Siempre tras la pista es un texto donde David Talbot nos recuerda sus indagaciones. Es un hombre que suele enredarse en misterios y a veces estos jamás se resuelven.
Lestat de Lioncourt
El clima frío y lluvioso de Londres
siempre ha sido para mí bastante agradable. Sinceramente cuando era
humano solía caminar por los barrios próximos a la sede de la
orden. Los barrios se abrían a mí con sumo silencio en las
madrugadas. Las luces lejanas de alguna vivienda, de edificios
diseminados ocasionalmente y perdidos entre jardines o pequeños
negocios, dibujaban una ciudad menos cosmopolita y más interesante.
El contraste era distinto y la vida tremendamente sutil.
Sin ser vampiro podía leer las mentes,
escuchar los sueños de otros o simplemente sentir las presencias que
rondaban la ciudad a cualquier hora. Sin embargo en plena noche era
mucho más intensa las voces de los muertos. Aquellos que una vez
deambularon del mismo modo que nosotros, los que nos llamamos vivos,
y que dejaron huella, perecedera o no, en la historia.
Existía una vieja casa en uno de los
barrios obreros por excelencia de Londres. Allí podía escuchar
todas las noches unas frases muy interesantes. Jamás comprendí su
valor hasta que terminé siendo un inmortal. Parecía un hombre,
completamente loco, que suplicaba.
—Por favor... devuélveme el aliento
que me has robado. Por favor... deja que el dolor de la vida vuelva a
mí. No debí mentir. No—la voz parecía quebrada y el tono era muy
suave.
Indagué sobre la propiedad y al
parecer estaba vacía desde hacía más de una década. Nadie se
había interesado mucho tiempo en ella. Comprobé que los vendedores
eran incapaces de vender la propiedad incluso rebajando su precio
hasta la mitad. Nadie quería vivir en una casa donde había un aura
como aquella. Las noticias sobre el asesinato que tuvo lugar allí
llegaron a los oídos de los compradores. Al parecer sabían que un
hombre, de mediana edad, había muerto en extrañas circunstancias.
Era joven cuando conocí la historia.
Aún creía que los vampiros no existían. Pero hallé numerosos
informes en la orden. Hablé con investigadores que estaban centrados
en esos temas y me quedé boquiabierto. Sin duda alguna habían
muestras de tejido, cartas y obras. Comprendí que debía investigar
a fondo.
El hogar había pertenecido a un obrero
de la construcción. Era un hombre robusto, de cabello negro y
rizado, ojos azules y piel tostada por el sol. Tenía los hombros
anchos, la nariz levemente torcida al tener el hueso desviado debido
a una pelea, cejas algo pobladas y manos muy grandes. Se llamaba
Peter Smith. El señor Smith vivía solo. Su mujer había fallecido
hacía unos años y nunca tuvieron hijos. Tenía cuarenta años, pero
se veía algo más joven quizás por genética.
Un día, de esos que todo parece
normal, no fue a su puesto de trabajo. Llamaron a su teléfono, pero
nadie contestó. Cuando su jefe fue a la vivienda, pues iba a
llevarle el finiquito ya que habían pasado varios días sin dar
señales de vida en el trabajo, se encontró con la puerta encajada,
aunque no era visible desde la calle, y al entrar a él tirado en el
suelo de la cocina. El cadáver llevaba varios días descomponiéndose
y el hedor de la muerte fue nauseabundo. Su jefe se llamaba Jhon
Stuart.
Gerome Black, el jefe de policía, se
personó debido a la llamada de Stuart. Durante varios años fue un
caso sin resolver que no se deseaba cerrar, pero finalmente la
carpeta agarró demasiado polvo y terminó siendo un caso del cual no
se sabría nada. Las pistas se habían enfriado y no se podía hacer
nada.
Guiándome por como habían encontrado
al cuerpo, sin una gota de sangre, decidí que debía ser un vampiro.
Durante algunos años investigué sobre crímenes similares y
vampiros en la zona. En Londres sólo había un vampiro. Ese vampiro
se había marchado hacía más de cinco años. Nadie sabía donde
había ido a parar.
Por eso, cuando Lestat apareció en mi
vida, sentí que el corazón temblaba de emoción. Pensé que él
podría saber algo del extraño vampiro que recorrió Londres, del
cual nunca se supo su nombre real, pero él desconocía quien podía
ser. Todavía debe escucharse las últimas y agónicas palabras de
Smith. Mi mayor pregunta con respecto a lo ocurrido es si tenía una
especie de pacto o quizás tan sólo conoció la verdad que ocultaba
aquel inmortal.
1 comentario:
Que misterio... seguramente pudo ser cualquier vampiro que estaba de paso... pero... ¿y un rito satánico?.. uno nunca sabe, siempre hay fanáticos locos que van cubriendo sus huellas. Muy interesante Señor David.
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