Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 29 de diciembre de 2013

Una conversación importante

Se hallaban sentados al fin frente a frente en aquella coqueta cafetería. Algunas losas del suelo estaban movidas y tenían el clásico juego de color blanco en las pares y en los impares un color chocolate casi negro. Las paredes estaban revestidas de un papel similar al tono oscuro del suelo, el cual también estaba en los asientos pero no así en las mesas metálicas de corte sencillo. Existían varios cuadros de helados cargados con vivos colores que mostraban en arte más pop, el cual regresaba como moda pasajera, con un realismo que ensimismaría incluso al poderoso Marius. El mostrador poseía ciertas delicias esponjosas, azucaradas y rellenas con cremas tentadoras para cualquier goloso. Al fondo se hallaban la máquina de café y su molinillo, el calentador de leche y agua, varias bandejas con botes de té dispuestos a usarse en cualquier momento y un recipiente con azucarillos. Las puertas chirriaban con cada nuevo cliente y la música de fondo era alegre, algo similar al country pero con unas letras que mostraba una letanía más elaborada. Y ellos dos, sentados uno frente a otro cerca de una de las escasas ventana que servían como escaparate.

Tarquin vestía un elegante traje de dos piezas con chaleco color caqui, una camisa blanca de algodón cien por cien, y unos mocasines tan limpios que centelleaban. Los cabellos del joven heredero Blackwood caían elegantemente sobre su frente y perfiladas cejas, sus pestañas pobladas se batían suavemente sintiendo cierto sopor mientras en sus labios había una sonrisa sutil, elegante y ensimismada en sus pensamientos.

Lestat sin embargo había decidido usar una de sus levitas con numerosos botones de camafeo, hermosos encajes florales en los puños, camisa de chorrera blanco con un broche de oro, pantalones de cuero y botas que únicamente una estrella del rock usaría. Sus cabellos se hallaban revueltos y en la punta de su nariz estaban las gafas violetas que tanto le gustaba. Tenía los auriculares entorno a su cuello, fuera de sus orejas, y se escuchaba como bandas de rock sonaban de forma estruendosa aunque a ratos se podía escuchar delicias como las de Chopin, Vivaldi o Mozart con Óperas como Carmen o Las Bodas de Fígaro. Era Lestat y Lestat seguía siendo un rebelde con buen gusto.

Ambos tenían las manos sobre la mesa, cruzadas una sobre la otra, y se miraban con aprecio. No habían dicho nada desde que habían llegado cada cual por su lado. Tarquin tenía grandes cosas que contar, o más bien confesar, y había decidido que un lugar concurrido sería lo mejor para obligar a Lestat que se sosegara.

-Hace días que no me visita Julien-dijo en tono quedo-No sé donde está, pero a veces le extraño. Sinceramente, puede llegar a ser irritante y no niego que incluso hiriente, si bien...-hizo un movimiento teatral con su mano derecha alzándola casi hasta su rostro para luego llevarla a sus labios, acariciándolos un segundo para echarse a reír- Ese cabrón tiene su encanto. Es un maldito hijo de puta con estilo.

-Precisamente...-el joven vampiro rodó sus ojos hacia el servilletero que poseía en su cara lateral, hacia el pasillo por el cual caminaban las ajetreadas camareras, el número seis.

-¿Precisamente qué? Vamos habla-se inclinó hacia delante y mostró su sonrisa más estúpida- ¿Te ha estado molestando a ti? ¿Es eso?

-No, no es eso-negó suavemente con su cabeza y suspiró-¿Y si te dijera que vuelve a estar entre los vivos?

-Es un fantasma y por lo tanto está entre los vivos-se encogió de hombros echándose hacia atrás, recostándose en el asiento y dejando que sus largas piernas chocaran con las de su compañero y amigo, su hermanito.

-No me entendiste-suspiró profundamente sintiéndose incapaz de sacar a Lestat de su nube, pero tenía que hacerlo- Ha resucitado.

-¡Qué!-gritó levantándose de pie agitando el aire con sus puños, como si golpeara a un enemigo invisible-¡Ese maldito hijo de puta! ¡Ese cabrón sin conciencia! ¡Ese desgraciado! ¡Hermanito debiste decírmelo!

-Cálmate Lestat, cálmate-dijo incorporándose para tomarlo de ambas manos e intentando que le viera. Algunas personas los miraban con cierta curiosidad y eso no era precisamente bueno- Te contaré que ha pasado.

-A mí no me cuentes una mierda porque ya imagino que ha ocurrido-se soltó de las manos de Tarquin y se sentó nuevamente mirándolo algo furioso- Memnoch tiene algo que ver. Ese desgraciado...

-No tiene remedio que te enfurezcas, pues es ilógico- intentó calmarlo pero sólo provocó que Lestat lo mirara achicando los ojos. El joven sintió que le atravesaba el alma.

-Ilógico es llorar con un villancico, Quinn-dijo como reproche.

-Eso fue un golpe bajo- musitó mirando hacia sus manos, las cuales ya estaban de nuevo en la posición inicial mientras Lestat se movía como un animal en una jaula. Tarquin sabía moderarse, pero Lestat era una bomba de relojería.

-Oui- contestó con una sonrisa burlona.

-Madura por favor. No creo que Julien desee venganza o al menos eso creo-aquellas palabras sonaban sinceras, no obstante no tenía fundamento para ellas. Cualquier cosa podía pasar siendo una serie de imprevistos.

-Ingenuo-claudicó.

-No soy ingenuo- negó nuevamente con la cabeza mientras apoyaba las palmas de ambas manos en la mesa y se incorporaba hacia delante para verle a los ojos, unos ojos con tonalidades azuladas y violetas pero que en sus orígenes fueron grises. Los suyos eran azules, de un azul profundo e intenso. La mirada de Tarquin era como la de un gato curioso bañada de belleza y peligro.

-Como digas-dijo cruzándose de brazos para mirar hacia la calle.

Entonces, sin pensarlo dos veces echó a caminar hacia fuera. Allí, en las calles de New Orleans cerca de la Calle Amelia, se hallaba su moto esperando que él la montara y la hiciera rugir.

-¿Dónde vas?-prácticamente gritó Tarquin precipitándose hacia la calle para verlo desde la puerta, sintiendo enormes deseos entonces de agarrarlo y no soltarlo.

-Con Rowan. Ella debe saber que ha ocurrido- musitó antes de encender el motor y provocar que aquella joya rugiera.

-¡Lestat!-gritó en vano pues ya se marchaba a gran velocidad y aunque podía usar sus poderes no los usó, tal vez porque no deseaba obligar a Lestat a escuchar algo que no podía creer.


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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt