¿Y si los dioses mueren? Es un relato de Mael, cuenta como empezó todo. Él lo pudo sentir, pues estaba conectado íntimamente con aquellos seres.
Lestat de Lioncourt
Ven hermano, ven conmigo.
Acércate al círculo.
Ven y alza las manos hacia los cielos.
¡Imploremos por nuestros guerreros!
Y por los dioses del árbol, nuestros
hermanos.
Los árboles, como si fueran gigantes
descansando sobre la tierra, se alzaban hacia el cielo de un espeso
color plomizo. Las ramas, gruesas y cargadas de hojas, se movían. La
tormenta se acercaba. La guerra se recrudecía. Los romanos aparecían
allá donde pudieras posar tus ojos, con sus inmaculadas coradas y
sus faldas de cuero. Nosotros intentábamos luchar contra ellos,
librarnos de su implacable avance, para que nuestra descendencia no
cayera en desgracia.
—Mael... —un hombre mucho más
joven que yo, de apenas unos quince años, se quedó a mi lado
apoyado en un tronco retorcido—. ¿Cantas alabanzas?
—Ruego a los dioses—dije girándome
hacia él—Endovéllico se apareció en mis sueños y me rogó que
protegiera los bosques, pues una desgracia acaecería sobre los
Dioses de los Robles.
—¿Una desgracia?—murmuró
asombrado y temeroso.
—No temas, ahora lo único que debes
tener en mente es como ensartar tu espada en el enemigo—comenté
abriendo mis brazos para estrecharlo—. Será tu primera
batalla—murmuré besando sus mejillas—. Ve dentro, las mujeres ya
están preparando la carne de los corzos.
Él sonrió asintiendo con energía,
completamente despreocupado, y cuando se marchó caí de rodillas
llorando, enterrando mis dedos en la tierra mientras rogaba. La
desgracia sucedería, lo presentía. Mis cantos de nada servirían,
aunque los alzara por encima de las copas de los árboles y me
quedara afónico. No, nada podía hacer.
Nota: Endovéllico es un dios celta
que protegía los bosques.
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