Nací en Auvernia siendo el séptimo
hijo de un Marqués lisiado debido a la sífilis y de una madre
enferma, completamente agotada, cuyo esplendor italiano quedó
apagado gracias al imbécil que decía ser el amo del castillo, sus
tierras cuasi baldía y campesinos atrincherados por lobos que yo
terminé matando. Quise entrar como sacerdote y estuve a punto de
tomar los hábitos, pero mi padre me mandó de nuevo para casa, deseé
ser actor y vivir lejos de la prisión que eran los muros de aquella
fortaleza, pero mi padre convenció a mi amante gitana para que me
devolviera. Cada vez más me escapaba al pueblo, tenía sexo en los
pajares y cobertizos con las campesinas y éstas subían al castillo
con un retoño entre sus brazos que decía ser mío. Mi madre las
callaba con dinero, el mismo que usaba para callarme a mí. Cuando
era un niño a penas me regaló unos perros que dormían cada noche
conmigo, los mismos que perdí en mi batalla con las fauces de los
temibles lobos.
Siempre pensé que los lobos eran seres
peligrosos pero hermosos. Eran animales salvajes, podían sobrevivir
a las inclemencias y eran astutos. Sin embargo, jamás me vi matando
a ocho. Perdí mi caballo, mis perros y gran parte de mi inocencia.
Al regresar a casa mis dos hermanos, los superviviente junto a mí
tras la muerte del resto en el parto o por enfermedades, ninguno me
creyó pero mi madre lo supo. Su expresión me lo decía todo.
Después de ir a la perrera y agarrar
dos perros, llevarlos conmigo, quedármelos y meterlos en la cama me
quedé dormido durante días. Al despertar mi hazaña había corrido
como la pólvora y un muchacho que conocía de niño apareció. Era
el hijo de un burgués y decía amar el violín. Nicolas de Lenfent
me trajo unas botas y una abrigada capa. Pronto me contó entre
vinos, caricias íntimas y sonatas surgidas de su violín la belleza
de París. Él no estaba convencido de ir, pero mi madre me dio
dinero y huimos juntos.
Él y yo en un grupo de teatro. Comencé
a ser un grande, al menos me dieron papeles importantes. Yo era
Leilo, el personaje secundario y el hermoso seductor de una mujer.
Bailaba, brincaba, entonaba y finalmente llamé la atención de
Magnus. Desdentado, viejo y feo Magnus que me llamó Matalobos y me
encerró en su fortaleza lejos de la belleza parisina. Me hizo su
hijo. Ya lo había intentado con jóvenes de similares
características pero yo terminé siendo el elegido. Después de
decirme algunos secretos y consejos se tiró al fuego diciendo que
vería a Satanás.
Rico, joven y eterno decidí vivir la
vida con ciertos lujos y conocer mi poder por mis propios medios. Sin
embargo, cuando mi madre vino enferma a París fui a por ella. La
busqué con mis nuevos conocimientos. Había aprendido a leer y
escribir, era un hombre mucho más poderoso que el chiquillo que
siempre tiraba de sus faldas. Ella me pidió que la convirtiera y lo
hice. Poco después Nicolas sería atormentado y secuestrado por
Armand y su asamblea, el cual terminó derrotado por mis persuasivas
palabras. Nicolas, lo amé como humano y lo convertí creando a un
monstruo que me odiaba y me echó de su lado.
Finalmente me fui buscando al creador
de Armand, el cual era Marius. Marius apareció cuando quería
inmolarme al sol, ya que mi madre desapareció la noche en la cual
supe que Nicolas se tiró a las llamas. Marius me contó secretos que
no rebelaba desde hacía cientos de años. Me habló de Madre y
Padre, de los orígenes de nuestra raza y también que no creía en
dioses. Me llamó inocente, el hijo de la inocencia. Sin embargo,
decidí ir solo a ver a Akasha, sin su compañía, y la desperté
tocando el violín. Eso provocó que Enkil se despertara molesto y me
atacara. Pronto me vi rodeado, Marius me salvó por puro milagro y
finalmente me pidió que me fuera.
Meses después hice algo por amor y
capricho, me enamoré de Louis Pointe Du Lac. Me recordó a Nicolas
en sus deseos de destruirse, pero puedo decir que con él he vivido
años muy dulces y aventuras emocionantes. Me enamoré y he estado
perdidamente enamorado de él hasta hace poco que cambió, pero no
adelantemos acontecimientos. Creé una hija para ambos, hice una niña
vampiro, lo cual estaba prohibido. La pequeña vivió con nosotros
durante ochenta años y acabó odiándome, intentando asesinarme y
Louis colaborando por amor a ella. Quise volver a por ellos, lo hice,
pero terminé envuelto en llamas junto a la casa. Después de esa
tragedia intenté hablar con Armand, que me devolviera el favor de
haberle dejado el teatro pero él no lo vio así y me lanzó de la
Torre de la fortaleza de Magnus.
No sé como pude volver a ponerme de
pie, llegar hasta mi lugar de encierro y leer durante meses. Madera
podrida, libros podridos... incluso mis ropas. Finalmente, tras ver
de nuevo a Armand y negarme a su ayuda, arrojándolo lejos de mí, me
refugié en la tierra y el descanso. Pasaron décadas y al aparecer
la música rock sonaba y el libro “Entrevista con el vampiro” era
lo más vendido. Todos me conocían pero no por mí, sino por Louis.
Louis había hecho una caricatura absurda de mi persona. Ni siquiera
comprendía que cazaba villanos y gente enferma, no lo comprendía
porque él jamás tuvo ese don mental. También narraba el hecho de
la perdida de Claudia y como viajó con Armand.
Finalmente me hice estrella del rock de
mano de un grupo de jóvenes llamados La Noche Libre de Satán. Pero
en mi primer concierto Akasha apareció y masacró a mortales e
inmortales, yo desaparecí en un Jepp pilotado por mi madre junto a
Louis como copiloto. Llegamos a un refugio con otros inmortales, pero
finalmente Aksha me llevó con ella durante días donde sentí que mi
vida se hacía añicos. Sentí miedo y también dolor. Cuando ella
murió a manos de las Gemelas me estremecí.
No pasaría mucho hasta que me sentiría
seducido por intercambiar mi cuerpo y volver a saber que es ser
humano. Pero, fui engañado y Louis por poco me mata aplastándome la
cabeza al verme en el cuerpo mortal. David Talbot, estudioso de
Talmasca y director de la Orden de detectives de lo paranormal, que
había conocido tras mi aventura con Akasha me ayudó a recuperarlo
pero él perdió su cuerpo de erudito canoso de sesenta años por un
cuerpo joven, de ojos café y cabello castaño que terminó siendo su
recipiente inmortal. Sé que por un lado me odió pero ahora no
siente odio, sino de nuevo aprecio. En esa aventura también deseé
ver el Gobi, no morí, vi el sol, me tosté y tenía un bonito
bronceado.
Después, de la nada, y sin yo desearlo
conversé con el Demonio y él me habló a su modo de la vida, la
muerte, el bien y el mal mientras intentaba ayudar a Dora, la hija
del mafioso que había matado horas antes. Después de volver con el
velo de la Verónica, que Armand y Mael intentaran morir en vano,
guardé silencio. Memnoch me había sacado un ojo y al recuperarlo me
sentí atormentado.
Al desperar David quiso contactar con
Claudia para Louis y Louis terminó exponiéndose al sol. Casi lo
pierdo, pero devolverlo a la vida fue darle una personalidad más
cínica, perturbadora y cruel. Nunca volvió a ser el hombre que yo
amaba, el Louis que yo molestaba, el ser por el cual viví una
mentira deliciosa de ochenta años y el hombre que cautivó a tantos
en sus memorias. Merrick Mayfair acabó siendo una de las nuestras,
pero moriría poco después intentado exorcizar a un joven vampiro
que contactó conmigo, Tarquin Blackwood, que tomé como un pequeño
hermano. En éste punto los Mayfair aparecen por primera vez y pronto
conocería a Rowan de la cual tuve que alejarme. También viene mi
delirio de querer ser santo y otros momentos turbulentos.
Ésta es mi historia
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