Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Mi corazón es tuyo

Marius ya perdió los calzoncillos por Pandora. A ver cuanto tiempo duran juntos esta vez ¿unas horas? ¿unas semanas? Se aceptan apuestas. Mael ya abrió su timba y todo mortal, e inmortal, que se precie irá apostando los días u horas de estos dos... 

Yo soy optimista y digo que una noche entera. 

Lestat de Lioncourt


Ayer pude contemplarla entre los visitantes de una concurrida galería de arte. Vestía uno de esos trajes femeninos, elegantes y que me recordaban a las viejas vestimentas que solíamos llevar en la antigüedad. Su largo cuello poseía un collar de perlas blancas, cautivadoras y perfectas, que lucían como diamantes ciegos sobre su lechosa piel. Sus largas piernas estaban ocultas por la larga falda del vestido, pero podía imaginar sus pies ataviados en unas cómodas sandalias elegantes. Parecía sacada de otra época, colocada allí para mi peculiar gusto, sacándome del pecho todo el dolor y el vacío que había sentido durante años.

He aprendido a vivir sin ella. O más bien, he aprendido a sobrevivir con sus recuerdos. La fiereza de sus ojos, su forma de amar tan salvaje y sus palabras inquietantes sin tabú. Siempre ha sido paraíso indomable, un volcán incontrolable, que deseo tener entre mis brazos. Extraño tener su perfume prendido en mi boca y contagiando cada uno de mis sueños. No he podido escapar de mis sentimientos y he permitido que el amor me dominara entre sus brazos que buscan pasión, locura y libertad. Por eso mismo permití que ella se aproximara si quería, pues sabía que la última vez que habíamos discutido ella huyó. Si me preguntan si ella tenía motivos podría decirte que sí, pero no recuerdo bien como comenzó la tormenta que nos separó.

Pasados unos minutos, de miradas que me sumergían en la locura, decidió aproximarse hasta mí. Con elegancia colocó sus manos sobre mi torso, acariciando las solapas negras de mi chaqueta, mientras me mataba con una ligera caída de pestañas. Esas cejas perfectas, sus maravillosos ojos de diamantes bañados en café, y esa sonrisa ligera envuelta en unos carnosos labios me cautivaron. Era tortuoso controlar los impulsos que surgieron en mí, pero toda tortura tiene su lado placentero.

—Pronto nos veremos, Marius—susurró inclinándose hacia delante. Su nariz prácticamente rozaba mi mentón—. Mi alto, guapo y extraño, Marius... ¿podrás esperar ese día?—dijo alejándose de mí, de mis brazos que intentaron en vano retenerla.

—¿Por qué no ahora?—pregunté angustiado.

—Porque aún recuerdo tu torpeza—se colocó de puntillas y besó el lado derecho de mi cuello—. Nos vemos, amor mío.

Se alejó de mí, entre la multitud, y por alguna extraña razón, quizás por miedo a provocar una nueva discusión, me quedé allí de pie observando como se perdía entre los estúpidos críticos de arte, idiotas que creen ser sofisticados artistas e intelectuales sin remedio. Metí mis manos en los bolsillos, pues estaba tan nervioso que mis manos temblaban, y en ese instante noté la tarjeta. En ella Lydia había marcado una fecha, una hora y una dirección.


La veré pronto y la tendré conmigo. Esta vez nadie evitará que llegue puntual a la cita.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt