Nada se sabe de los pensamientos de Nicolas frente al fuego pero ¿podrían ser así? Ya que era un ser sin luz propia y con terribles sufrimientos. ¿Serían así? ¿Volvería como fantasma? Un texto en homenaje a Anne Rice y su personaje Nicolas de Lenfent.
¿Por qué? ¿Por qué la lluvia no
cesa?
El dolor, ese estremecimiento que
recorre mi alma, es como una vibración que me golpea de pies a
cabeza. Puedo sentirlo, como el primer día. La lluvia empapando mis
cabellos, mis manos colocadas a duras penas y atadas con vendas
maltrechas, la calle solitaria y el sonido de mis botas sobre los
peldaños. Después silencio. Un silencio conmovedor que habría
hecho llorar a cualquier persona. No había nada, tan sólo palabras
inconexas. Él no estaba allí.
Miré a mi alrededor y no había luces,
tan sólo la de los candiles. En las casas algunas personas apagaban
sus velas, otros las encendían para intentar rezar encomendándose a
un Dios demasiado cruel y piadoso a la vez. Nosotros éramos sus
mensajeros ¿o tan sólo parte de la oscuridad que proyectaba el
demonio? No lo sabía. Tan sólo sé que me sentía miserable y
cansado. Tenía sed, mis colmillos apretaban mis labios. De repente,
como de la nada, la lluvia fue calmándose y mis pasos fueron
conducidos por aquellos extraños que decían ser mis hermanos.
Nos sentamos frente al fuego y pensé.
Pensé en todo lo que sabía y las cosas que jamás podría saber.
Lestat me había abandonado tras aquella discusión. Recordé las
burlas, esas tan crueles que se quedaban anudadas en mi cuello con
fuerza. Mis manos temblaban mientras recogían entre mis lánguidos
brazos mi violín, el cual aún tenía sangre. Mi ropa, mi cuerpo, mi
alma incluso, estaba hecha añicos.
De repente, sentí impulsos de bailar
en el fuego. Quise ser como las brujas junto a la encina. Sentir el
fuego en mi cuerpo. ¿No era así como el mal se extinguía? Y
brinqué con fuerzas, comencé a bailar sintiendo como mi cuerpo se
consumía y sonreí creyendo que así finalmente encontraría la luz
que nunca tuve.
Por no encontrarla regresé, porque
todo en lo que creía era falso y todo lo que me ofreció él
también. Es su culpa mi estado, como también es culpa de Armand.
Nadie me ha dado nada en este mundo, por ello no le debo nada a nadie
y el único vínculo que tengo con él son mis deseos de conseguir
algo que no tuve. No lo he tenido como humano, ni como vampiro y
tampoco como ánima en el purgatorio. Ahora, lejos del limbo estoy
frente a ustedes, como si fuese un ser de carne y hueso, buscando la
verdad con un tímido tintineo de una luz similar a una luciérnaga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario