De la madre de Mael se desconoce todo, es un personaje no muy querido, pero aquí se presenta a su madre o lo que podría ser su madre.
Entre cánticos y poemas,
luces de luciérnagas
y tambores de guerra
alzaste tus manos hacia mi.
Madre, tú que tanta admiración
levantaste hacia mis hermanos y hacia mí mismo. Una mujer digna e
interesante. Siempre callada y postergada a lo que otros decidieran,
pero con una mirada salvaje que te hacía correr conmigo por los
bosques sin calzado alguno mientras aullabas. Me enseñaste a imitar
la naturaleza, intimidar con mi arma y demostrar que mis principios
estaban por encima de mi amor por otros.
Me enseñaste a ser firme y tomar mis
decisiones por dolorosas que fuesen. Antes estaba el bien de mi
pueblo que el bien de aquellos que decían amarme, los cuales podían
engañarme. Tu amor sí fue real, mi amor también lo fue. Confiaba
en mis posibilidades y mis metas. Aprendí de hierbas, pócimas y
cánticos gracias a ti mientras padre me enseñaba a manejar las
armas, montar a caballo y ser un hombre.
La guerra me curtió igual que te
curtió a ti. Moriste después de parir cinco hijos, a cual más
fuerte. Yo fui el primero de ellos y decidí internarme en el bosque
junto a otros druidas. Era un guerrero y un hombre místico. Me
enlacé con la madre natura con runas en mi bolsa.
Cuando cabalgo pienso en ti, por eso le
puse a mi yegua tu nombre. Tiene tus cabellos y tu mirada salvaje.
Jamás pensaste que tu hijo sería tan grande, pero me diste la
oportunidad de aprender sobre nuestros dioses y la cultura que tanto
amo.
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