Nash es el tutor de Tarquin Blackwood en la novela EL SANTUARIO. Se está elaborando en EL JARDÍN SALVAJE ciertas cartas. Algunos me han pedido que las guarde, en otras he colaborado, y bueno le tocó a Nash subir. De Nash se conoce bien poco pero por su personalidad, la cual pudo ser influida por su madre, hemos creído oportuno que así fuese su madre algo similar a tía Queen, pero con un toque distinto.
Mi madre murió hace años con el
cabello teñido por nieve y las manos arrugadas de tantas caricias
dadas y recibidas. Una mujer recta en su trabajo, firme en sus
palabras y de ojos claros tan dulces como el primer caramelo que
prueba un niño. Su sonrisa iluminaba la vida de cientos de personas.
Tan dedicada, tan centrada, tan afable y adicta a ir a misa los
domingos para hablar con su Dios. Recuerdo que siempre vestía sobria
y elegante con unos zapatos bajos muy bonitos y limpios. Mi padre
solía decir que era una pequeña muñeca que había cobrado vida el
día que se casaron, posiblemente lo era.
Sus cabellos fueron de trigo pero el
paso de los años decidió dejarlos en plata, sus dientes bien
alineados siempre fueron un pequeño enigma pues se tapaba los labios
al reír a carcajadas. Sin embargo, nunca tuvo timidez para mostrar
su amor por todo aquello que le rodeaba.
El día que murió cayó una enorme
tormenta. Los árboles se agitaron y yo lloré junto a la lluvia. Mis
hermanos también lloraron, pero no fuimos los únicos. Padre estaba
presente, aunque no la sobrevivió más de unos meses. Ella era su
vida, la luz de su mesilla de noche cuando solía leer entretenidas
novelas románticas, y el perfume en sus camisas recién planchadas.
Muchos vecinos se aproximaron para rezar en su último adiós e
intentamos despedirla con una sonrisa, como ella solía hacerlo
cuando salía del porche de la casa camino a su misa dominical.
Para aquellas madres que siempre tienen
una sonrisa en los labios les dedico este pequeño regalo, este
recuerdo.
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