Soy el héroe que todos esperan. La
estrella del show que todos quieren protagonizar. Sin embargo, tras
mi carisma hay momentos de debilidad. Todos caemos, pues se nos está
permitido derrumbarnos, pero hay que sobrevivir y alzarnos
desafiantes ante las adversidades. Llorar está bien, nos libera,
pero no podemos agotar nuestras energías tan sólo en lágrimas que
se vuelven vacías, carentes de sentido y una lápida para los
sueños.
Me han visto derrumbado tantas veces.
He narrado mi sufrimiento. Permití que conocieran mis miedos y
fracasos. Admití mis delitos y los privilegios que me hicieran ser
un rebelde alocado, un soñador e incluso un ingrato. Envolví mi
vida en una gran mentira, como si fuera mi vieja capa roja, pero
terminó siendo ejemplo para los jóvenes que intentan alimentar su
esperanza con mis palabras. Hay muchas cosas que no he dicho. Todavía
tengo que decir algo más. Quiero detener el mundo y poder gritar lo
que siento, aquello que opino de cada noticia y canción que puedo
escuchar en la radio. Siento una profunda necesidad de conocer,
comprender y contar. Creo que sigo siendo un niño a pesar de todo.
He madurado, pero no soy un filósofo y tampoco me considero un
mártir.
En cada página he narrado lo que he
sentido, tal como lo he vivido. No he querido cambiar ni una coma,
aunque a veces me he arrepentido de contar todos mis secretos. Acepto
vuestro amor. Es un amor delicioso. Es hermoso sentirse amado.
Siempre he querido sentir el calor del público, sus vítores y
cánticos. Cuando coreáis mi nombre, cuando lo susurráis al leerlo
en mis manuscritos, o cuando os sentáis a conversar de mis andanzas
me siento vivo. Surjo de la oscuridad, me materializo ante ustedes y
sonrío descaradamente. Soy un pícaro sin remedio. Un ser bondadoso
con aquellos que le aman, pero terrible cuando siente que marchitan
su Jardín Salvaje.
Me pregunto si queda algo de todo lo
que he visto. Si los lugares a los cuales no he regresado siguen
intactos, pues el tiempo nos cambia. He querido ir al lugar de las
brujas, contemplarlo de nuevo con sobrecogimiento y dejar una rosa
por ellas y por él. Nicolas siempre está en mi corazón, como todos
aquellos que amé y aún amo. He amado mucho. No sólo me han amado.
He permitido que mi corazón se dividiera miles de veces para que
todos poseyeran un trozo. Claudia se llevó un gran pedazo. Miente
todo aquel que diga que no la quise.
Sigo aquí. Estoy aquí. Aún puedo
veros. Seguiré escribiendo para ustedes. No dejaré de hacerlo. Tal
vez, por cualquier circunstancia, dejen de llegar mis cartas y mis
obras. Sin embargo, no crean que los he abandonado. Nunca abandono.
Tengo una tenacidad terrible. Siempre estaré ahí. Búsquenme. Sólo
aquellos que realmente me aman me encuentran.
Lestat de Lioncourt
No hay comentarios:
Publicar un comentario