Rozar tus manos suaves y frías,
sostenerlas con cuidado entre las mías
y hacerte al fin sentir el fuego
que anida en mi pecho.
Besar tus labios sin hacerlo,
con los ojos hundidos en un sueño
mientras nos elevamos del suelo
y naufragamos en el lecho.
Tú y yo, como dos palomas
que buscan la dirección
de las velas del barco de la vida.
Tú y yo, el vals de las almas.
Te tomaré de la cintura de amapola,
acariciando con ternura tu pulcra ropa
cerca del mar bravo lleno de olas.
Serás la musa de las noches de bruma.
Dejaré mis labios sobre tus cabellos
y alzaremos la copa para brindar por lo
bello
que es sin duda el culmen de nuestro
encuentro.
Y serás la madre que mecerá a luz de
la luna.
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