Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 13 de mayo de 2013

Oye como va


Texto subido al Jardín Salvaje como homenaje a los personajes de Anne Rice. 




Traje blanco de lino cubano, camisa violeta y gafas de lentes a juegos ocultando una mirada intensa en tonos violáceos, pies descalzos enterrándose en la blanca arena y una sonrisa a juego con la pose de caradura. Como si estuviese en medio del caribe se paseaba por el borde de la orilla de la isla de la noche. Sus cabellos ondulados cabalgaban al son del viento mientras sus manos se ataban a los bolsillos de su pantalón.

-Oye como va mi ritmo, bueno pa'gozar mulata-tarareaba una canción agradable con ritmos calientes que había escuchado en la radio. Su pose de canalla en celo estaba sin duda bien registrada, parecía hecha para él. Descaro en los labios, ojos y caminar.

En el borde del cuello de su camisa, cerca del primer botón, hay mancha de carmín rojo. Está casi bañado en colonia femenina y las caricias excitantes de la diosa que acaba de conquistarlo, una vez más, yace a varios kilómetros dormida ajena a que su amante se ha marchado. Rowan era para él el lugar donde debía ir para divertirse, olvidar las penas y echar unas horas de dulces sueños. Su deseo le hacía sucumbir sobre todo porque se dejaba llevar.

Los gemidos de su amante habían sido tan altos que habían hecho vibrar la mansión. Sus uñas se habían enterrado con fuerza en su espalda y él mordió su cuello dejando que brotara su deliciosa sangre. Lento al principio, como si fuese el final de un tango, y después tomando ritmo como una salsa en mitad de la pista para acabar electrocutándose como una genial composición de rock. Sus muslos eran el refugio de un preso de su locura. La amaba, no había dudas, del mismo modo que amaba a Louis. Sin embargo, eran amores contrapuestos, ilícitos, desproporcionados y tóxicos para los tres. Un triángulo vicioso que le hacía caer precipitadamente hacia el borde de la cama.

El sol acababa de descender hacía unas horas, el agua del mar aún era tibia y acariciaba sus pies humedeciendo los bajos de su pantalón. Su sonrisa se ensanchaba mostrando lo enorme que era su boca. Se sentía dichoso de tener dos cuerpos, dos almas, dos vidas dedicadas en pleno a satisfacerlo y aunque era algo que sólo un canalla se colocaría como medalla, él no se sentía ni canalla ni sentía que dañara su honor de caballero.

Llegado un momento se sentó cerca de la orilla y comenzó a escribir el nombre de Louis junto al suyo, pero no muy lejos estaba Rowan. Sólo recordar el placer que le ofrecía la seguridad de Louis, el deseo que le encendía con cada roce, y también la vigorizante sensación de riesgo con Rowan lo mataba y revivía a la vez.

-Deberías pensar en lo doloroso que es para Louis lo que estás haciendo- dijo una voz conocida mientras tomaba asiento a su lado. Los largos cabellos de Armand parecían puro fuego gracias al viento que agitaba su melena como antorcha.

-Lo dice el más indicado- respondió tras un suspiro exasperado- Tuviste que venir aquí, justo ahora, para amargarme la noche.

-Sólo paseaba del mismo modo que tú- dijo con una leve sonrisa intentando aparentar que no le importaba el hastío que le había mostrado.

-Sinceramente, no te creo y si me disculpas iré a volar por los aires lejos de ti, del idiota que no sabe admitir un no- tras aquello se alzó dejando que el viento le llevase de nuevo a su mansión en Nueva Orleans.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt