Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 14 de mayo de 2013

Entrevista al Druida

Una visión en homenaje a uno de los personajes secundarios de Anne Rice (Mael)

Está conducido por David Talbot
El contenido fue subido al Jardín Salvaje


La cámara enfocaba hacia la puerta de la cuadra de la Mansión Lion, la mansión de Lestat de Lioncourt, donde habitaban varios inmortales relacionándose a diario con brujas, fantasmas y mortales comunes. Dentro se escuchaba relinchar a un caballo y la luz estaba encendida. Fuera, en los alrededores, poco o nada se escuchaba más que el mecer suave del viento y las ramas quejarse agitando las hojas de brotes nuevos gracias a la primavera. Algún zumbar de un mosquito pasaba cerca del micrófono del chico de sonido, y algún grillo era captado, pero nada más. El pisar contra el suelo arcilloso, casi pantanoso, era una especie de chapoteo y cuando empujaron la puerta, la cual era de madera roja, se escuchó un leve quejido.

Dentro de la cuadra había un par de caballos, pero el más elegante era uno completamente blanco. Sus largas pestañas se movían inquietas mientras sus orejas se echaban hacia atrás. Ella era Aldana, la yegua de Mael, y quien la frotaba con cariño y esmero era su dueño. Estaba vestido con una camiseta común de propaganda de una pastelería cercana, la cual proveía a veces de pan y dulces a la mansión, y unos jeans destrozados con unas botas sucias, muy sucias, militares. Sus ojos fríos se deleitaban con la belleza del animal y en sus labios había una mueca sutil.

David estaba allí, sentado en un pequeño taburete muy cerca de Mael. Había accedido a su petición, era cierto, pero estaba siendo extremadamente difícil sacarlo de la cuadra así que decidió que se haría junto al animal.

-Bienvenidos una vez más a mi sección- dijo con elegancia levantándose para dar la bienvenida a la cámara. Vestía una ropa mucho menos llamativa, pero igualmente elegante. Tenía botas de montar algo sucias por el fango, pero sin duda se había esmerado en aparentar pulcritud, vestía unos pantalones de montura y una camisa de cuadros caquis y marrones con bordes rojos. Sus ojos café brillaron con cierta inquietud, desconocía como saldría aquella entrevista- Hoy estamos con Mael- comentó acercándose a él- Es un hombre que ama estar en la cuadra, cabalgar, y leer viejos poemas cerca del fuego que él mismo enciende cada noche. Es un inmortal que tiende a no socializar con el resto, aunque siempre está dispuesto a mostrar un poco de su cultura y de sí mismo.

-No me adules, no me hace falta que lo hagas y no va conmigo- dijo con un tono de voz áspera casi sin mover los labios- Venga, di que quieres saber.

Nunca le habían hablado tan directo, fue como un golpe a su rostro muy rápido y sin avisar. Esbozó precipitadamente una sonrisa encantadora y afable mientras se apoyaba en una de las vigas de madera del establo.

-¿A pesar de los siglos te consideras druida? Te expusiste al sol al ver el Velo de Verónica- comentó intentando indagar qué podía sentir un vampiro tan temperamental.

-Sí, porque ¿no es Dios el que está en el fuego? ¿no es Dios quien está en los amaneceres y anocheceres? ¿no es el alma de Dios los bosques y las aguas? No estaba equivocado, sólo dividíamos a Dios en otros dioses menores -replicó girándose hacia él para mirarlo sin duda alguna en su rostro- Soy druida porque sigo cantando a mis ancestros en el bosque, rezando por las tumbas de aquellos que me amaron aunque no esté próximo a sus restos, sintiendo las almas en comunión con la naturaleza y escribiendo poemas a la belleza natural. ¿Algún problema? ¿O tú vas a ser como el Romano que cuestiona todo y se cree un señor elegante a pesar que sólo sigue clichés?

Aquello era otra bofetada, pero lejos de sentirse ofendido sintió un profundo respeto. Un hombre que no le importaba nada, ni siquiera llenarse de barro, por sentir la naturaleza más cerca se merecía unos segundos para admirarlo aunque no compartieras todas sus ideas.

-¿Por eso se lleva mal con Marius?-preguntó con una cortísima y elegante sonrisa en su rostro.

-No, le detesto porque es romano. Los romanos son testarudos y no escuchan a otros, ellos tienen la razón y punto. Uno no puede dialogar con un romano, mire lo que quiso hacer Jesús una vez y acabó clavado y expuesto a todos. No, un romano no es racional. Ellos están hechos de otra pasta distinta que les dice luchar, conquistar, pisotear y si algo es bonito me lo quedaré y diré que es mío. Me importa poco lo que diga ese lamebrochas de mí, pero no de mi cultura. Él se burló de ella hace muchos años y sigue haciéndolo hoy día. Es la cultura de sus antepasados, es su cultura y por lo tanto ¿por qué tiene que pisotearla? ¿Orino yo en su Curia Romana?- la nariz de Mael se había arrugado como la de un animal que está a punto de atacar porque se siente amenazado. Sus ojos se veían más pequeños y brillantes, así como algo más pálidos. Sus manos habían dejado de deslizarse con el cepillo por el lomo de la yegua y se quedaron juntas, acariciando el cepillo esperando que prosiguiera- Otra pregunta y espero que no sea del idiota por el que me preguntan siempre.

-No lo es, pero sí es sobre alguien que le importa, o al menos interesa- contestó. David quería aproximarse al milenario vampiro, pero él no estaba por la labor- ¿Qué sintió cuando Avicus le abandonó?

-Furia y juré venganza -dijo rabioso- Aún no me he cobrado esa venganza, pero lo haré tarde o temprano -cerró los ojos y dejó que un gruñido surgiera de sus labios finos- Fue culpa de Marius, él le metió toda esa carga de amor, deseo de conocer y estupideces similares que podía hacer conmigo. Yo lo necesitaba.

-Ya veo- no sabía que responder a sus ataques, pues cada pregunta era una nueva oportunidad de atacar- Tengo entendido, por mis estudios en historia e indagaciones por otros medios, que los celtas ponían en sus druidas una carga mística similar a la que actualmente poseen los sacerdotes de religiones como la cristiana- aquello hizo suavizar el rostro de Mael, aunque seguía a la defensiva- Cuéntenos ¿qué estudios o preparación debía tener un druida?

-Disposición, honor, sabiduría, entrega a la cultura y sobre todo a la elaboración de cánticos, rezos, poemas a los dioses y renovación de leyendas. Debías hacer comprender a los guerreros que sus dioses los escuchaban, los niños tenían que comprender la historia de su pueblo y las mujeres sentirse protegidas. Guardaba secretos antiquísimos que no pude ofrecer a mi sucesor, pues fui elegido finalmente entre los míos -estaba más sosegado hasta que recordó porque tuvo que ser así, justo después de ver como fracasaban con Marius- ¡Yo debí ser elegido primero! Dígame ¿qué tiene él que no tenga yo? Y no me halague, porque no lo tolero, sino dígame con franqueza que tiene él que yo no tenga.

-Mayor control de su ira, pero ambos son muy similares- respondió escuchando como todos los huesos de Mael crujieron- Por ello, no comprendo aún porque Marius fue elegido. Quizás porque usted era un gran druida y no querían perder a alguien tan valioso- contestó intentando salir del paso. Se sentía entre la espada y la pared. Los druidas no sólo eran guías sino también guerreros- Por favor, prosigamos – por un leve instante Mael sonrió, o al menos eso pareció. El celta parecía satisfecho con aquella respuesta- ¿Por qué Aldana? ¿Por qué ama tanto a los caballos?

-Porque cuando cabalgan son libres, aunque les guíes. Ellos son en parte la libertad que perdí, como todo aquel que se convierte en uno de los nuestros. Usted es menos libre que cuando era humano, pues no tiene la libertad de morir ¿no es así? Tampoco de dormir de día o de noche -se inclinó hacia delante como si hiciese media reverencia y sonrió de forma algo cruel- Bienvenido al paraíso del cual no se puede escapar- comentó antes de proseguir el cepillado de la yegua.

-¿Cómo encontró a Maharet?-el cámara enfocó directamente a David cuando hizo esa pregunta tan rápida que provocó que Mael dejase de nuevo de cepillar al animal.

-Ella me encontró a mí, no yo a ella. Ella nos encuentra, nosotros sólo caemos en sus manos primorosas y nos encadena a escuchar su historia. Me enamoré de su poder, de su belleza y porque no, porque así fue, de sus manos. Amo como teje en silencio mientras murmura de vez en cuando algún poema, suspira y prosigue. Es una mujer minuciosa y fuerte, muy firme en sus decisiones. Creo que simplemente me encontró y me alegro que lo hiciese porque me sentía abandonado y demasiado perdido como para continuar. Ella me dio fuerzas para comprender el mundo actual e intentar seguir cuerdo- hablaba como lo haría un hombre enamorado, o al menos un ser lleno de respeto hacia la mujer que una vez amó- La sigo amando a mi modo y sé que ella me quiere al suyo.

-¿Eso vio en Jesse?-intervino provocando que Mael riera a carcajadas mientras negaba- ¿Qué le causó tanta gracia?

-Jesse es fuerte, pero no es Maharet- aclaró con ambas cejas alzadas- Jesse es Jesse- sentenció relajando su ceño para luego proseguir- Podría decirse que es una mujer con sus propios principios y virtudes. Es desafiante, algo orgullosa, temeraria, muy hermosa como una rosa que se mantiene firme en plena nevada, pero no es Maharet- susurró el nombre de la vampiresa que una vez conquistó su corazón salvaje- A ella también la quiero.

-Ella curó sus heridas, por ello no me cabe duda que también le quiere a su modo- asintió cuando regresó a su labor- ¿Qué sintió al ver a Lestat en mitad de un concierto de rock declarando que era un vampiro y contando secretos?

-¿Le digo la verdad?-preguntó con cierto tono de burla.

-Sí, por supuesto- replicó.

-Pensé que era un auténtico gilipollas y que estaba exponiendo a todos a una muerte segura. Sabía que tarde o temprano esa tontería que estaba haciendo nos estallaría a todos en la cara. Y mire, no me confundí ¿no es cierto?- David suspiró con una leve sonrisa mientras se encogía de hombros-. Ya, dirá que el sesudo ese que tiene de amigo es así y no se puede hacer nada. En mi tierra cuando alguien provocaba que todo un batallón cayese no salía bien librado, pero a él se le golpea en la espalda y se le dice que recuerde las reglas.

-¿Otra vez Marius?-soltó una encantadora carcajada- No pierde el tiempo para acusarle de algo.

-Porque es cierto- respondió algo molesto- ¿Y cuándo se va a terminar ésta entrevista? Quiero salir a montar y yo a diferencia suya me visto así para montar, no para un programa de televisión para mortales.

-Si lo deseas podemos darla por finalizada, no sin antes darme una valoración sobre el mundo actual- dijo con amabilidad.

-El mundo actual apesta, pero si estoy vivo es porque quiero ver hasta donde puede llegar la estupidez del ser humano- comentó ensillando a su yegua mientras David se alejaba unos metros.

-Espero que en ésta entrevista hayan aprendido algo más sobre Mael- comentó mientras el celta aparecía tras su espalda sin que él se percatara- Es una oportunidad única y casi irrepetible.

-Dalo por hecho porque no pienso hacer otra entrevista como esta, ya que hay test en revistas de adolescentes mucho más entretenidas- eso provocó que David se girara indignado, pero su reacción se cortó porque el objetivo fundió a negro.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt