Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 12 de marzo de 2014

Siempre tras la pista

Siempre tras la pista es un texto donde David Talbot nos recuerda sus indagaciones. Es un hombre que suele enredarse en misterios y a veces estos jamás se resuelven. 


Lestat de Lioncourt 




El clima frío y lluvioso de Londres siempre ha sido para mí bastante agradable. Sinceramente cuando era humano solía caminar por los barrios próximos a la sede de la orden. Los barrios se abrían a mí con sumo silencio en las madrugadas. Las luces lejanas de alguna vivienda, de edificios diseminados ocasionalmente y perdidos entre jardines o pequeños negocios, dibujaban una ciudad menos cosmopolita y más interesante. El contraste era distinto y la vida tremendamente sutil.

Sin ser vampiro podía leer las mentes, escuchar los sueños de otros o simplemente sentir las presencias que rondaban la ciudad a cualquier hora. Sin embargo en plena noche era mucho más intensa las voces de los muertos. Aquellos que una vez deambularon del mismo modo que nosotros, los que nos llamamos vivos, y que dejaron huella, perecedera o no, en la historia.

Existía una vieja casa en uno de los barrios obreros por excelencia de Londres. Allí podía escuchar todas las noches unas frases muy interesantes. Jamás comprendí su valor hasta que terminé siendo un inmortal. Parecía un hombre, completamente loco, que suplicaba.

—Por favor... devuélveme el aliento que me has robado. Por favor... deja que el dolor de la vida vuelva a mí. No debí mentir. No—la voz parecía quebrada y el tono era muy suave.

Indagué sobre la propiedad y al parecer estaba vacía desde hacía más de una década. Nadie se había interesado mucho tiempo en ella. Comprobé que los vendedores eran incapaces de vender la propiedad incluso rebajando su precio hasta la mitad. Nadie quería vivir en una casa donde había un aura como aquella. Las noticias sobre el asesinato que tuvo lugar allí llegaron a los oídos de los compradores. Al parecer sabían que un hombre, de mediana edad, había muerto en extrañas circunstancias.

Era joven cuando conocí la historia. Aún creía que los vampiros no existían. Pero hallé numerosos informes en la orden. Hablé con investigadores que estaban centrados en esos temas y me quedé boquiabierto. Sin duda alguna habían muestras de tejido, cartas y obras. Comprendí que debía investigar a fondo.

El hogar había pertenecido a un obrero de la construcción. Era un hombre robusto, de cabello negro y rizado, ojos azules y piel tostada por el sol. Tenía los hombros anchos, la nariz levemente torcida al tener el hueso desviado debido a una pelea, cejas algo pobladas y manos muy grandes. Se llamaba Peter Smith. El señor Smith vivía solo. Su mujer había fallecido hacía unos años y nunca tuvieron hijos. Tenía cuarenta años, pero se veía algo más joven quizás por genética.

Un día, de esos que todo parece normal, no fue a su puesto de trabajo. Llamaron a su teléfono, pero nadie contestó. Cuando su jefe fue a la vivienda, pues iba a llevarle el finiquito ya que habían pasado varios días sin dar señales de vida en el trabajo, se encontró con la puerta encajada, aunque no era visible desde la calle, y al entrar a él tirado en el suelo de la cocina. El cadáver llevaba varios días descomponiéndose y el hedor de la muerte fue nauseabundo. Su jefe se llamaba Jhon Stuart.

Gerome Black, el jefe de policía, se personó debido a la llamada de Stuart. Durante varios años fue un caso sin resolver que no se deseaba cerrar, pero finalmente la carpeta agarró demasiado polvo y terminó siendo un caso del cual no se sabría nada. Las pistas se habían enfriado y no se podía hacer nada.

Guiándome por como habían encontrado al cuerpo, sin una gota de sangre, decidí que debía ser un vampiro. Durante algunos años investigué sobre crímenes similares y vampiros en la zona. En Londres sólo había un vampiro. Ese vampiro se había marchado hacía más de cinco años. Nadie sabía donde había ido a parar.


Por eso, cuando Lestat apareció en mi vida, sentí que el corazón temblaba de emoción. Pensé que él podría saber algo del extraño vampiro que recorrió Londres, del cual nunca se supo su nombre real, pero él desconocía quien podía ser. Todavía debe escucharse las últimas y agónicas palabras de Smith. Mi mayor pregunta con respecto a lo ocurrido es si tenía una especie de pacto o quizás tan sólo conoció la verdad que ocultaba aquel inmortal.  

1 comentario:

Kim_Grace dijo...

Que misterio... seguramente pudo ser cualquier vampiro que estaba de paso... pero... ¿y un rito satánico?.. uno nunca sabe, siempre hay fanáticos locos que van cubriendo sus huellas. Muy interesante Señor David.

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt