provocando que me atragantara con las palabras que querían
salir de mis labios. Me dolió más que cualquier palabra que él
pudiese decir.
-¡Louis!-fui hacia él tomándolo del
rostro-. No Louis, no puedes decir eso en serio... estás enfadado y
sólo... bueno sólo hablas tonterías- quería asegurarme que era
eso, pero simplemente no podía ya siquiera creer lo que decía.
¡Ni te hagas al santo que te
revolcaste con mi tío Michael! -respondió gritando provocando que
me girara rápidamente hacia ella.- ¡Lestat vuelve aquí no puedes
dejarme así! ¡Él es un mentiroso se ha revolcado con Michael
gritando como una puta cualquiera!
-¡No hablo tonterías! -decía
arrebatando mis manos de su rostro- ¡Quédate con tus zorras que no
deseo nada de ti!-vociferó-¡Nada!-añadió.
Ya estaba petrificado apartando sus
manos de su cara, mientras la decepción y la ira cubrían todos mis
pensamientos. No podía creer a Mona pero todo cobraba sentido. Era
demasiado doloroso saber que algo así podía ocurrir realmente.
-¡Dime que es falso! ¡Louis! ¡Dime
que es falso!-acabé agarrándolo por el cuello de su camisa
pegándolo contra una de las paredes del hall. Acabé por mirar
completamente iracundo a mi amante-. ¡Dime que es falso Louis!
Mi hermanito terminó llegando saliendo
del coche deportivo último modelo. Era un vehículo de mi propiedad
que solía prestarle para sus desplazamientos. Él no necesitaba que
yo le dejara nada, pero ese modelo era una auténtica delicia y pocos
habían sido los fabricados con todas las prestaciones de gama alta
como aquel. Era una maravilla de color carmín, descapotable, y con
unas llantas impolutas que había cambiado nada más salir de la
fábrica. Amaba esas llantas plateadas tan resplandecientes que
parecía engarzada con diamantes.
Se abrió paso hasta nosotros
escuchando los gritos que provenían de la Mansión. Cuando subió
los escasos peldaños hacia el porche quedó parado esperando una
respuesta aceptable a su tímida pregunta. Juro que cuando lo vi ahí
parado me sentí miserable.
-¿Ocurre algo?...
-¡Quin, tú quédate atrás! -señalizó
a su esposo para que no avanzará- Oh sí Lestat, los vi durante su
primera pelea revolcándose con él. Anda Louis, di que mi tío no te
satisface, miéntele como lo has hecho hasta ahora.
-¿Y todavía te atreves a dudar? -me
soltó un puñetazo en el rostro mientras tenía la mente dispersa,
y lo sentí como un golpe a traición- Púdrete imbécil, maldito sea
el momento en el que se me ocurrió ir a comprarte algo por tu buen
comportamiento... maldito seas tú por creerle más a esa bruja... te
desprecio
-¿Qué rayos ocurre? -frunció el ceño
observando a todos terriblemente confundido. Yo deseaba que él no se
percatara de todo lo que sucedía.
-¡Bruja a mucha honra!-le sacó la
lengua en un gesto totalmente irreverente y acabó abrazándome.
-¡Nada!-repliqué a mi hermanito, aún
con el golpe en el rostro mientras se deshacía de ella- ¡Louis!
¡Por favor!-ya no sabía a qué apelar, me había comportado mal y
no sólo con Louis sino también con Quinn...-¡Louis cásate
conmigo!
Y eso fue sin duda lo único que
parecía querer Louis desde siempre, quizás con algo así él se
olvidaría del resto. En su tonto pensamiento creyó que finalmente
él aceptaría, todo se resolvería y tan sólo tendría que pensar
concienzudamente como alegar demencia temporal.
Mona saltó como si estuviese subida en
un resorte, rápidamente me propinó una bofetada y se negó al
enlace en un grito insufrible.
-¡No puedes casarte!-exclamó.
-¡Puedo si quiero!-repliqué furioso
aún sin pensar con raciocinio, aunque eso de pensar no se estilaba
demasiado en mi. Era un hombre de impulsos y no de pensamientos.
-¡No puedes!-gritó histérica.
Louis detuvo su andar al escuchar sus
palabras. Para él esas palabras que tanto deseó escuchar se habían
convertido en polvo. Buscó en su lengua las palabras más hirientes
y pronto me las lanzó como un cuchillo.
-Cásate mejor con tus putas, no deseo
nada de ti...-susurró con voz rasposa debido al sufrimiento que
sentía-y Quinn, ve dándote cuenta de la clase de mujer que tienes,
si fuera tú me divorciaría-sentenció con rabia.
Mi buen amigo terminó por girarse
hacia su esposa y la miró con un trago amargo. Aquella revelación
provocó que su corazón pendiera de un débil hilo. La mujer que
había amado desde su adolescencia, la chica que robó todos sus
deseos y esperanzas, había vuelto a sus andadas.
-¿Mona?...-balbuceó esperando que
ella respondiera a las acusaciones vertidas por Louis.
Mona parecía estar fría,
completamente congelada, frente a su amante que parecía derrumbarse
como un castillo de naipes. Mona se había quedado sin aire, sin
palabras, sin nada.
-Quinn... yo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario