Cada noche es un suplicio. Estar lejos
de ti se ha convertido en una pesadilla que no acaba. No hay tiempo
para los dos. Es como si estuviésemos malditos. Hemos gastado tanto
sufrimiento, demasiadas lágrimas, para no poder ser felices que
parece que éste amargo final, si es que es eso, se ha convertido en
un caramelo agrio. El verdadero amor rompe los encantamientos en los
libros, pero nosotros vivimos en un mundo real aunque lleno de
misterios. Juntos desafiamos a las leyendas, rompimos lo típico y
echamos al fuego decenas de maldiciones. Sin embargo, todo se ha
convertido en humo y miseria.
He ido a verte varias veces, pero me he
encontrado en la puerta sin saber qué decir. Me has repetido miles
de veces que no me amas, convirtiéndose esas palabras en una
plegaria cargada de dolor. Mi corazón no se rompe, pues sigue
intacto, pero el tuyo parece desquebrajarse. Sé que mientes. Hermosa
mía, sé que mientes. Las mentiras suenan extraordinariamente
terribles en tus labios. En tus ojos he conocido el misterio del
amor, su pureza, y juro que por mucho que me prometo no emprender
ningún acto arriesgado, por más que lo he dicho a todos aquellos
que me quieren, estoy seguro que acabaré cometiendo la mayor de las
locuras. ¿Y no es el amor eso? Un cúmulo de locuras.
El destino nos atrapó, pero no es
dueño de nuestros deseos. No quiero estar encerrado en un
sentimiento que no puedo liberar, y ni siquiera debería desear. Por
mí huiría contigo, te llevaría lejos de todo, y volvería a
realizar miles de promesas. Una tras otra, todas ellas, las cumpliría
a pesar que no soy capaz de cumplir mi palabra durante mucho tiempo.
No obstante, jamás he querido de ésta forma. Una forma pura y
simbólica. Un sentimiento desproporcionado que baña mi pecho y
agita mi corazón. Realmente me siento vivo, aunque llevo muerto
siglos. Ni la sangre, ni el poder y tampoco los grandes misterios me
han ofrecido algo tan valioso. Tu mirada, tus palabras, el recuerdo
de tus labios contra los míos, son una llama de esperanza en un
mundo oscuro.
No te dejaré escapar, Rowan. Pase lo
que pase iré a por ti. Te buscaré. Volveremos a estar juntos. Te lo
prometo. Las flores que yacen hoy entre mis manos, rozando mi
chaqueta, mientras te observo en la distancia las depositaré en tu
puerta. Allí encontrarás el símbolo de éste hombre, de un hombre
que aún tiene razones para considerarse humano y no sólo un
monstruo. Es la nota que esperas. La verdad que ansías. Nos veremos
pronto y espero tener algo más que flores, deseo tener la solución.
El príncipe volverá a por ti. No desfallezcas, no creas en lo que dicen, porque jamás me rendiré. No me rendiré.
Lestat de Lioncourt
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