Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 4 de noviembre de 2014

La muñeca eterna

Una de las páginas de su diario, sólo eso. Sí, sólo eso... Claudia confesaba su dolor y yo no me percaté de ello. 

Lestat de Lioncourt


Las muñecas siempre son atractivas para todo aquel que las contemplan. Sus mejillas llenas pintadas de un sutil color rojizo, unos labios carnosos y pequeños que parecen pétalos de rosas silvestres, y un cabello sedoso y espeso cayendo ocasionalmente sobre sus hombros. Pequeñas, perfectas, eternas y siempre niñas. Muñecas que enamoran a la vista. Te hacen pensar cuál es su pasado y cuál será su presente. Se inventan historias, les dan nombres y se convierten en algo especial con un alma distinta a la de un humano convencional. ¿No fui eso yo? Yo fui una muñeca.

Una muñeca que caminaba por las noches con el aspecto de una huérfana. Una niña que arrancaron de las huesudas manos de la muerte, le dieron una historia y un nuevo nombre. Me convirtieron en vampiro, me ofrecieron un hogar y, por lo tanto, un nuevo apellido. Ellos me usaban como se usa una muñeca. Jugaron a tener una familia. Durante un tiempo fui feliz, ajena a mi tragedia. No sabía que jamás me convertiría en todo lo que quiere ser una niña, lo que aspira desde que comprende el significado de coquetería, amor o pasión.

Mientras leía poemas de amor me percaté que deseaba sentir la calidez de un beso apasionado, las manos de un hombre abrazándome de forma menos paternal y comprendí que con mi cuerpo jamás lo tendría. Siempre sería una niña. Una pequeña muñeca. Me verían igual que las hermosas muñecas de las estanterías de los jugueteros. Mi cabello jamás sería más corto o más largo, mis ropas no dejarían de ser encantadores trajes que cualquier niña desearía, y mis zapatos, con hebilla y escaso tacón, eran perfectos para ser una muñeca.


El odio germinó dentro de mí. La desesperación envenenó mi alma. La rabia jamás dejó de susurrarme. Nunca pude cumplir mis sueños, por simples que fuesen. No recordaba que era el sol, el calor que desprende y los colores iluminado por sus rayos. Siempre en tinieblas. Por siempre engañando, mintiendo, llorando y bebiendo sangre. Hubiese preferido morir antes que ser lo que fui, en lo que me convirtieron.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt