Primavera entre tus largos dedos,
calidez de nieve y mariposas de hielo
que atraviesan tus ojos de lapislázuli
y que abrazan elevándome al cielo.
Madre, yo decidí darte una vida por la
mía.
Te entregué el vals de las mariposas
grises,
las cuales se volvieron difuntas
mientras corrías por las calles de
nocturno verano.
No pensamos en leyes, dioses y verdades
porque la mentira nos envolvía con
crueldad
y el dolor se llevaba tus sonrisas
enigmáticas.
Te miré enterrando mis colmillos,
porque te quiero.
Vestidos de cálida estepa para la dama
que emprendió caminos en la selva.
Cabellos de sol para la más enigmática
hembra
que corrió como una más entre
caballos salvajes.
Primavera entre tus largos dedos,
calidez de amante y madre inmortal
que atraviesan nuestros corazones
vampíricos
y que abrazan nuestros impulsos
otorgándonos paz.
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