Aquí Arion nos comparte su frustrado intento de regalarle a Petronia.
Lestat de Lioncourt
Aguardaba tras ella con una pequeña
caja entre sus manos, los brazos echados hacia atrás y una leve
sonrisa que se ensanchaba con el paso de los segundos. No había
reparado en él ni siquiera un segundo. Sus manos acariciaban con
mimo las piedras preciosas que iba a usar, meditaba cual era la
idónea y observaba el dibujo a mano alzada que tenía a su derecha.
—Petronia—llegó a decir provocando
que rápidamente se girara frunciendo el ceño al ver su expresión.
Él sólo sonrió aún más esperando que ella dijera algo.
—Vete con el viejo a jugar. Ese
maldito loco insufrible necesita que lo calles con tus estúpidas
partidas—dijo con molestia antes de regresar a su ensimismamiento.
—¿Sabes qué día es
mañana?—preguntó acariciando con sus dedos la caja.
Era de terciopelo negro y contenía en
su interior un hermoso anillo de camafeo. Él mismo lo había hecho.
No había ido a una tienda a comprar un collar de perlas, como alguna
vez había hecho, sino que era único y perfecto. Él había querido
crear la perfección para ella.
—No lo sé y no me importa—contestó
inmersa en su trabajo.
—San Valentín—se echó a reír
provocando que ella se girara y lo abofeteara—¿Por qué pegas a tu
maestro?
—¡Por imbécil! ¡Por dejarse llevar
por algo tan estúpido y comercial! Además ¿quién te dijo que yo
te amo?—sus ojos eran dos llamaradas de rabia y él parecía haber
echado a la basura sus esperanzas.
Con cuidado depositó la caja en la
mesa y se alejó abatido. Sabía que había hecho mal en ilusionarse
con algo como aquello, pero la sola idea de tener una excusa para
regalarle algo le había arrastrado y tentado de sobremanera.
1 comentario:
Ay, el amor- ríe en voz baja.
Siempre me sorprende como Arion no se da por vencido con Petronia.
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