Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 9 de noviembre de 2013

Mi pequeña muñeca

Cuando sostuve aquel pequeño vestido amarillo manchado de sangre y cubierto de polvo deseé que su pequeños brazos se alzaran hasta mi cuello, me rodeara como en aquellas magníficas noches en las cuales salíamos a cazar juntos, y besara mi mejilla tranquilizando de ese modo mi corazón. Me sentía un ángel desposeído de cielo y un demonio desterrado de los infiernos. La angustia cubrió mi cuerpo y me hizo vibrar. Mi pequeña Claudia, aquella que me condenó al pantano y la divina soledad del fuego, había desaparecido como si fuera una estrella fugaz.

El amor que sentía por ella me hacía imposible ver el odio que pronto empezó a cubrir con una pátina oscura su alma. Mis brazos la estrechaban cada noche, acariciaba sus cabellos dorados y observaba sus inmensos ojos claros. Me perturbaba su belleza y la simpleza infantil de su cuerpo. Jamás amé a de esa forma tan inocente e intensa, pues me sentía un padre que cumplía todos los caprichos de su hija y eso me enorgullecía.


Me reprocho haberla convertido, pero si no lo hubiese hecho habría muerto en aquella cama rodeada de podredumbre y fiebres. Decidí que fuera nuestra muñeca a la cual vestir, educar y contemplar como si fuera una bailarina de una caja musical que cobra vida por si misma. Sin embargo, no me arrepiento de sus recuerdos ni del aroma que viene a mi mente cuando creo verla a lo lejos bailando entre la multitud.  


Lestat de Lioncourt 

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Lestat de Lioncourt