En ésta entrevista salgo yo y David me ha pedido como siempre que la respalde aquí.
El equipo de rodaje se había
desplazado de nuevo hacia New Orleans para la siguiente entrevista.
David estaba inquieto pues conocía el deseo de varios inmortales por
dejar ciertas aclaraciones, pues siempre se puede tergiversar la
verdad y dejarla desnuda era lo más sensato. Debido a su pasión
por ciertos temas, acompañado por el deseo de regresar a la ciudad
donde Mona le esperaba, acabó dirigiéndose al despacho de Lestat
tendiéndole la mano y una sutil invitación. La noche inmediatamente
después de conversar con su maestro, Marius, el encantador, y
alocado, Príncipe Malcriado aceptaba el reto con una sonrisa llena
de fascinación.
La cámara enfocaba directamente el
pequeño salón de actos, donde se arremolinaban algunas
personalidades en las noches donde actuaba para sus huéspedes e
invitados. Sus elegantes telones granates caían lánquidamente
rozando el suelo de madera con sus bordados e oro. Las sillas
dispuestas alrededor de la zona de focos eran cómodas y elegantes,
Luis XVI idénticas a las de otras salas, y parecían esperar a un
público que no llegaba. Los altos ventanales de vidriera dejaban
entrar la tenue luz de la luna mientras el foco central iluminaba
donde ambos estaban sentados.
Lestat vestía una levita azul pavo
real con botones de camafeos, cada uno de ellos eran las musas, y
tenía una camisa blanca de chorreras bien planchada y con un broche
en el pañuelo también de camafeo. Sin embargo, en el broche de
piedra negra había algo más que un rostro. En el broche de su
pañuelo estaba su inicial que imitaba su excelente caligrafía, muy
pomposa y grande. Sus pantalones eran similares a los usados en otra
época y sus leotardos blancos cubrían sus piernas tornándolas. Sus
pies estaban cubiertos por unas botas bajas que resplandecían por lo
limpias que se veían, pero no eran nada de otro mundo. Los cabellos
dorados del vampiro caían sobre sus hombros acariciando su mentón
suavemente marcado mientras su enorme y perfecta boca sonreía con
descaro.
David sin embargo vestía sobrio muy
aferrado a su estilo. Vestía un traje clásico negro, como noches
atrás, aunque con un leve cambio en las solapas al ser suavemente
más finas, y una camisa blanca sin corbata en esta ocasión. Deseaba
tener un tono desenfadado pues sabía que se arriesgaba a una
entrevista en la cual todo y nada era posible. Sus cabellos estaban
perfectamente peinados y su leve sonrisa gentil surgía de su boca de
forma encantadora.
-Una vez más estamos en nuestro
pequeño encuentro- dijo a la cámara antes de señalar, abriendo su
brazo derecho, hacia su acompañante- Hoy nos encontramos con Lestat
de Lioncourt, nuestro anfitrión. Una leyenda viva nos abre las
puertas de su mansión a diario y nos deja descubrir secretos de su
mundo, al cual llama Jardín Salvaje, invitándonos al aquelarre de
sensaciones gratas y amargas, en alguna ocasión. Tenemos ante la
lente de nuestra cámara a un aventurero, al cual intentaremos
retener durante unos breves minutos mostrándonos algo más de él-
hizo un inciso y se giró hacia su maestro y amigo, el carismático
Lestat- Bienvenido.
-Bienvenido a ti mon ami- respondió
remarcando su casi olvidado acento francés mientras soltaba una leve
carcajada- Bienvenido a mi mansión, eres libre de preguntar
cualquier cosa por seria o descabellada que te parezca. No me
enfadaré como otros puedan hacerlo, creo que no estamos para
enfadarnos sino para disfrutar del momento. Ya echaba de menos tu
presencia y también pensaba que no querías verme en tu descabellada
propuesta- movía las manos y la cabeza mostrando su energía- Mon
dieu! Creí que me huías.
-No, no te huía- intervino con un tono
de voz agradable.
-Pues eso creía- respondió intentando
llevar el ritmo de la entrevista, pues Lestat era así de
avasallador- ¿No me preguntas nada?
-Lo harías si me dejaras- contestó
intentando que sonara a broma, pero en realidad era cierta molestia.
-Oh, lo lamento- dijo intentando
guardar silencio a espera de una pregunta al fin.
-Bien- comentó David desabrochando un
par de botones de su chaqueta, para de nuevo volver a cerrarla.
Ciertamente Lestat a veces le exasperaba y estaba perdiendo la
paciencia que tanto le sobraba. Su buen amigo era como un niño y en
ocasiones había que pedirle que se callara de forma amable, eso sí-
He tenido la inmensa fortuna de conversar con Memnoch sobre su
relación ¿cómo podrías definirla?
-Pésima- dijo con cierta sequedad en
su tono de voz- No lo deseo cerca, pues no sé que pretende
realmente. Es cierto que gracias a su intervención pude ofrecerle el
Velo de Verónica a Dora, pero la verdad ¿por qué debería ser su
amigo? No hay nada que me agrade en su forma de ser, pues siento que
sólo juega y los juegos si no los llevo yo no me agradan. Me siento
un juguete y la verdad, soy un juguete muy caro para romperse en
manos de un demonio.
David escuchaba su parloteo prestando
atención. Realmente Lestat podía parecer que olvidara, pero no era
así. Seguía estando ciertamente traumatizado con las revelaciones
que el demonio le hizo.
-¿Y la relación con Julien?-aquella
pregunta realizada por su buen amigo David le provocó cierto rictus
en su cara, pero luego se echó a reír.
-A veces los fantasmas nos persiguen,
pues fíjese en Nicolas. Vienen de otro plano y se quedan en tu casa,
sin necesidad que les ofrezcas una habitación pues todas son suyas,
y te regañan como si fueses su hijo o su amante. No, no me llevo con
Julien y creo que nunca me he llevado con un fantasma – sus últimas
palabras fueron amargas. Hubo un requiebro en su voz y sus ojos se
ensombrecieron. Esos ojos violetas que tenían cierta belleza similar
al amanecer, o anochecer, se habían enturbiado. Claudia era un
fantasma, ella los visitaba, y él sentía un dolor terrible al
recordar sus palabras, la muerte de la pequeña y también los años
dulces que no regresarían.
-Vayamos por temas más agradables-
comentó David estirando su brazo derecho hacia él, acariciando la
zurda de Lestat- Amigo mío, debo preguntarte por tus hijos.
-Mis hijos- esbozó una sonrisa casi
infantil, como la de un ángel o un inocente- Mis hijos de la noche
son muchos, pues siempre he deseado estar acompañado en una fiesta
sin fin. Sin embargo, tengo otros que son míos. No olvido los Taltos
que he concebido con Rowan y Mona, las cuales se recuperaron de sus
enfermedades gracias a mi sangre. Mona es hija mía, está contigo, y
espero que realmente encuentre la libertad y la felicidad en tus
manos- se echó a reír antes de sacudir su cabeza- Ah, David-
musitó- Siempre quise recuperar los encantadores años con Louis, a
pesar que él no es el mismo. Louis es más frío y calculador,
muestra diferentes caras allá donde va, pero siempre será Louis. He
regresado mil veces a su lado aunque somos incompatibles porque somos
dos polos opuestos, pero es eso precisamente lo que me hace caer
arrodillado frente a sus ojos esmeralda. Me arrastra a sus deseos,
complazco sus caprichos y me comporto como un adolescente- la cámara
le amaba y también le amaba David, pues eran amigos pese a sus
diferencias.
-¿Podrías contarnos el milagro de la
vida?- preguntó con suavidad apartando su mano de Lestat mientras
recobraba un gesto serio y algo frío. David jamás entendería como
podían ser amigos, pero lo eran. Había algo en Lestat que invitaba
a amarlo.
-Los inventos modernos provocan que la
vida sea más fácil. Celeste y Gabriel han venido a la vida después
de años de investigación. En el Instituto Mayfair había ayuda a la
concepción de hijos por parte de vientre de alquiler, como han hecho
famosos cantantes y actores, así como parejas homosexuales de todo
tipo – hizo un breve silencio y prosiguió- Admiro la música y soy
fanático de conocer cualquier hecho que rodee a un artista, pues
creo que influye en su obra. Elton John logró ser padre con su
esposo y pensé que podría concederle ese capricho a Louis, el cual
era también mi capricho. Intentar volver al pasado con un nuevo
futuro, ambos juntos soportando la eternidad junto a unos pasos
inocentes- se echó a reír de la nada- Pero también está el
milagro del Don Oscuro que ahora muchas jovencitas, y también
mujeres maduras, creen que es lo mejor que puede ocurrir por culpa de
vampiros que brillan como si fuesen lámparas de discoteca.
-Justamente quería preguntarte sobre
las nuevas novelas de vampiros, algunos son reales y otros pura
imaginación – comentó con una leve sonrisa - ¿Qué piensas de
ellos? Siempre has mostrado lo fantástico que es ser inmortal, pero
también el deseo de muchos de sentirse humanos de nuevo.
-Es cierto -dijo acomodándose en la
silla- Pero, también te recuerdo que como si fuésemos superheroes
debo señalar que un enorme poder conlleva a una enorme
responsabilidad. Ya no soy tan alocado, aunque realmente termino
siendo impulsivo y me interno en aventuras donde cualquier otro
habría muerto, e intento llevar una vida más centrada. Se debe
pensar a quien se da el don, aunque no soy el más indicado para
decirlo ¿verdad?- preguntó echándose a reír de nuevo mientras
agitaba sus cabellos- Las nuevas novelas son un fraude. Seamos
sinceros ¿quién quiere ir eternamente al instituto pudiendo viajar
y conocer de primera mano hechos históricos? ¿Y ese cortejo de te
deseo pero me das náuseas? ¡Por dios! Lo peor de todo es que son
como Louis con sus pollos y caniches.
-¿Es cierto que sufres o sufriste
síndrome de Edipo?-interrogó David intentando no alargar las
respuestas de su entrevistado.
-Sí, pero no deseo entrar en detalles.
Cuando entro en ese tipo de detalles mi madre acaba furiosa y
recordándome que no es digno hablar de ciertos temas que ocurren
entre un hombre y una dama- susurró achicando los ojos mientras se
inclinaba hacia delante- ¿Comprendes?
-Sí, por supuesto- respondió con una
sonrisa agradable y comprensiva- ¿Volverías al pasado para arreglar
algunos asuntos y que no ocurrieran como los viviste?
-No, si volviera sería para
disfrutarlos de nuevo conociendo lo que iba a pasar. Seguramente
estaría más preparado, los aprovecharía al máximo, y en esas
épocas en las que fui realmente feliz las saborearía con otra
perspectiva- dijo encogiéndose de hombros- Sólo eso- finalizó.
-¿Qué sientes por Louis? ¿Y qué es
lo que sientes por Rowan?- era una pregunta delicada, pero todos lo
habían visto viajar de unos brazos a otros.
-Amor, un amor de entrega y un deseo
insaciable. Amo a ambos por igual, mi corazón por lo tanto está
dividido. No puedo elegir a uno sin sentir que me falta el aire.
Ellos no lo comprenden y lo único que ven es que soy un mujeriego,
aunque es cierto que coqueteo y me dejo llevar por los besos más
picantes, así como por las caricias más cariñosas, que me ofrecen
los que tanto me admiran. Sin embargo, siempre regreso a ellos y
ruego sus atenciones mientras les ofrezco los caprichos que ambos
tienen – aquello lo decía con rotundidad en sus palabras. Se
notaba en sus ojos violáceos la verdad brotando desde su pecho. Era
un hombre entregado a su discurso y creía en él. La cámara lo
enfocaba directamente, pero desvió su atención hacia David que
simplemente se mantenía estoico.
-¿Qué sentiste cuando Nicolas volvió
a ti convertido en un fantasma?- justamente era uno de los motivos
por el cual le hacía aquella entrevista. El curioso suceso de
Nicolas persiguiéndole allá donde iba, como Claudia.
-Dolor -masculló con tristeza- Tenía
cierto alivio que hubiese visto la luz, como fue el caso de Magnus
cuando se inmoló, pero al parecer sólo cayó en el limbo y al tocar
unas pertenencias suyas que tenía Talamasca, las cuales trajiste tú
mismo hasta mi presencia, él pareció poder volver a través de mis
sentimientos. Jamás dejé de quererlo, pero el amor pasional se
enfría y queda sólo los buenos recuerdos.
-¿Volverías a cantar?- preguntó con
una escueta sonrisa intentando atrapar la atención de los ojos,
ahora tristes, de Lestat.
-Canto cada noche para mis hijos, pero
no deseo cantar para las masas. Posiblemente grabe algo para ellos,
pero nada más. Suficientemente canto en la ducha, frente a las cunas
o mientras conduzco. ¿Sabías que es genial cantar T.N.T de AC/DC a
más de doscientos kilómetros por hora?-preguntó explotando en
carcajadas- Amo cantar en mi descapotable sintiendo el viento
enredando en mis cabellos, mis manos sobre el volante sintiendo como
se desliza el vehículo, y mi voz de barítono retorciéndose en casa
palabra de la canción.
-Tenía una ligera sospecha- carraspeó
– En una palabra describe lo que sentiste cuando viste la película
de La Reina de los Condenados.
-Horror- dijo entre carcajadas.
-Lamento hacerte esta pregunta pero
necesito hacerla, ya que muchos creen que jamás la amaste y creo que
es un error. ¿Qué sientes cuando el nombre de Claudia viene a tu
mente o ella aparece?-susurró intentando ser delicado, aunque sabía
que esa pregunta ensombrecería a su rubio y alocado maestro.
-La creé por capricho y necesidad.
Necesitaba una hija para formar una familia perfecta. Sin embargo, sé
que me equivoqué y fue un error porque la hice sufrir. Sin embargo,
no sabes lo feliz que era comprándole todo, observando sus rubios
cabellos tan similares a los míos, tocando sus manos pequeñas
mientras la felicitaba por la interpretación que acababa de tocar y
cuan orgulloso estaba de sus progresos como vampira. La amé más que
a mí mismo, de igual modo que Louis la amó. Me parece un terrible
error por parte de muchos que crean que no la amé o que simplemente
me burlaba de ella. Es cierto que discutíamos y podíamos ser ambos
muy crueles, pero ella para mí era mi pequeña.
Las facciones de Lestat eran las de un
padre que había perdido a su hija. Pese a la verdad, o más bien la
realidad, que Claudia seguía viva en algún plano eso no quitaba que
para él ya no era lo mismo. Muchos padres hubiesen dado cualquier
cosa por una respuesta de sus hijos desde otros mundos, pero las
respuestas grotescas y crueles de la niña le herían. Por eso mismo,
David intentó llevar a Lestat a un nuevo momento de euforia.
-Lestat- dijo con un tono confidente-
Marius parece que niega que os parezcáis ¿qué piensas?
-Que sus milenios le afectan- respondió
con una buena carcajada- Ambos tenemos normas que ni cumplimos pero
deseamos que otros las cumplan, somos rubios, tenemos legado de las
mismas tierras pues mi padre era italiana y la suya era celta, muy
posiblemente de la región francesa, lo cual nos hace ser a ambos
franco-italianos y esa es otra de las peculiaridades que tenemos. Se
podría decir que somos una extraña pareja de padre e hijo que
quieren ser únicos a su manera, pero los dos amamos el arte y somos
mecenas, deseamos leer libros para acaparar sabiduría y sobre todo
tenemos relaciones muy apasionadas – dijo todo aquello sin parar ni
un segundo. Su ceño se relajó dejando alzadas sus cejas y luego una
fuerte carcajada le hizo doblarse- Ah, Marius tan celoso y enigmático
a veces.
-¿Y qué es de Armand? Muchos
preguntan por él- intervino intentando que callara antes que Marius
se enojara al ver el vídeo, pero Lestat seguía riendo a carcajadas-
Lestat ¿qué es de Armand?
-No lo sé, tal vez estará llorando
porque se le acabaron los tomates para licuar o triturar en sus
cacharros de cocina- respondió con una sonrisa burlona- Yo no lo
extraño, más bien me agrada tener mi casa sin su presencia incómoda
y su voz chillona.
-Para finalizar ¿cuál es la aventura
que más le ha fascinado tras haberla vivido? ¿Tal vez aquella en la
cual quiso ser santo?- dijo cruzando sus largas piernas mientras
esperaba una larga respuesta.
-La eternidad. Toda mi eternidad es una
gran aventura- susurró con una leve sonrisa- ¿No te parece enorme y
grandiosa? Me fascina incluso verte vivo con ese cuerpo que también
usé. Es increíble que estemos hoy aquí, después de tantos años,
y que pueda ver todos los inventos que aún intento comprender, así
como poder ver aviones sobre el cielo y también escuchar rock o jazz
en la radio cada noche -susurró con una leve sonrisa encantadora,
tan brillante que parecía un milagro. Su cara se animaba en cada
facción- Es fascinante incluso el zumbido de los mosquitos en el
pantano, incluso eso. Todo es fascinante porque me puedo rodear de la
humanidad, la cual amo y odio a la vez, y dejarme seducir por nuevas
oportunidades- guardó silencio y se levantó abriendo sus brazos-
¿Me das un abrazo?
David quedó impresionado por la
frescura que aún tenía pese a todo. Él se incorporó y se acercó
a él abrazándolo. Era su forma de agradecerle ese momento, el cual
había sido por supuesto una charla entre viejos amigos.
-Te amo David, te amo a ti como amo a
todos los que me aman. Te aprecio muchísimo- susurró hundiendo su
rostro en el hueco del cuello de David y éste sonrió acariciando
sus rubios cabellos mientras la cámara fundía a negro.
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