Me enamoré de tu belleza
tan simple y enigmática.
Con esa sonrisa tierna
que ocultaba el espejo el alma.
El portal de los recuerdos
se abrieron en mi pecho
y en ellos se van guardando
incluso el aroma de tu cabello.
Tu sonrisa llena de mariposas
que bailaban como hadas
en el edén que yo construí
para ti, para mí... hasta el fin.
Ella, y no otra cosa,
es el recuerdo más hermoso
así como el tacto de tus manos.
Te he visto hoy en mis sueños.
Me enamoré de ti, mi bien.
Perdidamente y para siempre.
Me enamoré sin compasión
por mi corazón que no muere.
Te amaré como tú me amas
porque ni la lejanía o la muerte
pueden acabar con la suerte
de saber que en cada alba te hallas.
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