Extraño tus manos acariciando mi
torso,
es hielo frío tu lado del colchón
como si te hubieses convertido en
fantasma.
La melodía de tus sueños se apagó
para mí.
Hoy es el día del engaño y la sonrisa
fría.
Tus ojos brotan mentiras que callas
y muestras dulcemente una sonrisa
condescendiente.
Crees que soy estúpido y no lo noto...
He decidido tomar las maletas e irme
pues deseo correr nuevas aventuras
para al fin poder descansar lejos de
ti.
Tu aliento ya no es dulce y no lo
quiero.
Necesitaba tanto un abrazo sincero
que confundiste mi sonrisa enamorada
por beneficiarme de tu ingenuidad rota.
Las alas negras que abates son púrpura.
El violeta de mi mirada ha palidecido
y tu verde frescor es como el de la
menta
cayendo en las heridas con abundante
sal.
Tus palabras son el hielo de mi
corazón.
Me iré para no ver tu desprecio
y huiré apresurado y tan lejos como
pueda
para refugiarme bajo un centenar de
faldas cortas
y risas enlatadas en funerales
decadentes.
Mi destino era amarte y que tú me
odiaras en tu olvido... que tú me odiaras.
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