Una visión en homenaje a uno de los personajes secundarios de Anne Rice (Mael)
Está conducido por David Talbot
El contenido fue subido al Jardín Salvaje
La cámara enfocaba hacia la puerta de
la cuadra de la Mansión Lion, la mansión de Lestat de Lioncourt,
donde habitaban varios inmortales relacionándose a diario con
brujas, fantasmas y mortales comunes. Dentro se escuchaba relinchar a
un caballo y la luz estaba encendida. Fuera, en los alrededores, poco
o nada se escuchaba más que el mecer suave del viento y las ramas
quejarse agitando las hojas de brotes nuevos gracias a la primavera.
Algún zumbar de un mosquito pasaba cerca del micrófono del chico de
sonido, y algún grillo era captado, pero nada más. El pisar contra
el suelo arcilloso, casi pantanoso, era una especie de chapoteo y
cuando empujaron la puerta, la cual era de madera roja, se escuchó
un leve quejido.
Dentro de la cuadra había un par de
caballos, pero el más elegante era uno completamente blanco. Sus
largas pestañas se movían inquietas mientras sus orejas se echaban
hacia atrás. Ella era Aldana, la yegua de Mael, y quien la frotaba
con cariño y esmero era su dueño. Estaba vestido con una camiseta
común de propaganda de una pastelería cercana, la cual proveía a
veces de pan y dulces a la mansión, y unos jeans destrozados con
unas botas sucias, muy sucias, militares. Sus ojos fríos se
deleitaban con la belleza del animal y en sus labios había una mueca
sutil.
David estaba allí, sentado en un
pequeño taburete muy cerca de Mael. Había accedido a su petición,
era cierto, pero estaba siendo extremadamente difícil sacarlo de la
cuadra así que decidió que se haría junto al animal.
-Bienvenidos una vez más a mi sección-
dijo con elegancia levantándose para dar la bienvenida a la cámara.
Vestía una ropa mucho menos llamativa, pero igualmente elegante.
Tenía botas de montar algo sucias por el fango, pero sin duda se
había esmerado en aparentar pulcritud, vestía unos pantalones de
montura y una camisa de cuadros caquis y marrones con bordes rojos.
Sus ojos café brillaron con cierta inquietud, desconocía como
saldría aquella entrevista- Hoy estamos con Mael- comentó
acercándose a él- Es un hombre que ama estar en la cuadra,
cabalgar, y leer viejos poemas cerca del fuego que él mismo enciende
cada noche. Es un inmortal que tiende a no socializar con el resto,
aunque siempre está dispuesto a mostrar un poco de su cultura y de
sí mismo.
-No me adules, no me hace falta que lo
hagas y no va conmigo- dijo con un tono de voz áspera casi sin mover
los labios- Venga, di que quieres saber.
Nunca le habían hablado tan directo,
fue como un golpe a su rostro muy rápido y sin avisar. Esbozó
precipitadamente una sonrisa encantadora y afable mientras se apoyaba
en una de las vigas de madera del establo.
-¿A pesar de los siglos te consideras
druida? Te expusiste al sol al ver el Velo de Verónica- comentó
intentando indagar qué podía sentir un vampiro tan temperamental.
-Sí, porque ¿no es Dios el que está
en el fuego? ¿no es Dios quien está en los amaneceres y
anocheceres? ¿no es el alma de Dios los bosques y las aguas? No
estaba equivocado, sólo dividíamos a Dios en otros dioses menores
-replicó girándose hacia él para mirarlo sin duda alguna en su
rostro- Soy druida porque sigo cantando a mis ancestros en el bosque,
rezando por las tumbas de aquellos que me amaron aunque no esté
próximo a sus restos, sintiendo las almas en comunión con la
naturaleza y escribiendo poemas a la belleza natural. ¿Algún
problema? ¿O tú vas a ser como el Romano que cuestiona todo y se
cree un señor elegante a pesar que sólo sigue clichés?
Aquello era otra bofetada, pero lejos
de sentirse ofendido sintió un profundo respeto. Un hombre que no le
importaba nada, ni siquiera llenarse de barro, por sentir la
naturaleza más cerca se merecía unos segundos para admirarlo aunque
no compartieras todas sus ideas.
-¿Por eso se lleva mal con
Marius?-preguntó con una cortísima y elegante sonrisa en su rostro.
-No, le detesto porque es romano. Los
romanos son testarudos y no escuchan a otros, ellos tienen la razón
y punto. Uno no puede dialogar con un romano, mire lo que quiso hacer
Jesús una vez y acabó clavado y expuesto a todos. No, un romano no
es racional. Ellos están hechos de otra pasta distinta que les dice
luchar, conquistar, pisotear y si algo es bonito me lo quedaré y
diré que es mío. Me importa poco lo que diga ese lamebrochas de mí,
pero no de mi cultura. Él se burló de ella hace muchos años y
sigue haciéndolo hoy día. Es la cultura de sus antepasados, es su
cultura y por lo tanto ¿por qué tiene que pisotearla? ¿Orino yo en
su Curia Romana?- la nariz de Mael se había arrugado como la de un
animal que está a punto de atacar porque se siente amenazado. Sus
ojos se veían más pequeños y brillantes, así como algo más
pálidos. Sus manos habían dejado de deslizarse con el cepillo por
el lomo de la yegua y se quedaron juntas, acariciando el cepillo
esperando que prosiguiera- Otra pregunta y espero que no sea del
idiota por el que me preguntan siempre.
-No lo es, pero sí es sobre alguien
que le importa, o al menos interesa- contestó. David quería
aproximarse al milenario vampiro, pero él no estaba por la labor-
¿Qué sintió cuando Avicus le abandonó?
-Furia y juré venganza -dijo rabioso-
Aún no me he cobrado esa venganza, pero lo haré tarde o temprano
-cerró los ojos y dejó que un gruñido surgiera de sus labios
finos- Fue culpa de Marius, él le metió toda esa carga de amor,
deseo de conocer y estupideces similares que podía hacer conmigo. Yo
lo necesitaba.
-Ya veo- no sabía que responder a sus
ataques, pues cada pregunta era una nueva oportunidad de atacar-
Tengo entendido, por mis estudios en historia e indagaciones por
otros medios, que los celtas ponían en sus druidas una carga mística
similar a la que actualmente poseen los sacerdotes de religiones como
la cristiana- aquello hizo suavizar el rostro de Mael, aunque seguía
a la defensiva- Cuéntenos ¿qué estudios o preparación debía
tener un druida?
-Disposición, honor, sabiduría,
entrega a la cultura y sobre todo a la elaboración de cánticos,
rezos, poemas a los dioses y renovación de leyendas. Debías hacer
comprender a los guerreros que sus dioses los escuchaban, los niños
tenían que comprender la historia de su pueblo y las mujeres
sentirse protegidas. Guardaba secretos antiquísimos que no pude
ofrecer a mi sucesor, pues fui elegido finalmente entre los míos
-estaba más sosegado hasta que recordó porque tuvo que ser así,
justo después de ver como fracasaban con Marius- ¡Yo debí ser
elegido primero! Dígame ¿qué tiene él que no tenga yo? Y no me
halague, porque no lo tolero, sino dígame con franqueza que tiene él
que yo no tenga.
-Mayor control de su ira, pero ambos
son muy similares- respondió escuchando como todos los huesos de
Mael crujieron- Por ello, no comprendo aún porque Marius fue
elegido. Quizás porque usted era un gran druida y no querían perder
a alguien tan valioso- contestó intentando salir del paso. Se sentía
entre la espada y la pared. Los druidas no sólo eran guías sino
también guerreros- Por favor, prosigamos – por un leve instante
Mael sonrió, o al menos eso pareció. El celta parecía satisfecho
con aquella respuesta- ¿Por qué Aldana? ¿Por qué ama tanto a los
caballos?
-Porque cuando cabalgan son libres,
aunque les guíes. Ellos son en parte la libertad que perdí, como
todo aquel que se convierte en uno de los nuestros. Usted es menos
libre que cuando era humano, pues no tiene la libertad de morir ¿no
es así? Tampoco de dormir de día o de noche -se inclinó hacia
delante como si hiciese media reverencia y sonrió de forma algo
cruel- Bienvenido al paraíso del cual no se puede escapar- comentó
antes de proseguir el cepillado de la yegua.
-¿Cómo encontró a Maharet?-el cámara
enfocó directamente a David cuando hizo esa pregunta tan rápida que
provocó que Mael dejase de nuevo de cepillar al animal.
-Ella me encontró a mí, no yo a ella.
Ella nos encuentra, nosotros sólo caemos en sus manos primorosas y
nos encadena a escuchar su historia. Me enamoré de su poder, de su
belleza y porque no, porque así fue, de sus manos. Amo como teje en
silencio mientras murmura de vez en cuando algún poema, suspira y
prosigue. Es una mujer minuciosa y fuerte, muy firme en sus
decisiones. Creo que simplemente me encontró y me alegro que lo
hiciese porque me sentía abandonado y demasiado perdido como para
continuar. Ella me dio fuerzas para comprender el mundo actual e
intentar seguir cuerdo- hablaba como lo haría un hombre enamorado, o
al menos un ser lleno de respeto hacia la mujer que una vez amó- La
sigo amando a mi modo y sé que ella me quiere al suyo.
-¿Eso vio en Jesse?-intervino
provocando que Mael riera a carcajadas mientras negaba- ¿Qué le
causó tanta gracia?
-Jesse es fuerte, pero no es Maharet-
aclaró con ambas cejas alzadas- Jesse es Jesse- sentenció relajando
su ceño para luego proseguir- Podría decirse que es una mujer con
sus propios principios y virtudes. Es desafiante, algo orgullosa,
temeraria, muy hermosa como una rosa que se mantiene firme en plena
nevada, pero no es Maharet- susurró el nombre de la vampiresa que
una vez conquistó su corazón salvaje- A ella también la quiero.
-Ella curó sus heridas, por ello no me
cabe duda que también le quiere a su modo- asintió cuando regresó
a su labor- ¿Qué sintió al ver a Lestat en mitad de un concierto
de rock declarando que era un vampiro y contando secretos?
-¿Le digo la verdad?-preguntó con
cierto tono de burla.
-Sí, por supuesto- replicó.
-Pensé que era un auténtico
gilipollas y que estaba exponiendo a todos a una muerte segura. Sabía
que tarde o temprano esa tontería que estaba haciendo nos estallaría
a todos en la cara. Y mire, no me confundí ¿no es cierto?- David
suspiró con una leve sonrisa mientras se encogía de hombros-. Ya,
dirá que el sesudo ese que tiene de amigo es así y no se puede
hacer nada. En mi tierra cuando alguien provocaba que todo un
batallón cayese no salía bien librado, pero a él se le golpea en
la espalda y se le dice que recuerde las reglas.
-¿Otra vez Marius?-soltó una
encantadora carcajada- No pierde el tiempo para acusarle de algo.
-Porque es cierto- respondió algo
molesto- ¿Y cuándo se va a terminar ésta entrevista? Quiero salir
a montar y yo a diferencia suya me visto así para montar, no para un
programa de televisión para mortales.
-Si lo deseas podemos darla por
finalizada, no sin antes darme una valoración sobre el mundo actual-
dijo con amabilidad.
-El mundo actual apesta, pero si estoy
vivo es porque quiero ver hasta donde puede llegar la estupidez del
ser humano- comentó ensillando a su yegua mientras David se alejaba
unos metros.
-Espero que en ésta entrevista hayan
aprendido algo más sobre Mael- comentó mientras el celta aparecía
tras su espalda sin que él se percatara- Es una oportunidad única y
casi irrepetible.
-Dalo por hecho porque no pienso hacer
otra entrevista como esta, ya que hay test en revistas de
adolescentes mucho más entretenidas- eso provocó que David se
girara indignado, pero su reacción se cortó porque el objetivo
fundió a negro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario