Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 15 de mayo de 2013

Encanto Mayfair



Dedicado en homenaje a Mona Mayfair
Realizado por el usuario de D. Talbot
Jardín Salvaje F.B



La vieja Mansión Mayfair es un lugar lleno de misterios, al igual que la vieja casa matriz de Talamasca. Son lugares con encanto, altos techos y un aroma especial que únicamente puedes hallar en ellos. El dulzón aroma de la muerte, misterio e historia. La primera sensación que percibí al tocar la cancela hacia el interior de la propiedad Mayfair fue una pesadez impactante.

Individuos que nunca han estado en contacto con lugares como éstos acaban mareados, cayendo al suelo casi desplomados, y hablando incoherencias. Los espíritus y fantasmas que rondan la piscina octogonal, los dos enormes árboles del jardín que proyectan sombras agradables en el césped, y el aroma a jazmín y otras plantas típicas de New Orleans se mezcla con la tierra mojada cuando llueve.

Hay quienes detestan la lluvia, pero es cierto que no hay ciudad más hermosa que New Orleans cuando llueve. Esa sensación agradable y vital que muchos brujos tienen como funesto presentimiento, como muerte de uno de los suyos, limpian las calles dejando que el tintineo agradable termine salpicando los cristales en un murmullo descomunal.

Hoy estoy sentado frente al piano acariciando sus teclas. Olvidé mi camisa en el suelo de la sala, junto a mi corbata y la poca decencia que me quedaba. Mi cuerpo casi desnudo se inclina suavemente sin perder atención a las teclas que se hunden con sutileza bajo mis dedos. No siento frío, calor o remordimientos. Mona está tras mi espalda arrojada como una pantera negra frente a un hermoso lago profundo y fresco. Es sugerente y bella, tan bella que provocaría que un ángel llorara cargado de pecado por la envidia suscitada por sus intensos ojos verdes, labios atractivos y delicada figura cargada de curvas para nada aniñada. Delgada, de piel lechosa y pecas cuantiosas que la aniñan pese a todo. Sus cabellos son una selva de fuego que cae rozando sus mejillas teñidas en color guinda. Juraría que eran rubí hacía unos minutos, pero la intensidad iba descendiendo mientras reía recordando la intensa pasión que le ofrecía.

-Vas a desgastar el piano, podrías tocarme si lo quisieras y sacarías mejores melodías- dijo incorporándose para aproximarse hasta mí, aunque quedó a un par de pasos- Mírame ¿no soy preciosa? Tengo los pechos pequeños pero no caídos y con unos hermosos pezones rosados.

-¿Y qué deseas que toque?-pregunté girándome ansioso hacia ella, a pesar del deseo de mantenerme calmado por unas horas.

-No lo sé, ¿por qué no inventas la melodía?-respondió estirando sus manos suaves hacia mí, dejando caricias sutiles sobre mi mandíbula para dejarlas abandonadas en mis anchos hombros.

Me arrodillé frente a ella besando su ombligo, sintiendo como su vello se erizaba y como sus piernas se abrían sutiles. Mi lengua se deslizó por su vientre como si fuese su mascota saludándola esperando que me correspondiera. Y su respuesta fue una risotada mientras mis manos ásperas, grandes y masculinas dejaban caricias en sus caderas.

Hoy hice el amor con ella sobre la alfombra, en el sofá y también frente al piano. Toqué la hermosa melodía de la pasión cargada de sentimientos románticos. Reconozco, que hasta hoy creí haber amado pero sé que no lo he hecho hasta este preciso momento. Ella realmente se ha vuelto la mujer de mi vida.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt