Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 10 de mayo de 2013

Carta a las madres 5


Nash es el tutor de Tarquin Blackwood en la novela EL SANTUARIO. Se está elaborando en EL JARDÍN SALVAJE ciertas cartas. Algunos me han pedido que las guarde, en otras he colaborado, y bueno le tocó a Nash subir. De Nash se conoce bien poco pero por su personalidad, la cual pudo ser influida por su madre, hemos creído oportuno que así fuese su madre algo similar a tía Queen, pero con un toque distinto. 




Mi madre murió hace años con el cabello teñido por nieve y las manos arrugadas de tantas caricias dadas y recibidas. Una mujer recta en su trabajo, firme en sus palabras y de ojos claros tan dulces como el primer caramelo que prueba un niño. Su sonrisa iluminaba la vida de cientos de personas. Tan dedicada, tan centrada, tan afable y adicta a ir a misa los domingos para hablar con su Dios. Recuerdo que siempre vestía sobria y elegante con unos zapatos bajos muy bonitos y limpios. Mi padre solía decir que era una pequeña muñeca que había cobrado vida el día que se casaron, posiblemente lo era.

Sus cabellos fueron de trigo pero el paso de los años decidió dejarlos en plata, sus dientes bien alineados siempre fueron un pequeño enigma pues se tapaba los labios al reír a carcajadas. Sin embargo, nunca tuvo timidez para mostrar su amor por todo aquello que le rodeaba.

El día que murió cayó una enorme tormenta. Los árboles se agitaron y yo lloré junto a la lluvia. Mis hermanos también lloraron, pero no fuimos los únicos. Padre estaba presente, aunque no la sobrevivió más de unos meses. Ella era su vida, la luz de su mesilla de noche cuando solía leer entretenidas novelas románticas, y el perfume en sus camisas recién planchadas. Muchos vecinos se aproximaron para rezar en su último adiós e intentamos despedirla con una sonrisa, como ella solía hacerlo cuando salía del porche de la casa camino a su misa dominical.

Para aquellas madres que siempre tienen una sonrisa en los labios les dedico este pequeño regalo, este recuerdo.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt