Nicolas está decidido a amar, pero el amor no es como él esperaba...
Lestat de Lioncourt
—Eres puro fuego en mi corazón,
ardiendo y consumiéndote lentamente. Has provocado que mis celos se
apoderen de mí, me atrapen y dejen sin sentido. ¿Cómo has logrado
arrastrarme hasta los infiernos? Por favor, muéstrame el camino
hacia la salvación o termina con ésta marioneta. Estoy ardiendo por
ti, cayendo a la tortuosa necesidad de buscarte en cualquier momento
y gritar tu nombre mientras permito que las lágrimas me
ahoguen—estaba frente a él con los puños tan apretados que sus
uñas puntiagudas se enterraban en la carne, atravesando la fina piel
y provocando que sangrara—.No puedo vivir con ésta tortuosa
sensación cargada de indecisiones...—cayó de rodillas temblando
mientras intentaba mantener su mirada, pero terminó agachando la
cabeza mientras sollozaba—. ¡No puedo!—gritó golpeando el suelo
de mármol provocando que estallaran al desquebrajarse.
Nicolas estaba agotado. Su delgado
cuerpo, de músculos marcados, y piel bronceada era apetitoso para
Memnoch. Deseaba retenerlo contra su figura, arrinconarlo mientras le
arrancaba la poca cordura que quedaba en él, pero se controló
ofreciéndole una sonrisa llena de crueldad.
—¿Ya has elegido amo y
señor?—susurró inclinándose hacia él.
—Por favor...—fue lo único que
dijo antes de permitir al demonio que lo desnudara por completo y le
hiciese suyo en aquel momento.
Cada caricia era un golpe a su orgullo,
cada beso un eslabón a la cadena y, por supuesto, cada te amo que le
regalaba era un puñal que se clavaba en el fondo de su alma. Él
estaba hundido, desesperado, absolutamente doblegado y lo sabía. No
podía hacer nada para recuperar las riendas de la situación, pues
nunca las tuvo. Nicolas había perdido antes de comenzar el juego. La
oscuridad cubrió los parajes grises por donde sobrevolaba aquel ave,
tan negra como cada uno de sus sueños, antes de comenzar a arder
todo como si realmente hubiese viajado al infierno. Nicolas sufría
por un amor condenado, o más bien por la condena de un amor, y no
podía evitarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario