Mira
sus ataúdes, van en fila de uno.
No se
percatan de sus códigos de barra.
Mira
sus almas como se convierten en humo.
No hay
polvos de estrella, sólo droga.
Están
sumidos en la estrategia.
Los
dominamos rodeándolos con una soga.
Son tan
ingenuos y nos conviene.
Tampoco
saben que éste mundo es un sueño.
Viven,
aman y mueren como siempre.
Comprometidos
con la estupidez...
con sus
fríos dedos entrelazados
creyendo
que mataron monstruos y sólo a su niñez.
Lestat de Lioncourt
No hay comentarios:
Publicar un comentario