Estimado Armand
Debería escribirte más seguido, pero
estoy seguro que ni siquiera te interesa leer mis estúpidos
pensamientos. No, no tengo intención de hacerte llegar otra de mis
terribles fantasías. Sólo deseo comunicarme contigo. Sé que la
vida no ha sido fácil para ninguno de los dos. En estos tiempos tan
difíciles, en los cuales hemos tenido que aceptar que nuestro mundo
volvía a ser un campo de minas, nos hemos unido deseando aprender
unos de otros. Yo aprendí hace tiempo de ti varias importantes
lecciones. Hoy quiero aceptar mi error frente a ti. Necesito
decírtelo antes que puedas leerlo en mis nuevas memorias.
No empezamos correctamente. Tú me
odiabas y admirabas a la vez. Sé distinguir la admiración y el
odio, también el deseo intenso de ser comprendido. Querías serlo,
pero yo decidí apartarme de ti. Ninguno en ese momento tenía razón.
Quizás nunca hemos tenido la razón. El mundo es muy complicado, mon
ami. Tan complicado que aún no sé realmente como funciona, ¿tú
sí? Creo que nos llevará toda nuestra eternidad comprender parte de
él. Si bien, debí escucharte con mayor empatía.
Ahora no sirve, ¿cierto? Pedir
disculpas, digo. Ya no sirve.
Tal vez debí quedarme. Si lo hubiese
hecho, ¿estaría vivo Nicolas? ¿El Teatro hubiese tenido sentido?
¿Habría encontrado a Marius? Quizás nada de lo ocurrido habría
sucedido. Es posible que aún estuviésemos en París derrochando
imaginación mientras perdemos el tiempo discutiendo. No sabemos
vivir sin discutir, acéptalo. Cher, estamos condenados.
Debería darte las gracias por cuidar
de Louis. Fue terrible para él comprender que Claudia también lo
odiaba. Sé que ha pasado por momentos muy duros y que ya no es el
mismo. También sé que tú amas tanto como yo. Pero tu amor es
distinto. Tu amor no tiene la pasión que yo le ofrezco, pues tu
cariño está enfocado hacia otros términos. Desconozco si Marius se
ha puesto en contacto contigo en los últimos días. Me pregunto si
Antoine sigue en vuestra compañía, pero no es lo que me preocupa.
Me preocupas tú. He escuchado a Benji miles de veces por la radio y
siempre me he acordado de ti. ¿Recuerdas tus viejas grabaciones? No
sé como he dado con una de ellas. Hoy la he estado viendo y en tus
ojos he descubierto algo que antes no había visto. He llegado a ver
tu dolor reflejado con tanta viveza que he acabado llorando.
¿Sigue existiendo ese chico de Kiev en
ti? Creo que sí. Creo que seguimos siendo los mismos que cuando nos
convirtieron. Yo sigo siendo igual de imprudente, soñador y
desesperado por conseguir respuestas. Tú sigues siendo un niño
perdido que desea un abrazo.
Me gustaría quedar contigo para
abrazarte y decirte que lo siento. Sí, lo siento. Sé que ya es
tarde y que quizás no te interesa escucharme. Sin embargo, me
gustaría decirte cuánto lo siento. Después de todo lo que hemos
vivido, sufrido, soñado y necesitado ¿por qué no esos cinco
segundos breves? Eso me lo he preguntado esta noche antes de sentarme
frente al ordenador, abrir mi correo e introducir tu dirección.
La nueva tecnología te sigue
interesando, ¿verdad? Espero que sí. De no ser así, ¿cómo vas a
leer esta carta? No sé donde te encuentras pues he oído diversos
rumores, pero sé que allí donde vayas tienes uno de esos aparatos
inteligentes. ¡Dios! Parece cosa de brujería, ¿no es cierto?
Cuando nosotros éramos mortales ni siquiera sabíamos si una carta
llegaría a su destino. Ahora todo es distinto. El correo llega en
segundos. Un pestañeo y ahí tienes el e-mail en tu bandeja de
entrada.
Tan sólo quería saber si estás bien
y si podemos vernos. Espero que las noches te traten bien y que la
suerte esté ahora de tu lado. Salúdame a todos de mi parte.
Lestat, un amigo y un hermano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario